Numinor: AYLAN KURDI Y CARLOS SANTAMARÍA DÍAZ: DOS NIÑOS

Por Agustín Almanza Aguilar

11 / Septiembre / 2015

Dos niños: Carlos Santamaría Díaz y Aylan Kurdi, de 9 y 3 años, respectivamente, uno estudiando en la UNAM (en la Facultad de Química), y el otro muerto, ahogado, sobre la arena a la orilla del mar es chiquito. Viste pantalón corto de color azul y una camiseta roja. Yace bocabajo (‘Proceso’, número 2027, artículo de Anne Marie Mergier). Alegría, optimismo; llanto y desesperación.

A poca distancia del cuerpecito del pequeñín Aylan Kurdi, se encontraron dos cuerpos, muertos también: un niño, de cinco años, y una mujer. Eran su hermanito, Galin, y su madre, Rehan, tendidos en una playa de Turquía (Bodrum). Eran parte de los inmigrantes y refugiados que están huyendo de la miseria, la violencia religiosa y las guerras; miembros de la familia Kobani, oriundos de la ciudad de Kobane, Damasco, en la frontera de Siria con Turquía, desgarrada por las masacres perpetradas por el Estado Islámico. La barca que los transportaba –con un total de seis personas a bordo- se volcó por la imprudencia de los pasajeros que, llevando salvavidas, se levantaron a un tiempo Sólo se salvó el padre de tal familia: Abdulah Kurdi. Era la noche de entre el primer y segundo día de este mes; el viaje había costado 2 mil 500 euros.

Debo confesar que me salieron lágrimas de ver al pequeñín allí, inánime. Pero por otra parte un sentimiento encontrado, el saber que un niño, mexicano, presentaba, en agosto, su examen final del segundo módulo de un diplomado en la Facultad de Química de la Universidad Nacional de México, sobre Espectroscopia Infrarroja, de RMN y Espectroscopia de Masas: sus piernitas pendían de la silla y no por su corta estatura sino por su edad: Carlos Santamaría Díaz. Que a los dos años –cuentan sus padres-, ya usaba la computadora, como una herramienta más, y ya en la primaria se dio cuenta que todo le aburría y empezaba a tener problemas con sus profesores, a los que no los hacía descansar con sus cuestionamientos.

El primer módulo consistió en la concepción global de la química, de cómo se efectúan las reacciones, a que las cosas dan origen, para obtener conocimientos básicos de reactividad. Ahora, el módulo que concluyó –el segundo- fue de ‘caracterización’, donde el niño aprendió a descubrir cómo está constituida la materia a partir de técnicas complicadas. A la fecha concluyó ya el tercero (debutó en la Facultad de Química con el módulo de ‘Equilibrio en Disolución’, y está en espera de cursar Bioquímica y Biología Molecular para la Industria Farmacéutica y Biotecnológica Le gustaría estudiar medicina, dice, sonriendo.

A veces veo la televisión o estoy con mis juguetes; hago muchas cosas, pero no tengo redes sociales, eso, la verdad, no me interesa. Investigo –subraya- cosas así, de química o bioquímica; por ejemplo, en éste módulo (el segundo) me ponen tres espectros y me preguntan qué compuesto químico es, y no me dan ningún dato, pero todo lo que está difícil lo resuelvo de cualquier modo, expresa.
Una reflexión: ¿y si el chiquitín ahogado llevaba en sí elementos naturales para haber sido genio?...

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