Numinor : El Piano, el más ilustre de los instrumentos. -Para Paola Noemí González, un alma con talento musical-.

Ángel Agustín Almanza Aguilar

08 / Agosto / 2016

Lo llamaré ‘Clavicémbalo’, con tonos suaves o fuertes. Así fue como fue bautizado el piano –palabra de origen italiana, que significa ‘suave’– por Bartolomé Cristofori de Padua. Corría el año 1711.

Nacía un gran invento musical, con la memoria de sus ilustres antepasados, el Salterio (S.XI) y el Clavicordio (S.XV). El Salterio es el más directo antepasado del Piano, y procedió del oriente. Éste es un instrumento con una caja de resonancia en forma trapezoidal o triangular, sobre la cual hay varias cuerdas tensas, de diferentes tamaños. Se toca con los dedos, con plectro o golpeando (plectro significa golpear) las cuerdas con un martillito. En la actualidad podemos encontrarlo en algunos pueblos eslavos, y también –sobre todo– en el húngaro, que lo usan en sus conjuntos musicales. En cuanto al Clavicordio, lleva en sus extremos unas palancas o varillas metálicas que, al pulsar la tecla, golpean la cuerda correspondiente, haciéndola vibrar. Años después, las palancas metálicas se sustituyeron por pequeños plectros de pluma de oca y se perfeccionó la mecánica del teclado, el sonido, a pesar de continuar siendo seco y breve, se hizo más dulce, y el instrumento resultó más manejable, haciendo de esta manera las espinetas y el glorioso Clavicordio.

La genial invención de Cristofori fue el mecanismo constituido por un martillo y sus accesorios. Gracias a él, el Piano adquirió un sonido rico en matices e inflexiones, cálido y vibrante, que se ha convertido en su característica principal.

Los mencionados martillos de Bartolomé (De Padua) fueron unidos a sus teclas correspondientes, consiguiendo así un sonido fuerte, cálido, susceptible, sobre todo de ser matizado en piano, es decir, suave, y en forma intensa.

Se nos mencionan tres elementos principales en los efectos a saber: el martillo, el escape, y el amortiguador.

El martillo tiene la función de golpear la cuerda y, según la fuerza con que se pulse, con más o menos vigor, se producen sonidos de intensidades diferentes. La gran ventaja sobre el Clavicordio es que aquí el martillo sobre la pluma de oca consiste, precisamente, en la posibilidad de producir una gama casi completa de intensidades sonoras y, por lo tanto, de capacidad expresiva.

El escape consiste en la capacidad que tienen los martillos de regresar, después de haber golpeado la cuerda, a su posición primitiva, dejándola vibrar y prolongando el sonido.

Por lo que respecta al amortiguador, es un plectro cubierto de paño, que se apoya sobre las cuerdas cuando el concertista aprieta la tecla, el amortiguador se levanta, dejando vibrar la cuerda, y permanecer alzado hasta que suelta la tecla. Gracias a este dispositivo, el concertista puede dejar vibrar una nota durante todo el tiempo que quiera.

Finalicemos con una imagen, trasladándonos allá por el año 500 Antes de Jesucristo, donde vemos al filósofo Griego Pitágoras. Trabajar en su espacio elegido. ¡Qué hace? Está ante una tablilla de madera que tiene una cuerda fijada, misma que pasa por encima de una pequeña caja de resonancia, arrollada a un cilindro giratorio, y se mantiene en tensión gracias a un peso suspendido en uno de sus extremos. Bajo la cuerda da pasa un puentecillo móvil, que sirve para regular la longitud del trozo de cuerda cometido a las vibraciones. La cuerda puede pulsarse o frotarse con un arco de violín. Variando la magnitud del peso o corriendo el puentecito móvil, la cuerda produce sonidos graves o agudos

Se trata del Monocorde, o Sonómetro, aparato que sirve para estudiar, en muchos laboratorios de física, todavía hoy, y demostrar determinadas leyes acústicas.

Lo de Pitágoras fue imaginación, pero a él se le atribuye este invento. Recordemos que Pitágoras hablaba de La Música de las Esferas.