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LA CREME: ¿JUEZ MISÓGINO?
Por Norma Cardoso
18 / Abril / 2016
Reyna Gómez Sólorzano, tiene 60 años de edad, es originaria de Belice y con una residencia de 30 años en nuestro país; ella ha vivido lo que muchas mujeres: violencia por parte de su pareja sentimental.
Reyna desde el cinco de julio de 2015, fue recluida en el Cereso de Chetumal, Quintana Roo, luego de haber asesinado a su pareja, quien constantemente la violentaba tanto a ella como a su hijo, hasta que llegó el día en que se defendió con un cuchillo hiriendo a su agresor.
Ella misma llamó a la ambulancia, llamó también a la familia del herido y esperó, junto a él, a que los servicios médicos se lo llevaran. Fue hasta el momento en que llegaron los paramédicos cuando se dieron cuenta que ya había muerto.
Lo mató. Reyna mató a su agresor cuando éste le propinaba golpes. Se defendió. Fue en defensa propia; o era su vida o la de su agresor.
Ante las autoridades, Reyna Gómez, dijo que esa noche vio llegar ebrio a quien era su compañero sentimental, a quien acusó de maltratarla y golpearla asiduamente. Fue él quien primero empezó a la golpearla, y ella con el afán de defenderse, tras el forcejeo, le clavó en el pecho un cuchillo, fue una herida mortal.
No sé de dónde agarré fuerza, me levanté, lo jalo con toda fuerza, me da contra la pared. lo primero que vi fue el cuchillo que estaba en una mesita de cristal y de madera, agarré el cuchillo, yo empecé a amenazarlo para que no me siguiera dando. me estaba ahorcando, cuando se me va el cuchillo y se me va, y le doy acá. Pero él me estaba dándome duro en la cara
Reyna no solo padeció los golpes de su pareja, sino que una vez que fue la policía judicial para detenerla, la subieron a un carro gris, la esposaron de pies y manos, la torturaron, para que delatara a su cómplice. La vendaron de sus ojos, le metieron dos bolsas de plástico en la cabeza, para que dijera dónde estaba los chuchillos siendo que ya les había dicho en dónde estaban, y aun cuando juraba ser la única culpable del homicidio.
Después que me golpearon, yo que ya me estaba ya muriendo, me agarraron y me metieron en la segunda celda que tienen, me echaron candado, se quedó un hombre y una mujer vigilándome y yo parada porque no me dejaron acostarme ni en el piso, me dejaron parada con las esposas en los pies y en las manos, relataba Reyna Gómez, de lo que padeció en manos de la policía judicial.
El domingo a las nueve de la mañana o nueve y media, la sacaron en una camioneta blanca, y de ahí fueron ella y los policías a que ellos sacaran los cuchillos donde les había dicho que estaban. Se burlaban de ella, se burlaban con los cuchillos en la mano, de ahí metieron los cuchillos, en la camioneta blanca, arrancaron la camioneta, pero tardaron bastante, como una hora, para buscar los cuchillos, pues ellos estuvieron platicando, riéndose, así lo explicó Reyna.
Amenazada por los policías, la mujer de 60 años, tuvo uno de los procesos más desaseados, violentando sus derechos humanos, puesto que su confesión fue arrancada bajo tortura, aun cuando ella no negaba que había privado de la vida a su pareja a causa de defenderse, confesión que ella ya había externado ante las autoridades que la detuvieron.
Su perfil no es el de una psicópata, -dicen sus defensores-su caso no fue revisado a conciencia por el juez que tan irresponsablemente minimizó y desechó testimonios, omitió escuchar testigos sobre la violencia que vivía Reyna y de un solo plumazo dictó una sentencia de una pena de 25 años, que será apelada por la defensoría de oficio que ya evalúa la opción de recurrir al amparo.
Los argumentos del juez Daniel Farah para condenarla a 25 años de prisión fueron que a Reyna había que sancionarla por lo que hizo y no por lo que es y que si bien ella vivía violencia, había sido amenazada de ser lastimada y regularmente se ejercía violencia, se requería que presentara una lesión al momento en el que ocurrieron los hechos y que esto no ocurrió, no es discriminación ni desigualdad, y si no se la castiga entonces hay impunidad del acto cometido. Textual
Por su parte, la Comisión Estatal de Derechos Humanos formuló una recomendación contra la Procuraduría de Justicia del Estado por trato cruel y degradante, detención arbitraria e incomunicación sufridas por esta mujer que fue sometida al infierno, en manos de agentes ministeriales que saciaron sus instintos violentos contra Reyna.
Ahora, Reyna espera sea liberada, por violación al debido proceso, como un derecho humano. Reyna es una más de las cientos de mujeres que están en el país sufriendo la misma situación, expresó Virginia Betanzos, de la Red Peninuslar de Mujeres Es víctima de violencia y es víctima del sistema porque no le dan la asistencia legal adecuada, ni en su caso se aplica el Protocolo de Investigación con Perspectiva de Género, que mandata la Suprema Corte de Justicia.