Numinor: SER Y NO PARECER Fracaso de la educación en el país

Ángel Agustín Almanza Aguilar

22 / Mayo / 2017

Realmente dá lástima el comprobar el bajo nivel de educación en que se encuentra la mayoría de nosotros, los mexicanos. Los niveles de conciencia, la comprensión efectiva de las lecturas, el manejo de la lógica matemática, las respuestas a las elementales cuestiones filosóficas, las agudas y brillantes preguntas de la esencia de nuestro ser y de la originalidad de nuestra conformación, lo mismo que del porqué de nuestra posición en este universo casi plenamente desconocido -¿qué tan tangible es la materia?-, repito, esos niveles de conciencia elevada, son lastimeros. Arte, Ciencia, Filosofía, etc., son conocimientos –el lenguaje, su significado, las etimologías greco-latinas- que no son bien digeridas por la mayoría de los estudiantes, elementos humanos que vienen siendo programados para ser una especie de autómatas, de robots, para utilidad del aberrante sistema pseudo educativo que se ha hecho imperativo por esta ya indudable dictadura política-económica que nos asfixia y atosiga.

Un estudiante que manifieste libertad –no en teoría- para aprender, contemplando el mundo, su entorno, de manera no común a los demás, con independencia, y que opine discordando incluso con sus mentores, siempre manejando una lógica certera y original, es visto como ‘bicho raro’, es el ‘loco de la clase’. Pero se trata de alguien que, al apartarse de los ‘borregos’ –el gregarismo-, vé lo que experimentó aquel personaje del mito de la platónica caverna. En efecto; hay niveles de conciencia, visiones particulares del mundo, de la realidad que nos rodea y enmarca. Por lo regular este tipo de mentalidades son de esencia solitaria, apartados del grupo; grupo que no le dá opción de intercambio de ideas, de experiencias interiores. Son muy contadas sus amistades, personas a las que les confía sus más íntimos pensamientos; amistades que se mueven en parecidos diapasones, afinación, ritmo y media mental.

La espiritualidad es tema recurrente en estas gentes, dimensión de interioridad que les enriquece la existencia, que les dá sentido a su vida. Comprenden sin sobresaltos –como algo natural la presencia del misterio y del enigma del cosmos, y, respecto a la muerte saben calmar su dolor

Son criaturas que –como niños- hacen más preguntas ante respuestas concretizadas. ‘Son’ en verdad, y no ‘parecen ser’. Todo esto, toda esta riqueza interior ha sido condenada al holocausto, por la simple razón que al Estado no le conviene tener en su dominio a seres verdaderamente pensantes. ¿Cuántas mentiras, cuantas falacias no nos fueron impuestas en aquellos ‘libros de texto gratuito’, donde se nos dibujaba, con demagógicas y populistas colores, lo ‘bondadoso’ que era es sistema que ‘gobernaba’?, nó; a la gente del poder –llámese, político, económico o religioso- no le convendrá nunca de los nuncas tener frente a seres mental y espiritualmente despiertos, pensantes, alertas: ¡Son un peligro!...

La educación programada por el Estado es esclavizante, maquiavélico. Conócese ‘maestras’ –esas aberrantes caricaturas de enseñantes- que, a fortiori tratan de que sus alumnos serán máquinas memorizantes de conocimiento, sin riqueza –no nos cansaremos de repetir- interior; ‘maestros’ que no predican con el ejemplo informaciones mal deglutidas que, con el paso del tiempo serán vomitadas debido a los negativos fundamentos del sistema educacional.

El verdadero educador es el que contempla en su alumno la obra a conseguir; que vé en ese ‘barro’, en esa ‘piedra en bruto’, en ese ‘plomo’, toda una gama de moldeamiento, de pulimento, de acrisolamiento, para la edificación de un hermoso, firme y luminoso edificio humano, con un elevado nivel de conciencia y moralidad, lleno de valores fundamentales, para la manifestación de una sociedad más justa y espiritual.

Tan está mal la educación ‘oficial’ que lo que vemos en la juventud –incluso en la temprana adolescencia y niñez- es un galopante gusto, una aberrante adicción a la ‘música’ grupera, a esa enajenante manía de estar toque y toque ‘ruido’ con letras de capos, narcotráfico, asesinatos, y el gozo de tratar de parecerse a esos delincuentes. Vemos, con suma lástima, el bajo nivel cultural de nuestros gobernantes, de gente ‘preparada’, como los jueces y magistrados, que terminan en la prepotencia, la corrupción y la impunidad, de nuestros legisladores ni hablar.

Somos un pueblo sumamente inculto y ‘gandalla’; no hay amor al prójimo, y se ha olvidado la riqueza interior de los chiquitines, que nos dan a diario muestras de un cariño y amor puro y limpio.

El gobierno –‘jíñor’- ha fallado en este renglón, que es la verdadera educación. Y es que no les conviene a los que detentan el poder ser ‘encuerados’ y mostrar sus miserias existenciales. Se nos educa para idolatrar al ‘becerro de oro’, a la materia, para ser esclavos del consumismo, para tener siempre en mente que si no somos ricos no merecemos ser llamados ‘humanos’ ¡Sí; el ‘Auri Sacra Fames’!

El conocimiento que debe ser anhelado está en el saber de nuestro universo interior, en ese ‘tesoro en vasos de barro’ La visión intelectual que nos ofrece una real disciplina y libre educación es de alto y sumo valor, ya que logra que la esencia que portamos se torne ‘quinta esencia’; donde la calidad esté sobre la cantidad: más vale un saber luminoso, claro, que un conocimiento atiborrado de informaciones espectaculares y vacuas.

El ‘Yo sólo sé que no sé nada’ dá la idea de un conocer, de un real saber, del aceptar que no se sabe. El caso de Edison y sus bombillas, que no se frustraba cuando éstas no funcionaban, porque descubría el por qué no funcionaban, y esto le satisfacía.

Así pues, es mejor Ser y no Parecer. Digo, pues´n.