Cuestión: Y continúa azote del dengue

Por: Marco Vinicio Jaime

27 / Octubre / 2015

Después de la tempestad viene la calma tensa, pues ahora el dengue - ¿problema de salud pública?- continúa siendo un azote para los nayaritas, luego del susto que significó la amenaza del fenómeno hidrometeorológico Patricia, pues mantiene postradas todavía a cientos de personas en estado crítico, y ha causado decesos, principalmente en quienes cuentan con mayor vulnerabilidad, como los enfermos de diabetes, sin que aún se haya alcanzado un control cabal sobre el mal (como en parte se efectuó –obviamente por lineamientos superiores- en materia de protección civil ante la presencia del meteoro), al igual que un tratamiento eficaz que facilite una pronta recuperación de los afectados. Y a ello se viene a sumar ya las enfermedades de tipo respiratorias, cuyo índice va a la alza, y amenazan también con rebasar la escasa efectividad del sector salud.

Los hospitales del sector público, siguen sin darse abasto, justo en la severa escasez de personal médico y medicamentos; todo lo cual refleja indisputablemente, para este caso sensible, la falta de prevención, dificultades innecesarias pues, en contraposición al inalienable cumplimiento de un derecho constitucional –presente en la Carta Magna y la particular del Estado- al que todos los ciudadanos deben acceder irreductiblemente: a la salud y a la atención médica de calidad, ya que no es dádiva ni gracia de nadie hacia tal o cual sector, pero que por ahora parece estarse postergando.

La problemática, según da la impresión, se ha recrudecido ante la inexistencia además de una estrategia de fondo que parta de diagnósticos fidedignos: de la falta de prevención a la focalización objetiva del mal, que en su efecto facilite el diseño de líneas de acción y reacción inmediata (de lo general a lo concreto en un marco de continua renovación transversal sin necesidad de la inconformidad colectiva o el desastre para actuar), y fincadas en la inteligente correlación comunicacional ciudadanos-medios-instituciones, lo que hasta la fecha es, vale decirlo, apolítica e imprácticamente minimizado en un inviable pregón: Todo está muy bien, a efecto quizá de optimizar un poco los recursos y gastar lo menos posible, en pro de la resignación para otras áreas más neurálgicas; austeridad como siempre, para el pueblo.
La circunstancia se vuelve propicia para responder en lo sucesivo ya en función, por ejemplo, de una tesis acuñada en su momento por el periodista Enrique Krauze en su estudio histórico de la eficiencia del ex presidente Ruiz Cortines en no pocas de sus acciones: poner orden, establecer prioridades, cuantificar necesidades, delegar en personas competentes, llevar seguimiento del proceso y verificar resultados. Y de los anteriores, quizá el cuarto factor sea el que menos se logra, de ahí que todo programa o discurso suela quedarse en tan solo paliativos, a toro pasado, y buenas intenciones.

Así, las carencias, necesidades y problemas adquieren fuerza inusitada, categoría 4 o hasta 5 plus, si de un huracán se tratara, en la escala Saffir Simpson, volviéndose aquí sí, devastadores vía pestes y epidemias, hambre, miseria, desempleo y desesperanza, a contrapelo, por supuesto de los pocos en las cúpulas a los que no les falta de nada, y todo les parece bien, y así pergeñan su propia estadística. Por tanto, el prestigiado Séneca lo dijo con certeza: los males previstos resultan menores.

De conformidad, hay quienes concluyen, y con razón, ceñidos al clásico adagio popular, que después de muerto el niño a mal tapar el pozo. Y entonces, queda claro que es tiempo de enriquecer oportunamente acciones que integren, combinen esfuerzos y voluntades, y diriman conflictos más que acrecentarlos en negaciones, restas, verdades a medias, sectarismo, lucro de las necesidades y simulación, en la equívoca concepción de que solo en la tempestad alentada es posible brillar. La política es comunicación, y hoy más que nunca, de acuerdo a respetadas voces, urge en aras de un verdadero desarrollo que incluya la prevención en todos los campos en bien de todos y para todos. ¿Será posible?