REDESCUBRIENDO: La Creencia en el Fin del Mundo.

Por: José Miguel Cuevas Delgadillo

14 / Julio / 2016

Los fines de siglo en la historia de algunas sociedades europeas han generado en ciertos sectores de la sociedad dos inquietudes: la primera, en un sentido apocalíptico; la segunda, en un sentido milenario. La apocalíptica se refiere al temor por la llegada del fin del mundo a partir de un contexto social en crisis, en términos teológicos llamado también: señales antes del fin. Dichas señales las encontramos en el libro sagrado de los cristianos. Tomadas principalmente de Jesús en un discurso dado a sus discípulos y de algunas referencias que añade el apóstol Juan en el libro del Apocalipsis. De estas fuentes neo testamentarias se desprenden la mayoría de los estudios conocidos en la actualidad, sin embargo, el tema ha tomado matices científicos, es decir, analizado desde la óptica de las ciencias naturales y se ha establecido una escuela de corte secular.

Históricamente la creencia en el fin del mundo y los temores que produce tal idea han sido demostrados por abundantes investigadores. Para el estudio de este tema la importancia del tiempo y el curso de la historia toman relevancia. Para el cristianismo el tiempo tiene principio y fin. Para expresar el principio se ha valido del libro del Génesis y para el fin el libro del Apocalipsis. Los autores que han abordado el tema no han dejado de lado dicha reflexión. Damian Thompson en su obra El fin del tiempo: fe y temor a la sombra del milenio dedica un capítulo completo a la cuestión del tiempo. Sostiene que la idea de fin de siglo nace en el siglo XVI cuando se incorpora a la medición del tiempo los segundos. A esta reforma de la medición del tiempo se añadió la incursión tardía del siglo. A partir de esta época (siglo XVI) la noción de fin de siglo toma matices apocalípticos. Sin embargo, en su obra clásica El año mil, Georges Duby le da más peso a la cuestión del fin de milenio, sosteniendo que dicha invención es netamente cristiana. Para Duby el cristianismo le pone edad al tiempo. A partir de esta apreciación Duby elabora su análisis. Sitúa al año mil, por lógica cronológica cristiana considerando 1000 años después del nacimiento de Cristo, como un año trágico desde la perspectiva histórica. Los cometas, los eclipses, combates de estrellas, monstruos, epidemias, hambres, el enfriamiento de la fe y la subversión del templo. Todas estas circunstancias, según los escritos de historiadores de la época que Duby utiliza como fuentes, dichos acontecimientos antes y después del milenio reforzaron la creencia en el fin del mundo para ese año. Pero ¿A partir de qué acontecimiento debemos considerar el milenio, del nacimiento de Cristo o de su muerte? Duby plantea esta polémica mencionando que se manifestaron temores y expectativas en lagunas sociedades europeas antes del año 1000, es decir, a partir del nacimiento de Jesús, al no darse el Fin en ese año, los temores se trasladaron hasta el año 1033 el milésimo aniversario de la muerte de Cristo. Krishan Kumar coincide con Duby sobre la visión del tiempo que tiene el cristianismo. Curiosamente Kumar pone en duda el surgimiento de temores a nivel colectivo a la llegada del año 1000 y refiere que dichas aseveraciones son producto del siglo XVI; pero sostiene que en ciertos sectores de la sociedad medieval los hubo antes y después del año 1000.

Por otro lado, afirma que Agustín de Hipona fue quién se atrevió a poner fin al mundo para el año 1000. Al igual que Duby, Kumar se pregunta si el milenio comenzó con el nacimiento de Cristo o en su muerte. Tomando en cuenta las dos posturas anteriores se puede afirmar que la expectación en la sociedad europea para el año 1000 y para el año 1033 estuvo presente. Por otro lado, encontramos en el estudio de Kumar una apreciación bastante interesante que no se presenta en otros estudios. Según el autor en el Concilio de Éfeso (431 d. C.) se había proclamado que el milenarismo era una herejía, sin embargo la iglesia medieval siguió expresando su creencia en el fin del mundo... En la actualidad la creencia no es reforzada para los feligreses, sin embargo existe un número considerable de católicos en el mundo que esperan el final de todas las cosas. Para Kumar, la espera del Apocalipsis en cualesquier sociedad del mundo evoca dos sentimientos que no pueden estar separados de todo individuo milenario, el temor y la esperanza. Duby concuerda con esta postura de los miedos, temores y angustias que resurgen en los hombres apocalípticos en determinadas épocas y la mezcla que se da entre las sensaciones anteriores y la esperanza de una vida mejor no se pueden separar. Por otro lado, el sentimiento milenarista se manifiesta a partir del mismo contexto social en crisis; pero a diferencia de la anterior, la inquietud milenaria produce una esperanza de algo mejor, de la llegada de una nueva era empezando el nuevo siglo. Hasta la próxima. redescubriendo@hotmail.com