Conjeturas: La homofobia otro reto a vencer

Francisco Cruz Angulo

20 / Mayo / 2016

Un acontecimiento inesperado ocurrió la mañana del martes pasado en la residencia oficial de Los Pinos en la capital de la república cuando el presidente Enrique Peña Nieto convocó a diversas organizaciones de la comunidad lésbica, gays y transgéneros ante quienes anunció que enviará al Congreso de la Unión dos iniciativas de reforma. La primera consiste de reformar el Artículo 4 Constitucional que legalice que dos personas del mismo sexo ejerzan el derecho a contraer el matrimonio civil de igual forma que tienen las parejas heterosexuales.

La otra iniciativa consiste en reformar el Código Civil Federal que obligue a todas las entidades de la república a que homologuen sus respectivos Códigos Civiles de manera que no se continúe discriminando a estas minorías de preferencias sexuales y culturales diferentes.

Estas dos iniciativas presidenciales cayeron como una bomba en los grupos conservadores ultraderechista de la sociedad y de la alta jerarquía católica mexicana quienes mostraron su oposición a dichas iniciativas por considerar que van contra de los actuales valores morales y usos y costumbres de la familia tradicional.

En Nayarit somos pioneros en el respeto a esos derechos. En diciembre del año pasado la XXXI Legislatura local luego de celebrar varios foros públicos sobre el tema aprobó la reforma a nuestro Código Civil Estatal a partir de una iniciativa presentada por el diputado perredista Luis Manuel Hernández Escobedo apoyada por las organizaciones lésbicas, gays y transgéneros de nuestra entidad.

Gracias a esta iniciativa apoyada por la mayoría de los diputados y por el jefe del Poder Ejecutivo Estatal, Roberto Sandoval la comunidad homosexual ejerce a plenitud esos derechos.

Es más, de acuerdo a información proporcionada por el director estatal del Registro Civil, Lic. Eduardo Naya Vidal a nuestra entidad concurren parejas de otros estados de la república a solicitar su matrimonio civil sin más trámites que lo que exige nuestro Código Civil.

Sin embargo esa garantía constitucional a esas minorías no significa en modo alguno que en la cotidianidad sean respetados esos derechos debido a que arrastramos los milenarios atavismos religiosos y los usos y costumbres que están sumamente arraigados en nuestra sociedad.

Esta actitud homofóbica y discriminatoria a estas minorías no podrán ser erradicadas de la noche a la mañana en el núcleo familiar, en el entorno comunitario, en la escuela y en los centros de trabajo.

Está tan arraigada esta cultura discriminatoria a estas minorías desde el momento que al niño o a la niña se le inculcan patrones de conducta tradicionales que va desde la imposición de juguetes, vestuario y hasta colores para diferenciarlos al uno del otro; y es precisamente cuando no coinciden con esos patrones de conducta fomentados en el seno de la familia cuando se inicia el largo calvario de aquellos niños o adolescentes que muestran patrones de conducta diferentes a los tradicionales.

Luego en la comunidad o en la escuela o en los centros de trabajo son objeto de burlas, humillación y agresión física por los que son confinados a vivir en una constante zozobra porque son víctimas del rechazo social.

A esa cotidianidad habrá que enfrentarse la comunidad lésbica, gay y transexual puesto que el principal obstáculo será, como expresamos anteriormente los dogmas religiosos y una cultura tradicional sustentada en el machismo que lamentablemente permea a grandes sectores de la población y a nuestras instituciones públicas.

Las minorías arriba señaladas han ganado a pulso su derecho a salir de la invisibilidad ya que tienen el derecho como seres humanos a determinar libremente una nueva manera de construir una familia. No puede haber igualdad de derechos de las minorías si a estas no se les respetan sus libertades y derechos ciudadanos de la misma manera que a una familia heterosexual. El amor es universal y va más allá de las preferencias sexuales