El Último Agrarista: José Franco López

09 / Noviembre / 2016

Texto: Arturo Jiménez Soriano

Fotografía: Ángel Carbajal Aguilar

El Personaje del Centenario inicia su charla de esta forma: Aquel día marco mi vida. El patrón llamado Antonio Cambero, fue implacablemente severo conmigo.

Me maltrató de palabra y acción. En ese entonces yo era un joven de 17 años, que desde cuatro años atrás, había entrado a trabajar para los Cambero, -una de las familias más ricas de Jala-, en el aserradero de Jalpa Grande.

Ellos tenían concesionaria la explotación forestal de la sierra del mini de Jala. El producto extraído de la depredación de los bosques, lo comercializaban en una maderería ubicada por la calle Abasolo, casi frente al Mercado del mismo nombre en la ciudad de Tepic. El trato que nos daban a los trabajadores de los aserraderos serranos, era de infamia. Igual que el otorgado por los hacendados porfirianos a sus peones acasillados.

Yo nací el 10 de junio de 1941, en el municipio de Jala, Nayarit, siendo mis progenitores Salvador Franco Navarro y Teresa López Lizardo, ninguno de los dos sabía leer ni escribir. Evoca José+. Mi padre, a la edad de 13 años se unió a las fuerzas armadas de Francisco I. Madero, luego militó en la División del Norte con Pancho Villa, y concluyó su historia de Insurgente incorporándose a la Guerra Cristera en 1936. Quedé huérfano de padre y madre a la edad de 4 años, bajo el cuidado de dos tías hermanas de mi padre.

El día que me maltrato el patrón, castigándome no sólo de cuerpo, sino en mi dignidad, nació en mí, la llama de la inconformidad. Y me dije para mis adentros: ‘Si mi padre se fue a la revolución para que tuviéramos los mexicanos pobres una vida diferente al maltrato y a la humillación, mi deber entonces es levantar sus banderas y luchar porque está situación termine en beneficio de los campesinos pobres’.

A partir de ese momento, me di a la tarea de platicar con mis compañeros para integrar un sindicato.

Una organización con la que pudiéramos defender nuestros derechos, y nunca jamás, nadie nos maltratara en nuestra dignidad de hombres, ni tampoco siguieran pagando nos salarios de hambre.

Corría el año de 1962, -recuerda José-, En dos semanas tenía ya 20 hombres decididos a organizarnos en el Sindicato de Trabajadores de la Industria Maderera. La reacción de los patrones no se hizo esperar, nos despidieron a todos. A través de la radio yo escuchaba que estaban solicitando campesinos para ir a formar nuevos centros de población y ejidos en el sureste del país. Así nació en mí la idea de convertirme en Agrarista.

En el año de 1963 ya estaba incorporado de lleno a la lucha Agraria con los ejidatarios y comuneros de Jomulco, municipio de Jala, Nayarit. Cursé mis estudios primarios en los años de 1947 a 1952. Pero mi deseo de prepararme para ser más efectivo en la lucha nunca decayó.

Solicitamos dos nuevos centros de población en el municipio de Compostela, que ahora llevan los nombres de Bella Unión y Cándido Salazar, uno de los propietarios era el licenciado Samuel Ledezma, otro potentado Jaleño, que trabajó muchos años en el Poder Judicial de Nayarit.

En los años 1964-1966 logró el registro de 20 sociedades cooperativas de la producción tabaquera en los municipios de Tecuala, Tuxpan, Santiago Ixcuintla, San Blas y Compostela. 7 lograron su registro federal, sólo la de Palma Grande pudo vender su tabaco a Checoslovaquia, las demás no pudieron vender su producción al extranjero, porque el presidente de la República se opuso a la exportación favorecido a las compañías norteamericanas que operaban en Nayarit y en el país.

Cerrando sus ojos, evoca algunos de sus momentos culminantes como gestor agrario. Recuerda que en 1963 viajó a la ciudad de México y en entrevista con el licenciado Javier Rojo Guzmán, fue incorporado como ayudante de personal del funcionario hidalguense, que en esa época lideraba a la CNC nacional. Dentro de las tareas que realice, fue la de ser Delegado Nacional de la CNC en los estados de Michoacán, Campeche, Guerrero y Durango, donde había problemas forestales y agrarios muy arraigados que perjudican a los comuneros indígenas.

Señala que en 1965, siendo presidente de la república Gustavo Díaz Ordaz, fue comisionado por el licenciado Amador Hernández a la ciudad de Acapulco, Guerrero, para buscar soluciones al problema de los productores de compra, en donde por la instigación de los diputados César del Ángel y Francisco Andraca Malda, se desbordaron las pasiones de los campesinos y el ejército reprimió con un saldo de muchos muertos y heridos.

El resultado de este conflicto fue la formación de la Unión Cívica Guerrerense encabezada por Genaro Vázquez Rojas, quien finalmente se convirtió en guerrillero en la Sierra de Guerrero y dio mucho de qué hablar durante la siguiente década.

Explica el entrevistado que durante la gubernatura de Roberto Gómez Reyes, fue encarcelado y desterrado de Nayarit, por impulsar la lucha contra el despojo de tierras a los ejidos de Las Varas, El Capomo, Higuera Blanca, Peñita de Jaltemba, Sayulita, La Cruz de Huanacaxtle, Jarretaderas y Bucerías que después sería incorporada a la Unión Ejidal Bahía de Banderas y al Fideicomiso del mismo nombre.

En su trayectoria vital, nuestro entrevistado ha logrado acumular una importante Biblioteca en materia Agraria que lo mismo dispone de Leyes Agrarias, del Derecho Romano, como la Ley Licinia Agraria, La Ley Cornelia Agraria, que las disposiciones prehispánicas y Virreinales, hasta las últimas leyes vigentes en dicha materia.