NUMINOR: El Viaje del Anciano

Por Agustín Almanza Aguilar

02 / Octubre / 2015

El anciano, esa ardua tarde, se sentó en la vieja piedra, y oteando el horizonte vió acostarse al sol. Se limpió una lágrima y una gota de sudor de su agrietada frente. Pensó en el tiempo ido, en lo que le esperaba, en sus ‘superficies’, y en sus romances. Así, parsimoniosamente, vió caer la noche, con su manto adornado de estrellas, y la luna –centrina y coqueta luna- llena, con velos nubosos al estilo árabe. Le sonrió; conocía muy bien, por experiencia, lo que eran sus efluvios ‘mágicos’; había ‘manipulado’ aquellos ‘espíritus’ primaverales que, junto al embriagantes ‘rocío de mayo’, lo habían transportado placenteramente al etérico espacio del tiempo de la gran Mnemosine. Sabía muy bien lo que era el ancestral viaje argonáutico y había contemplado, de arrobada guisa, al áureo vellocino, sólo que se abstuvo de tocarlo, por temor de provocar al escamoso y negro dragón.
Entonces, mesándose la fina barba, bebió la energía hemática del druídico y pétreo recipiente de aquella crátera.

El anciano era, es y será, el eterno peregrino, el viajero de las ‘dos vías’, la terrestre y la marítima. Siempre orientado por la estrella

Muy cerca de allí estaba su cálida cabaña; volvió al redil humano y bajó, bajó ‘a la tierra’, anhelando un café caliente y un pedazo de pan. Sonrió, recordando una añeja charla con su amigo Bruno:

-Debemos reconocer que existe una ‘causa de las causa’, que es sensato creer en un ser supremo, creador y conservador de todo el universo

Deciále aquél, que fue atajado con un:

-y de todo lo visible y lo invisible, sí, sí, ya lo sé. Pero el asunto es el porqué de la muerte, del mal en sí.

-por el arcángel caído, satanás.

-Satanás. ¿Por qué se le llama también ‘luzbel’ o lucifer’, es decir, ‘luz bella’, o ‘portador de la luz’? En este caso, veía cara a cara a ese ser supremo, que llamamos Dios. En el libro de Job leemos que se aparece entre los otros arcángeles, los fieles, los no caídos, precisamente delante del divino trono, y que ese Dios le habla ‘de tú a tú’ ¡Ah! Y ese Dios le permite hacer el mal al humano

-Bueno, también leí que ese Dios es el autor del mal: ‘Yo Jehová hago todo eso’

-ordena matar a los enemigos de los judíos y a los niños, ‘aún de pecho’.

-Oye, ¿por qué estamos tocando éstos temas?
-porque se supone que si existe un Dios único y supremo, creador de todo, de lo material y de lo espiritual, y que se nos ha dicho que es amor y luz, entonces, ¿por qué la destrucción, la violencia, el odio, la corrupción, la maldad en sí? ¿Dios creó al diablo?
-El diablo se hizo así por su soberbia y envidia al ser humano, que es portador de una energía espiritual inmortal.

-Tenemos ahora el asunto del ‘Cristo’, el ‘hijo de Dios’ hecho carne en un ‘hijo del hombre’, Jesús.
-¿Crees tú en la resurrección de los muertos?
-Y en la vida eterna: sí, sí creo.
-Suena fantástico.

-Es que nuestra cuna es el misterio y nuestra existencia un enigma cósmico. La materia es una ilusión de los sentidos; nuestro cuerpo físico es sólo un ‘cascarón’. Al morir nuestra alma vá a ese ‘mundo invisible’. No morimos del todo: somos mitad mortales y mitad inmortales.

-¿No te estarás volviendo loco?
-Mucha gente piensa así, sólo que guarda para lo privado tales cuestiones. Los grandes poetas nos hablan de un estado mental, de un plano de conciencia altamente superior al común de la especie, y también de la adquisición de facultades paranormales.

¿Qué sabes tú de ‘eso’ del llamado ‘viaje astral’?
-Existe. ¿Nunca has sentido, por lo común en los sueños más profundos, como ‘despertarte’ de tu cuerpo material, al que podrías ver, como de lo alto, dormido en la cama? Luego el visitar lugares desconocidos y contemplar paisajes de vívidos colores; platicar con conocidos y desconocidos, con muertos y vivos; tocar –en cierta forma- cosas?... ¿no lo has experimentado’ Y luego el volver, ese golpe seco como de ‘enfundarse’

-De ser verdad, ¿no es peligroso?

-¡Vaya que sí! En el mundo astral existen, en los planos inferiores, cosa que se han llamado ‘larvas’. ¡Cuidado!
Esta plática fue de hace muchos años, y el anciano la recordaba vívidamente. Ahora el tiempo y el espacio eran sus juguetes: vivía en un eterno presente.

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