Numinor: Ciencia y Religión: ¿Indisoluble Problema?

Ángel Agustín Almanza Aguilar

26 / Mayo / 2016

Albert Einstein escribió: La experiencia más hermosa que tenemos a nuestro alcance es el misterio. Es la emoción fundamental que está en la cuna del verdadero arte y de la verdadera ciencia. El que no la conozca y no pueda ya admirase, y no pueda ya asombrase y maravillarse, está como muerto y tiene los ojos nublados. Fué la experiencia del misterio (aunque mezclada con el miedo) la que engendró la religión. La certeza de que existe algo que no podemos alcanzar, nuestra percepción de la razón más profunda y la belleza más deslumbradora, a las que nuestras mentes sólo pueden acceder en sus formas más toscas son estas certezas y esta emoción las que constituyen la auténtica religiosidad.

En este sentido, y sólo en éste, es en el que soy un hombre profundamente religioso. No puedo imaginar a un Dios que recompense y castigue a sus criaturas, o que tenga una voluntad parecida a la que experimentamos dentro de nosotros mismos. No puedo ni querría imaginar que el individuo sobreviva a su muerte física; dejemos que las almas débiles, por miedo o por absurdo egoísmo, se complazcan en estas ideas. Yo me doy por satisfecho con el misterio de la eternidad de la vida y con la conciencia de un vislumbre de la estructura maravillosa del mundo real, junto con el esfuerzo decidido por abarcar un parte, aunque sea muy pequeña, de la razón que se manifiesta en la naturaleza. -(EL MUNDO TAL COMO LO VEO, del libro Sobre la Teoría de la Relatividad y otras aportaciones científicas, Ed. Sarpe, 1983, Colección Grandes Pensadores, Altamira, España)-. Ahora bien, sin olvidar aquello de que: La Ciencia sin la Religión es coja, y la Religión sin la Ciencia, ciega.

Ciencia y Religión, he aquí el tema. Y sale la pregunta: ¿De dónde obtuvo Jesucristo el cromosoma que faltaba? Jesús fue engendrado por obra del Espíritu Santo.

Nuestros primeros ancestros se sorprendieron ante un conjunto de fenómenos naturales que dominaban su existencia, como la enfermedad y la muerte, la alternancia entre periodos de oscuridad y luz, las estaciones, las tormentas, la grandiosa diversidad de criaturas, animales y plantas, etc.

Surgiría así, pues, dos formas distintas de entender lo que sucedía, la primera se caracterizaría por enfrentar con estupefacción y reverencia el conjunto de acontecimientos que evadían a la comprensión racional, y a tratar de propiciarlos o prevenirlos mediante actos de culto, y de tal manera eclosionaba la religión. En cuanto a la segunda consistió en buscar y hallar patrones regulares, buscar explicaciones, respuestas, en términos racionales: nacía la ciencia.

La naturaleza, en su sistema, demanda conocimientos objetivos, y ello es un proceso de adquisición sapiencial; es ciencia. Pero centrarse en lo sobrenatural, en lo divino o sagrado, con prácticas rituales, es terreno de la religión.

El origen del universo, de la vida, he aquí el quid de la controversia entre religión y ciencia.

Porque hay religiosos que están aferrados en afirmar que la ciencia nunca llegará a descifrar el misterio y el enigma de los orígenes, mientras niegue la existencia de un Dios Creador, y la ciencia por su parte se obsesiona con la idea de que la religión, sus dogmas y representantes de la divinidad aquí en el mundo son ya obsoletos.

No debemos olvidar nunca de los nuncas lo que ocasionó el fanatismo religioso -¡Esa absurda y manipulante infalibilidad- con, verbi gratia, Giordano Bruno o Galileo Galilei –que se sigue movilizando-; la inquisición

Pero la ciencia sigue sin resolver el gran asunto del origen y diseño maravilloso de las leyes que rigen al universo entero. ¿Qué ocurrió para que los elementos químicos que se hallaban en la sopa primigenia se combinaran de tal manera para que surgiera la vida, que evolucionó hasta nosotros? Observando las complejas estructuras y procesos que subyacen en la naturaleza, es difícil no aceptar la existencia de una súper inteligencia cósmica, en nuestro caso Dios mismo.

GARAJE: El antiguo problema filosófico: ¿Existe Dios? ¿Sí? ¡Demuéstrese! Finalmente: ¿Qué había, entonces, antes del Big Bang?