PALESTRA

Por Gilberto Cervantes Rivera, poeta de Cucharas

18 / Septiembre / 2015

El licenciado Rafael Gamboa Soto, hoy director general del Centro de Rehabilitación Social Venustiano Carranza Garza, ha crecido profesional y humanísticamente hablando; pero bien que me acuerdo, el hijo del extinto literato Héctor Gamboa Quintero, comenzó a trabajar en el área de seguridad, como no queriendo la cosa y de repente ya lo teníamos, gracias a su inteligencia, encargándose de aspectos estratégicos de la convivencia entre individuos que no piensan igual. Ecuánime, humanista y tolerante en extremo, Gamboa Soto ya hizo huesos viejos en la penitenciaría estatal, donde no cualesquiera conservan el orden con justicia.

Seguramente le alcanzará el tiempo para hacerse cargo de un puesto más importante Respecto al ambiente de las penitenciarías, ayer platicando con Carlos Victorino Flores, peluquero de oficio como su padre Victorino, quien falleció cumplidos los 112 años de edad, tocamos el tema del periodista Sebastián Lamas González, director del quincenario La Escoba, hebdomadario que traía pleito cazado con el gobernador José Limón Guzmán, a quien criticaba su corrupta forma de interactuar con la sociedad de aquel entonces. En extremo intolerante, Limón Guzmán, no soportó que le dieran hasta con la cubeta, por ello contrató a un pistolero para que matara al bragado comunicador social, padre de dos menores, procreados con la legendaria lideresa Águeda Galicia.

El teniente coronel Salvador Villalvazo tenía fama de asesino en el estado de Jalisco; Limón Guzmán le ofreció pagarle diez mil pesos por la chamba pero hasta que fuera terminada; Sebastián, sin embargo, contaba con muchísima gente que lo protegía, uno de ellos le avisó del complot para acabar con él y como Lamas González era también de pocas pulgas y de armas tomar, fue con el armero que tenía su changarro justo a la entrada del hotel Sierra de Álica, para cambiar su vieja pistola 44 por una 45 nuevecita; le dieron 50 por el carranflón y pagó por la otra arma, la cantidad de 245 pesos, con la salvedad de que las balas se las regalaron.
Carlos Victorino platica las anécdotas con mucho sabor; recuerda que el fatídico día, Sebastián se tomaba como siempre, una botella del mejor coñac de esa época; todo eso lo sabía el militar contratado para matar, lo que nunca imaginó el depredador es que la víctima, prevenido por sus múltiples amigos, ya lo esperaba con la pavorosa cuarenta y cinco escondida en un periódico. La barra era adornada por un gran espejo panorámico, por el cual se dio cuenta de todo; entra el teniente pistola reglamentaria en mano, con la idea de vaciarla contra la humanidad de Sebastián, a los cuatro metros de distancia, que según los expertos, es la distancia ideal para hacer daño. La fiera humana está cerca, olfatea a su presa, huele la muerte, pero jamás se imaginó que él sería el cadáver.

Contaba el periodista recientemente fallecido Enrique Vargas López, que Sebastián, recargado en el frente de la barra, vació la carga de su pistola sobre la humanidad del militar, el cual solo pudo caer al suelo, luego de que Lamas González hubo vaciado el cargador de su bufoso; y todavía le alcanzó el tiempo para disculparse, llamando ahí mismo por teléfono a la policía, a quien se entregó de inmediato, alegando haber matado en defensa propia.

Sebastián estuvo preso debajo de la almena que funcionó como oficina de prensa hasta el gobierno de Don Emilio; según Salvador Lazarini Oliveros, su tocayo no estuvo recluido en los separos, le fue acondicionada una casa de campaña, donde compurgó la pena, enfermando más que todo de tristeza, porque la prensa de aquel entonces guardó sospechoso silencio con relación a las atrocidades cometidas por el gobernador cacique José Limón Guzmán; de ahí le vino la idea de fundar La Verdad, una revista que editaba cada semana y en la cual seguía defendiendo la libertad de expresión PALESTRAZO: es bueno tener una maceta conteniendo un archivo mental heredado de mi padre Don Serafín Cervantes Quintero, quien este próximo 12 de octubre cumple 93 años.