CON PRECAUCIÓN

Por Sergio Mejía Cano

25 / Mayo / 2016

Como se dice comúnmente que para todo hay gente, el trabajo más denigrante pudiera ser el de guarura, de guardaespaldas, es decir, el de proteger a otra persona antes que a uno mismo. O peor aún: el ser policía de cualquiera corporación e ir a macanear a la población para proteger los intereses de gente en el poder que no quiere que se le cuestione sus decisiones.

Cuando niños, la mayoría de nosotros al ver a un agente de tránsito, a un bombero, a un albañil o equis personas, pensamos en ser algo igual o parecido; sin embargo, es poco probable que alguien añore que siendo adulto quiera ser policía, incluso entre los mismos hijos de los policías y menos cuando cotidianamente se oye decir que ni que fuera hijo de cuico o en el peor de los casos: si es cuico, dale otro, esto cuando se oye algún tronido o ruido fuerte.

Hoy en día en que gracias a las redes sociales cotidianamente se observa la represión sobre la población de las llamadas fuerzas del orden, macaneando a los maestros u otro tipo de manifestantes, ¿con qué cara pueden ver a sus hijos estos represores pertenecientes a los dizques fuerzas del orden? Al llegar a su casa estos represores ¿se quejarán ante sus hijos que los sangrones manifestantes les mancharon sus botas de sangre? Y su esposa ¿le reclamará que la macana está impregnada de cabello o cuero cabelludo? ¿Se pondrán a pensar alguna vez quién en realidad les paga el sustento para la manutención de su familia? ¿Habrá algún servidor público como los policías que piense alguna vez que a quien cree su enemigo es en realidad su patrón? ¿Y que quien los manda a macanearlos es verdaderamente su peor enemigo?

¿Habrá algún policía que cuando le ordenan que allane un domicilio pida la orden judicial que lo avale? ¿Y habrá algún policía con la fuerza moral suficiente de que en ese mismo instante le diga a quien ordena ese allanamiento, que está detenido por violar la ley?

Pero volviendo a la acérrima actitud de que haya quien le cuide las espaldas a otra persona, este acto se podría considerar como de lo más aberrantes, más sumisos y peores de los que podría tener algún ser humano. ¿Qué les podría decir a sus hijos un guarura cuando éstos le pregunten respecto a su trabajo?

Y peor aún, cuando en las redes sociales esos hijos vean a su papá macaneando a sus profesores que piden se reconsidere la reforma educativa que ha oído en esas mismas redes que no es educativa, sino más bien laboral, y que al caérsele la capucha ven con no admiración sino con tristeza que es su papá, el policía el que anda macaneando a sus profesores, un hijo bien centrado mentalmente, ¿qué le va a preguntar a su papá policía? Y éste, ¿qué les podría responder?

Eso de cuidarle las espaldas a quien abiertamente viola la ley, sí que es o se podría considerar como lo más degradante para un ser humano: lo más aberrante, pero como se dice: para todo hay gente y ni modo; ¿qué se le va a hacer?

Y desde luego que es más aberrante y denigrante para el ser humano, el cuidarle las espaldas a personas que claramente dan muestras de ser inhumanos, que no se tocan el alma para dañar a otros con el fin de afanarse de sus propiedades para beneficio propio o acusándolos de delitos que no cometieron con el fin de adueñarse de sus propiedades, etcétera. Y así, hay quien los tenga que proteger nada más porque están en un puesto gubernamental o tienen una lana con la que pueden acallar las quejas. ¿Será?