CON PRECAUCIÓN: Ladrones de gente pobre

Por Sergio Mejía Cano

10 / Mayo / 2016

En días pasados, el destacado periodista nayarita Oscar González Bonilla, subió a las redes sociales fotografías que lo mostraban disfrutando de un fabuloso periplo por el estado de San Luis Potosí, y este lunes 09 del presente mes de mayo, aparecen en el mismo sitio otras fotografías en donde el periodista da cuenta de cómo los ladrones le dejaron su casa de revuelta después de hurgar en busca quizá de lo de más valor.

Señala el mismo González Bonilla de que entre otras cosas también le fue sustraída su computadora. Y si bien todo lo material es recuperable –a veces, no siempre- y por lo regular no pesa tanto su pérdida mientras no esté de por medio la integridad física, sí que es perturbador el que le roben a cualquiera documentos o como en este caso de don Oscar, su máquina computadora en donde posiblemente tenía guardado escritos y datos de suma importancia para él, ya sea para apoyarse en su trabajo o tener almacenados sus archivos de lo que ha documentado, etcétera.

Es como cuando alguien pierde o le roban su cartera y que en la misma trae credenciales de uso personal, ya sea para identificación, tarjetas bancarias, alguna factura, un recibo u otro papel de importancia que acababa de recibir, en donde lo que pesa perder son precisamente estos documentos y no tanto el dinero que se haya traído en la cartera, obvio que de acuerdo a como están las cosas de críticas en cuestión económica, desde luego que es doloroso perder dinero, la cantidad que sea; sin embargo, lo más engorroso es que desaparezcan credenciales y otra clase de documentos que mucha gente acostumbra a portar en la cartera personal, debido a que por ejemplo, si traía la credencial de elector, habrá que volver a hacer trámite para obtener otra de repuesto, si acababa de agenciar el recibo de un pago muy importante o si cargaba tarjetas de débito o de crédito, aparte de correr el riesgo de que vayan a hacer más uso de ellas, también habrá que acudir a la institución bancaria correspondiente para reportar la pérdida, etcétera.

Ya tiene tiempo que continuamente se reporta en algunos medios que manejan la nota policíaca, que se han incrementado los robos a casas-habitación en la capital nayarita, sobre todo en las colonias de la periferia o barrios más modestos, y esto es lo que más llama la atención: ¿por qué los domicilios de la gente menos pudiente son los que más les gusta saquear a los rateros? Cuando se han reportado robos a casas particulares, por lo regular son de los que se ubican en colonias populares, es muy raro que se informe que fue saqueada una casa ubicada en alguna zona residencial; claro que no están exentas de que pudieran ser asaltadas o robadas algunas o todas de las cosas que las ocupan, pero es muy raro o menos frecuente que los robos que suceden en hogares de gente de escasos recursos. Se entiende que es posible que los habitantes de una casa situada en zona residencial prefieran no hacer mucho argüende dando a conocer que fueron robados y de algún modo impiden que se dé a conocer en los medios; entonces ¿será acaso que a los ladrones les gusta robar a gente pobre porque saben que es poco probable que las autoridades investiguen el robo a una casa pobre o que sus moradores denuncien el robo? Se ha documentado que mucha gente prefiere no denunciar un delito en su contra porque a veces les resulta contraproducente por tener que andar vuelta y vuelta y además, porque tal vez los primeros en ser investigados sean los mismos denunciantes, así que mejor ahí muera el asunto.

Es curioso que por lo regular estos robos a casas-habitación, así como asaltos a transeúntes se den entre gente del mismo estrato social o dentro de su mismo barrio o zona de la ciudad. Raterillos de poca monta se dan más a la tarea de asaltar y robar en su mismo barrio que en una colonia rica o de gente más o menos pudiente, ya no digamos que jamás se atreverían a aventurarse a asaltar a alguien que vista elegantemente y que viaje en carro del año; no, esto es mucho para esta clase de ratas, así que mejor se dedican a asaltar a un obrero que trabajosamente se ganó el sustento de su familia y que al ser asaltado no nada más fue el trabajador el afectado, sino toda su familia también.

Es en sí muy traumatizante el llegar después de un viaje y encontrar la casa toda revuelta, ver con tristeza que no nada más se llevaron lo de más valor que estaba a la vista, sino que quizás por buscar más, los ladrones hasta destruyen mobiliario sin ninguna necesidad. ¿Y todo para qué?