Ransés Peña: la muerte del maestro que duele tanto

* Era un profesor que jamás daba problemas y que, por el contrario, solucionaba los asuntos con gusto y de una manera discreta: desde aportar para pintar el salón de clases o ayudar a niños en sus cuotas escolares.

03 / Diciembre / 2015

Por Oscar Verdín Camacho


A eso de la medianoche del sábado 21de noviembre, amigos y compañeros de trabajo del maestro de primaria Ransés (con n) Peña Barrios le enviaron mensajes por celular. Esperaban que les contestara y les dijera que seguía vivo, que había un error en las noticias de portales de Internet que citaban su nombre y su reciente asesinato.

Pero jamás contestó. La víctima era él.

¡No es cierto, era mi mejor maestro!, expresó a su mamá un niño de la primaria José María Morelos, en la colonia Lázaro Cárdenas, cuando fue enterado del deceso. El pequeño lloraba.


Y así, en lágrimas se encontró el plantel educativo el lunes 23, en su regreso a clases. Le guardaron un minuto de silencio. Por la tarde de ese día, el cuerpo del maestro de 42 años fue sepultado en su natal Santiago Ixcuintla.

En el caso del maestro Ransés no aplicaría el dicho de que hasta que alguien muere se habla bien de él, y es que el aprecio a su persona y a su trabajo es unánime. Un maestro que jamás daba problemas y que, por el contrario, solucionaba los asuntos con gusto y de una manera discreta: desde aportar de su dinero para pintar el salón de clases, ayudar a niños en sus cuotas escolares, o ser solidario con otros maestros en una reciente evaluación, los días 14 y 15 de noviembre, en la que él mismo participó.

Era más que puntualísimo a clases: todos los días llegaba a las 7:30 de la mañana o antes. Era un maestro cero problemas.


En la semana previa al examen, alguien le sugirió que pidiera un permiso de tres días –a los que tenía derecho- pero, aunque agotado por los estudios, se resistía. No quería faltar a clases, pero finalmente tomó dos días.

A su esposa Eva Yadira Guardado Cortés Yadi, la adoraba, cuentan quienes los conocieron. Muchas veces lo acompañó a las fiestas del personal docente. Que si al maestro le gustaba tomar cerveza: si, pero jamás con escándalo.


LA VIUDA Y EL TAXISTA


Eva Yadira Guardado Cortés y Roberto Pinedo Ortiz se reparten culpas en relación con el asesinato del profesor Ransés, ocurrida la noche del 21 de noviembre en la colonia Antonio Echevarría, en Tepic.

Consignados ante un Juzgado Penal junto a Audiel Cruz Pérez, uno de los presuntos autores materiales del homicidio cometido con disparos de arma de fuego, Eva Yadira ha justificado en una declaración que realmente no quería la muerte de su esposo, pero el taxista ha dicho lo contrario: que ella pagaría 100 mil pesos por la muerte de quien por las mañanas era maestro en la escuela José María Morelos, y en las tardes acudía a un plantel similar de la colonia Gobernadores. Tenía doble plaza.


Si bien Eva Yadira aceptó haber conocido a Roberto Pinedo durante un servicio de taxi, que los siguientes meses siguió tratándolo para diversos traslados, y que en alguna ocasión le comentó que su esposo la golpeaba, también insistió que, por miedo a Roberto, no lo denunció a pesar de que en las últimas semanas la había presionado para que le entregara 100 mil pesos, ya que él se encargaría de encontrar a quienes cometerían el crimen.

Según la versión de la mujer, Pinedo Ortiz la tenía amenazada y le había dicho que ocupaba dinero para la atención de uno de sus hijos, que padece una enfermedad crónica. E insistió: ella no quería que mataran a su esposo.

Por el contrario, el taxista ha señalado una supuesta insistencia de Eva Yadira para que se cometiera el homicidio, con el argumento de que Ransés la golpeaba o que, en un seguro de vida había dejado como beneficiarios a dos de sus tres hijos –menores de edad- y a su suegra, pero no a ella.

La noche del homicidio, Eva Yadira presumiblemente pidió a Ransés que salieran a comprar unos cigarros a una tienda OXXO. Habría manejado una camioneta Expedition color tinta por un lugar solitario y ya en aparente acuerdo con el taxista.

Pinedo ha citado que previamente tuvieron comunicación por teléfono para precisar el lugar por donde circularía para facilitar la tarea de los sujetos contratados, uno de ellos Audiel Cruz, de 61años, ex chofer de taxis. El otro individuo continúa prófugo.

Audiel precisó que unos días antes, enterado de los 100 mil pesos que podrían repartirse entre tres, el otro sujeto estuvo dispuesto a cometer el homicidio porque ya no tenía dinero ni para tragar.


Esta semana, un Juzgado Penal seguramente dictará auto de formal prisión contra los tres detenidos, como presuntos responsables de homicidio calificado.

La incógnita seguirá siendo si Eva Yadira planeó la muerte de su esposo. No son pocos quienes creen que hay amarillismo, exceso en las notas que se han escrito sobre el asunto.

En una de sus declaraciones, Eva Yadira indicó que esa noche del 21 de noviembre un sujeto al que jamás había visto salió de entre la oscuridad y se paró enfrente de la camioneta Expedition que manejaba. Ella se detuvo. Y después escuchó balazos. No resultó herida.

A los pocos minutos sobre ella cayeron las sospechas.

El jueves 19, Yadi asistió a una kermés en la escuela José María Morelos, a propósito del aniversario de la Revolución Mexicana, y se dijo lista para acompañar a su esposo a la posada de maestros a mediados de diciembre.

10 años menor que Ransés, no parecía haber nada, algún indicio, respecto a que existieran conflictos graves de pareja, y si los había, lo supieron disimular. Nunca se les vio un gesto de coraje entre ellos.

En el interior de la escuela José María Morelos, un grupo de niños corren y juegan en su clase de educación física. En el exterior, un moño negro y grande anuncia el luto.

No llegará el maestro más puntual.


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