Oren por mí: Gladys Tiznado

* A mi Dios nada más le pido que me ponga de pie, nada más eso, porque yo voy a hacer el resto. Voy a luchar hasta el último suspiro. Hasta el último suspiro. Tengo un hijo de 11 años

06 / Octubre / 2016

Por Oscar Verdín Camacho

Para qué hacer anotaciones en la libreta, si Gladys Tiznado concede total libertad y confianza: tú escribe lo que quieras, como quieras.

Para qué hacer anotaciones si se le puede ver y reconocer en su grandeza, peleando día a día contra ese cáncer de mama que fue implacable al arrancarle un pecho o para robarse su cabello. Ese cáncer que podrá debilitarla pero no, no le gana.

A Gladys Tiznado se le encuentra acomodada en un sofá en la sala de su casa.

Hay una fuerte lucidez en su ser. Las palabras se tropiezan unas con otras como si todas tuvieran prisa por salir al mismo tiempo. Su amiga y comadre y hermana Carmen Nájera repite las palabras de Gladys para dar certeza a lo que ha dicho.

- ¿Qué le dices a tantos que te quieren, Gladys?.

- Que oren por mi. Oren por mi.

El brazo izquierdo de Gladys parece tener voz y mando y cumple un trabajo de líder en un cuerpo lastimado. Es exigente y se mueve con firmeza. Con ese brazo saluda y con ese brazo señala el dolor en el cuerpo.

Cuando Gladys me dice algo así como ¡mírame!!, ahí está el brazo apuntando desde los pies hasta su cabeza.

Y también con esa mano izquierda seca sus lágrimas.

A mi Dios nada más le pido que me ponga de pie, nada más eso, porque yo voy a hacer el resto. Voy a luchar hasta el último suspiro. Hasta el último suspiro. Tengo un hijo de 11 años

Si octubre es el mes de lucha contra el cáncer de mama, la abogada nativa del municipio de Tecuala reflexiona a las mujeres que puedan leer estas líneas: este mes no es para festejar, sino para que las mujeres hagamos conciencia y nos revisemos, nos hagamos estudios para cuidarnos.

Desde hace años Gladys Tiznado hizo público su padecimiento. Lo compartió con todos y ha hablado cuanto ha podido. Se ha sometido a tratamientos, ha tenido el acompañamiento de su familia y otros cercanos. Y también ha reflexionado sobre la salvaje crueldad que viven quienes enfrentan una enfermedad así, pero solas, sin apoyo familiar y sin recursos.

Sus palabras son un reclamo, un grito de exigencia, una mentada a los corruptos:

La gente se muere por ser pobre. Los gobiernos deben meter más dinero a la salud. Mucho, mucho...

Hace unos dos meses Gladys fue llevada a la playa Platanitos. Quería bañarse y la cuidaron entre las olas, pero en una de esas se les resbaló y unos segundos estuvo bajo el agua. Finalmente su brazo izquierdo mandón emergió para ser rescatada.

Bonita iba ser la cosa: tanto pelear contra el cáncer, tantos estudios, quimioterapias y demás, para irse a morir ahogada por un descuido.

Por una ventana de la casa se ven los árboles que crecen grandes en la Calzada del Panteón. En una de las paredes hay una copia de La Gioconda, la obra exquisita de Leonardo da Vinci.

Y no me quiero ir sin arrancarle una carcajada a Gladys.

Le pregunto si se acuerda del vestido que hace años traía puesto cuando empezó a contar en un auditorio lleno de señoras que, cuando algún hombre la veía en la calle quizás decía: esa se ve buena, pero sin saber que le faltaba una bubis.

- ¡El vestido rojo y el sombrerito! –completa Gladys, y si, riéndose por aquella narración-.

Y es que, en la parte final de la crónica se asentó que también yo me sumaba a otros porque con ese vestido rojo, siGladys se veía buena.

Y traigan más toallitas a Gladys porque ahora está llorando por una buena carcajada.