REDESCUBRIENDO: El Delincuente y la Familia.

Por: José Miguel Cuevas Delgadillo

24 / Septiembre / 2015

La Doctora Hilda Marchiori, en su estudio El ladrón: su personalidad psicopática, publicado en la Revista Mexicana de Prevención y Readaptación Social hace referencia a las características de un psicópata: es una persona asocial, altamente agresiva e impulsiva, que carece de sentimientos de culpa, que es incapaz de crear lazos duraderos de afecto con otros seres humanos; pueden llegar a crear fugazmente ligaduras, pero carecen de profundidad emocional; frecuentemente tienen manifestaciones agresivas, mostrando una capacidad afectiva seriamente dañada. Por su parte la Asociación Psiquiátrica Americana define al psicópata como una persona cuya conducta es predominantemente amoral y antisocial, que se caracteriza por sus acciones impulsivas e irresponsables, encaminadas a satisfacer sus intereses inmediatos y narcisistas, sin importar las consecuencias sociales, sin demostrar culpa y ansiedad. Por su parte el criminólogo mexicano Alfonso Quiroz Cuarón sostiene que en el caso especifico de psicópatas Es el retraso afectivo el que hace que las nociones morales y las leyes no sean aceptadas por el psicópata. De los diferentes tipos de psicópatas, tendremos algunos en que habría predominado lo congénito; pero al lado de ellos, hay otros que son resultado del medio, en los que influye muy poderosamente la educación defectuosa y toda clase de miserias, pues la mala educación y la miseria estimulan o revelan las personalidades psicopáticas de tal forma podemos afirmar que algunos psicópatas nacen y otros se hacen.

El especialista en salud mental Rolf Loeber (2001) establece algunos patrones de predicción que podemos identificar como padres de familia dentro del hogar que nos permite saber si nuestros hijos tendrán acciones delincuenciales en la juventud y la adultez:

1. Patrón de conflicto con la paternidad. Consiste en conductas desafiantes y desobedientes en la niñez; en la adolescencia, el individuo evita o ignora la autoridad con actitudes como ausencia, evasión o huída.
2. Patrón oculto dentro del hogar. Consiste en cometer faltas menores, como mentir o cometer pequeños robos en la adolescencia, cometer delitos moderados, como reducir mínimos daños a propiedad privada o robos menores a compañeros de escuela o tiendas departamentales. Estas conductas delictivas pueden ir creciendo hasta que el individuo se convierte en un ladrón.
3. Patrón explícito. Consiste en formas de agresión clara, como el abuso físico, verbal o emocional a niños más indefensos o sus hermanos menores; en la adolescencia incremento de conductas agresivas sin provocación. En la adultez, la persona puede llegar a cometer homicidios.

Por su parte, Lipsey y Derzon (1998) demuestran que algunas prácticas familiares promueven comportamientos agresivos en los hijos. Poca claridad en las reglas y escasas expectativas para los hijos, escasa supervisión, carencia de acompañamiento y disciplina inconstante son factores que propician conductas delincuenciales en los hijos. En otro estudio realizado por Farrington (2000) en familias con pocas prácticas afectivas y de interacción, acompañadas de abusos físicos y poca supervisión (en niños de 7 a 9 de edad) fueron predictores importantes para inducir a comportamientos violentos y crueles a los 18 años. La poca supervisión y un monitoreo deficiente en el comportamiento de los adolescentes favorecen la criminalidad. Si a esto le sumamos que los padres consumen alcohol y/o drogas, se complica enormemente la formación de los hijos.

Para combatir la delincuencia organizada no bastan las armas, operativos y cateos, los gobiernos deben invertir en campañas de concientización dirigido a las familias para sensibilizar y responsabilizar a padres de formar a sus hijos. Una manera de proyectar con éxito la educación de las familias tepicenses es a través de impartir conferencias en talleres para padres, grupos juveniles, instituciones de gobierno, hospitales, reclusorios, asociaciones civiles y diversos grupos sociales; ofreciendo consejos prácticos y fuentes de información veraces, que incluyan: estudios de caso, divulgación de valores familiares; así como también, orientación práctica que impulse a los ciudadanos a una vida motivada y con nuevos recursos emocionales que les permita salir adelante de sus problemáticas, o en su caso, canalizarlos a las instancias de gobierno correspondientes para reforzar la ayuda. Hacer uso de los medios masivos de comunicación que estén al servicio de la sociedad, para divulgar y promover los valores, y sugerir estilos de vida que proporcionen opciones orientadas al éxito. Hasta la próxima. Terapeuta Familiar. Consultas al Celular 311 136 89 86.