Trump entre berrinches, más retórica anti-musulmana y una presidencia en jaque

06 / Junio / 2017

Nueva York. Donald Trump tuvo otro de sus berrinches ya comunes al atacar a su propio departamento de Justicia y los tribunales, intensificó su retórica anti-musulmana, impulsó una semana dedicada a sus propuestas para privatizar la infraestructura pero todo esto no logrará desviar la atención del evento político más importante de esta semana que podría poner en jaque a esta presidencia: el primer testimonio en publico del ex director de la Oficina Federal de Investigaciones (FBI) sobre si el ocupante de la Casa Blanca obstruyó la justicia.

James Comey, quien fue despedido por Trump como director de la FBI el 9 de mayo, comparecerá en sesión pública ante el Comité de Inteligencia del Senado el jueves en los que muchos califican como potencialmente el evento político más importante en meses si no es que años en Washington. Ofrecerá su versión de por qué fue cesado, cuáles fueron sus intercambios con el presidente sobre la investigación que encabezaba en torno a posible colusión entre socios de Trump y oficiales rusos, y si intentó influir o interferir en esa investigación.

Trump estaba contemplando bloquear el testimonio de Comey empleando el mecanismo de privilegio ejecutivo que otorga un derecho limitado de confidencialidad al presidente en sus intercambios con asesores y funcionarios del poder ejecutivo, pero la tarde de este lunes funcionarios de la Casa Blanca informaron que no se invocará ese privilegio.

Con ello, Comey participará en el primer foro público desde su despido mientras investigaba al elenco de socios cercanos de Trump. Se anticipa que los senadores interrogarán a Comey sobre versiones de que el ex director estaba preocupado por intentos de Trump de influir en la investigación. Un episodio ocurrió cuando poco después de asumir la presidencia, Trump invitó al director a cenar en privado y supuestamente le pidió su lealtad personal -algo que Comey rehusó hacer, protegiendo la independencia tradicional de la FBI. Otro episodio ocurrió semanas después y un día después de que Trump fue obligado a despedir a su cercano asesor de Seguridad Nacional Michael Flynn, donde el presidente le pidió a Comey si no podría dejar ir la investigación sobre Flynn.

Pocas semanas después, Trump sacudió a Washington al anunciar que estaba despidiendo a Comey ya que era la primera vez desde Watergate en que un mandatario se atrevía a despedir al encargado de una investigación activa sobre la Casa Blanca.

Pero no fue todo. Las primeras versiones de la Casa Blanca fueron que Trump despidió a Comey por recomendación del subprocurador general por la manera en que Comey había manejado la investigación sobre el manejo de los correos electrónicos por Hillary Clinton el año pasado, sólo para que Trump dijera pocos días después de que ya había tomado la decisión de cesar a Comey y que al hacerlo tenía en mente la investigación sobre los vínculos de su campaña con los rusos. Para algunos, era casi una confesión de obstrucción de justicia.

La investigación sólo ha crecido desde que Trump despió a Comey. El subprocurador general se vió obligado a ceder a presiones de legisladores y nombró a un fiscal especial, el también ex director de la FBI Robert Mueller, y ahora no sólo Flynn, el ex jefe de campaña Paul Manafort y el propio procurador general Jeff Sessions sino que ahora Jared Kushner, yerno e íntimo asesor de Trump, están bajo la lupa de los investigadores por sus relaciones encubiertas con oficiales rusos.

Además, proceden por lo menos 3 investigaciones separadas por el Congreso.