Debaten locura en asesinato del penal

11 / Agosto / 2016

Por Oscar Verdín Camacho

No había de otra. Al iniciar la audiencia para estudiar el auto de vinculación a proceso contra Omar Hernández Rueda El Cantera, se le vio esposado y con dos policías estatales cerca de él, vigilándolo.

El juez Guillermo Romero Ríos explicó que momentos antes, Hernández Rueda no había tenido un buen comportamiento mientras estuvo en el área de celdas del inmueble de juicios orales, por el bulevar Tecnológico y casi esquina con Aguamilpa.

No tengo abogado, expresó el imputado, aunque a su lado permanecía la defensora pública María Guadalupe González Zapata.

Presunto responsable del asesinato de Jesús Rodríguez Aranguré, la noche del martes dos en la penal de Tepic, provocándole 129 lesiones con cuchillo -85 de ellas en tórax-, la audiencia de este miércoles en que el juez dictó auto de vinculación a proceso por homicidio calificado, versó sobre un aspecto principal: si El Cantera es un enfermo mental y si al momento de la agresión estaba o no consciente de lo que hacía.

Durante la audiencia se le notaba inquieto, llevándose las manos a la cara o haciendo como que escribía en el escritorio. Para evitar sorpresas, uno de los policías estaba a centímetros de él. Le acomodó la cabeza al menos una vez para que viera al frente y no volteara hacia el público. Y en una de esas levantó un dedo como pidiendo la palabra, mientras su defensora exponía. El juez le preguntó si estaba cansado. Decidió que Hernández fuera pasado a una sala de al lado, acompañado por dos policías, pero minutos después añadió que, le informaban, el sujeto se estaba golpeando solo por lo que, como medida de seguridad, sería llevado a celdas.

Ahí se le vio pasar. Llevaba una camiseta blanca sin mangas, asomando tatuajes en los brazos.

En la agente ministerial Cecilia Dávalos recayó la descripción que se tiene del ataque, la versión de ocupantes del área 71 -que alberga a reos con padecimientos mentales-, por ejemplo, una aparente discusión por una cama entre Hernández y Rodríguez horas antes del homicidio, o la justificación del primero ante uno de los testigos de que el otro se le aventó y él se defendió, o bien que, en la oscuridad, parecía que Omar le tiraba manotazos, cuando en realidad tenía en mano un cuchillo de 20.5 centímetros de longitud que entraba y salía en el cuerpo.

La fiscal Dávalos resumió la existencia de diversas agravantes como la premeditación, considerando el tiempo transcurrido entre la discusión por la cama y el ataque. Igualmente incluyó la alevosía, ventaja, brutal ferocidad. Todos los testimonios recogidos apuntan a la participación de Hernández.

Por su parte, González Zapata criticó el señalamiento contra el imputado puesto que el área 71 estaba oscura, pero sus argumentos principales apuntan a un posible padecimiento mental de El Cantera, puesto que, explicó, hace más de 20 años recibe tratamiento psiquiátrico, consumiendo medicamento controlado.

También se refirió a un dictamen emitido horas después del homicidio, en que una perito oficial encontró que Omar Hernández no está orientado en el tiempo y no tiene un lenguaje coherente.

El pasado cinco de agosto, se giró oficio al penal de Tepic para que el psiquiatra del lugar precisara la situación del imputado, pero a la fecha no ha habido respuesta.

Para la defensora, Hernández no estaba en sus cinco sentidos y no se dio cuenta de lo que hacía el pasado dos de agosto. Añadió que hay antecedentes de consumo de drogas y una parálisis facial hace tiempo.

Frente a ello, la fiscal consideró que las partes no eran las idóneas para determinar el estado mental del individuo, sino un profesionista en psiquiatría. Insistió que Hernández sí planeó el ataque, por el tiempo transcurrido a partir de la discusión con Rodríguez por una cama.

La defensa insistió: si El Cantera estaba en el área 71 de reos psiquiátricos, si tiene medicamento controlado, si una doctora de la fiscalía dictaminó que no está ubicado en el tiempo, son indicios de que es un enfermo mental y que no supo lo que hacía esa noche del martes dos.

Para el juez Romero Ríos, al no existir un dictamen psiquiátrico, se presume la responsabilidad de Hernández Rueda en un delito de homicidio calificado. Por cierto, se explicó en la audiencia, purga una condena de 35 años por otro homicidio.

El posible padecimiento mental de Hernández Rueda representa un problema complejo en la penal. Si en el estado no se cuenta con un hospital psiquiátrico, habrá que imaginar lo que significa que haya reos en esa condición.