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Cuestión: El ‘Dengue’: ¡amenaza a la salud pública!
Por: Marco Vinicio Jaime
23 / Septiembre / 2015
El dengue se esparce a ritmo de epidemia en Nayarit, y ha causado decenas de muertes –algunos cálculos se ubican hasta en cien- y mantiene postrados a miles personas en estado de gravedad, sin que por el momento parezca haber solución alguna a falta de una estrategia sanitaria adecuada que garantice su control.
Los hospitales del sector público se encuentran sobresaturados, y en consecuencia los servicios de salud se vuelven totalmente insuficientes –como es característico de cada emergencia con escasez de médicos, espacio y medicamentos- ante un mal que evidentemente revela la ausencia de prevención.
El clamor popular crece en exigencia de un derecho constitucional elemental, que para muchos ciudadanos de a pie, simplemente se ha omitido: a la salud y la atención médica oportuna y de calidad.
En consecuencia, la realidad ha superado con mucho los constructos alagüeños del todo está muy bien, y, no pasa nada, pues la clásica negación de los problemas resulta contraproducente cuando se gesta una bola de nieve que urge combatir con celeridad, con auténticos canales comunicacionales que permitan saber, entender y actuar mancomunadamente en y para el pueblo.
La interrogante colectiva parte de un claro contraste: ¿qué pasó en esta ocasión que no se tuvo el interés o la correlación necesaria para prevenir en principio la propalación del mosco transmisor, y ahora su cuantía es alarmante? ¿Qué está pasando inclusive con el comportamiento anárquico de grupos que estafan sin el menor rubor y problema vía el cobro por concepto de supuestas nebulizaciones y recorren sin más colonias, pueblos y comunidades? ¿Habrá algo más de fondo en tan rara problemática?
La situación amenaza con subir de tono y convertirse en un magno problema de salud pública, si no es que ya lo es, de seguir postergando medidas eficaces para 1).-cercar el mal, 2).- asegurar una cobertura médica ‘relámpago’ que arranque de lo neurálgico a lo general, tomando como base los lineamientos de campañas y jornadas médicas especiales, a fin de garantizar una adecuada convalecencia y pronta recuperación de los enfermos, y 3).- estrechando lazos de acercamiento de veras con los ciudadanos, auxiliándose de la invaluable colaboración de los medios de comunicación (hasta ahora apolítica e imprácticamente minimizada, valga decirlo) y así saber de primera mano qué está pasando, como la dimensión real de la crisis, y no seguir supeditados –algunos quizá a conveniencia- a informes alterados y fuera de contexto que esconden la verdad -fuente de constantes riñas y altercados virulentos en redes sociales y demás recursos del ciberespacio-, a fin de desviar la atención de temas candentes, al igual que ahorrar fatiga y recursos en nombre de una dolosa austeridad, que curiosamente solo resiente el pueblo. Es justo en esta coyuntura que cobra valía la tantas veces preconizada frase de: En salud no se gasta, se invierte.
Es momento de coadyuvar a la renovación de cánones en la delicada representación de los intereses públicos. Proteger al pueblo en las circunstancias imperantes, constituye un mandato constitucional ineludible, consagrado en la Carta Magna, tanto en la general como en la particular del Estado, y si así se hiciere, el pueblo lo reconocerá, que si no lo demandará.
El dengue pues, no tiene por qué convertirse en un dolor de cabeza incontrolable, que después degenere en un saldo contraproducente, y no pueda siquiera servir de cortina de humo de otros males políticos y sociales igual o peores. ¿Se actuará oportunamente en función de la demanda social? Así se espera por el bien de todos.