En el área 71 se escuchaban gritos de personas

09 / Agosto / 2016

Por Oscar Verdín Camacho


Cuando se celebra una audiencia en el sistema de justicia oral, regularmente hay dos elementos de seguridad en la sala, pero en el caso de Omar Hernández Rueda se requirieron tres: dos policías varones estuvieron de pie junto a él –a su costado izquierdo y a su espalda-, y una tercera agente del lado del público asistente.

La medida de prevención supone el peligro de Omar, apodado El Cantera y quien el viernes cinco asistió a la audiencia de control de detención como imputado en el homicidio de Jesús Rodríguez Aranguré, la noche del martes dos en la penal de Tepic.

Posiblemente arriba de los 40 años, con calvicie y además rapado, unos tatuajes se asoman en el cuello de Hernández, a quien el juez de control Guillermo Romero Ríos le explicó con detalle sus derechos, el sentido de la audiencia, y le orientó para consultar con sus abogadas.

Un agente del Ministerio Público reseñó el informe de elementos de seguridad de la penal: a las 22:30 horas se enteraron por radio que en el área 71 se escuchaban gritos de personas

Se dispuso un operativo y a las 22:37 arribaron a la citada zona, que corresponde a reos con posibles trastornos mentales y que está en un desnivel. Al ver hacia abajo, observaron a un hombre tirado y a otro de pie a su lado: era Omar Hernández, con un cuchillo en la mano derecha y manchas de color rojo en el cuerpo.

La defensa de El Cantera no objetó la detención en flagrancia.

A continuación, la representación de la Fiscalía General del Estado solicitó el auto de vinculación a proceso contra el sujeto, por homicidio calificado, para lo cual describió la existencia de 129 lesiones en distintas partes del cuerpo de Rodríguez Aranguré, evidencia, explicó, del instinto salvaje y del desprecio por la vida

El juez nuevamente explicó al imputado que podía declarar sobre los hechos, o bien reservarse el derecho, lo que en su caso no sería tomado en su contra.

Me reservo el derecho, respondió.

El auto de vinculación a proceso –citó Romero Ríos-, podía resolverse en ese momento, o en una ampliación de 72 horas o de 144 horas a partir de la puesta a disposición.

Lo anterior generó aparente confusión en el detenido, que cosquilleaba con los dedos de la mano izquierda. Una de sus abogadas le explicaba, bajita la voz. Pasaron algunos minutos:

De una vez, si se puede, finalmente dijo.

El juez insistió que posiblemente su defensa requería tiempo para preparar una estrategia, proponiéndole que continuara hablando con sus abogadas.

No tengo nada que platicar, añadió.

Una de las abogadas consideró entonces que Omar no sabe el estado en que se encuentra, no se ubica en tiempo y lugar de lo que está sucediendo, por lo que solicitó 15 minutos para dialogar con él. La audiencia fue suspendida durante ese tiempo.

Cuando se estuvo de regreso, se decidió que hasta esta semana se dicte la vinculación a proceso.

Además del asesinato del martes pasado, Omar enfrenta cargos por otro homicidio calificado.