CON PRECAUCIÓN: Cuidado con el tren

Por Sergio Mejía Cano

11 / Septiembre / 2015

En días pasados apareció la información en los medios locales de que una persona del sexo masculino había quedado atrapado en uno de sus pies bajo una locomotora que circulaba por las inmediaciones del Koa. Y este jueves 10 del presente mes, en las páginas de internet de algunos de estos medios, se da la noticia de que un hombre fue arrollado por el tren en el puente que atraviesa el río Mololoa entre el bulevar Colosio y la avenida Proyecto, frente al fraccionamiento Lomas de Cortés.

Desde luego que no son las primeras y únicas personas que sufren un accidente de esta naturaleza, pues para mucha gente se le hace más fácil caminar por en medio de la vía férrea que por un lado; y sí, ya que si en la zona urbana es difícil hacerlo, ya en las afueras de la ciudad es todavía más dificultoso caminar debido al declive que tiene la vía a los lados, aparte de la maleza que crece a su lado; y ya no se diga en el camino, en donde prácticamente no se puede caminar por la existencia de puentes y alcantarillas y porque en algunos tramos la vía está al dado de barrancos a veces muy profundos.

En la zona rural por donde pasa la vía del ferrocarril, hay mucha gente que para ir a sus siembras se les hace más fácil caminar por la vía, pero por la costumbre cotidiana, constantemente voltean hacia todos lados para poner atención si no se oye un tren que se aproxime; lo malo es cuando el tren los agarra en medio de un puente (como posiblemente ocurrió con el hombre que fue víctima este jueves), porque si el puente tiene una longitud considerable y una persona está a la mitad, pues no tiene más que de tres sopas: aventarse fuera del puente, correr en sentido contrario de la dirección del tren con el peligro de tropezar al ir pisando ente durmiente y durmiente o acostarse en medio de la vía y esperar a que le pase todo el tren por encima, ya que en el espacio que queda ente los durmientes y los herrajes de las máquinas y unidades de arrastre sí libra una persona que quede tendida mientras pasa el tren; claro, que a menos que el tren vaya arrastrando algo que pueda golpear a quien esté en estas condiciones, es el único peligro.

El Ferrocarril del Pacífico, que corría por la otrora orgullosa ruta de la costa occidental, en su reglamento de transportes contenía una regla, la 817, a la que se le marcaba mucho énfasis entre todos los empleados relacionados con los trenes y vía o que por la naturaleza de sus labores tuvieran que andar cerca de la vía; una regla que constantemente era recordada tanto por jefes, mayordomos e incluso los instructores cuando daban los cursos de capacitación, ponían énfasis en que nunca se les olvidara esa regla y que siempre la tuvieran presente al andar entre las vías tanto de patio como de talleres o en camino. Dicha regla decía lo siguiente: Los empleados deben permanecer a una distancia suficiente de los trenes o máquinas que vayan pasando, para evitar la posibilidad de ser golpeados por cualquier objeto que pudiera caer o arrojarse desde los mismos. En las vías dobles, deben permanecer por el lado de afuera y retirarse de ambas vías, mientras esté pasando un tren. No deben atenerse a que otras personas les den aviso de los trenes, máquinas o carros que se aproximan, y, para mayor seguridad, debe considerarse que los trenes, máquinas o carros pueden correr o moverse a toda hora, en todas las vías y en cualquiera dirección. Obviamente que muchos de los peatones que han sufrido accidentes al ir caminando sobre una vía férrea tendrían que ignorar esta disposición, a menos que fueran familiares de ferrocarrileros que advirtieran a sus familiares que por alguna razón tuvieran que caminar sobre la vía; pero por lo regular se entiende que la mayoría de quien se atreve a andar sobre una vía del ferrocarril tiene que tener en cuenta de que en cualquier momento podría pasar un tren.

De hecho, la vía en cierto modo puede ser más peligrosa que una calle, una avenida o una carretera, pues la gente tiene siempre en mente que continuamente pasan vehículos sobre las mismas, y de la vía con mirar a ambos lados mucha gente cree que no hay trenes, pero de pronto estos llegan por cualquiera de las dos direcciones. Y algo muy curioso, pues al preguntarles a personas que la libraron después de ser o casi ser arrolladas por un tren, dicen que iban pensando en otras cosas, distraídas, y que no oyeron aproximarse el tren; y sí, un tren si no pita no se oye su rodada, a veces nomás truena la vía y se oye un silbido en los rieles.