Festival Letras Tepic Fidela, ojos que te ven partir

02 / Febrero / 2018

De Ricardo Becerra

Son las 9:30 horas del miércoles 31 de enero, la sala del Centro de Arte Contemporáneo Emilia Ortiz, situado en el cruce de la calle Hidalgo y avenida México, en el centro de Tepic, luce semivacío, Arturo Jiménez Soriano, exponente de la obra Ajedrez Visión del escritor Rafael Enríquez, en broma empieza a contar: Uno, dos, tres.trece en total; afuera, una pertinaz lluvia invernal acompañada de un viento fresco hace lo propio.

Un grupo de muchachas y muchachos vestidos de negro, que laboran desde temprana hora, se afanan por acomodar el escenario, el mobiliario de impecable color blanco en el que disertarán los ponentes, comentaristas de las obras de escritores nayaritas que harán su presentación en el marco del Festival Letras en Tepic. Los protagonistas del evento poco a poco van apareciendo: José Manuel Elizondo, quien alterna el saludo con la broma del clima, que parece conspirar contra la cultura: De por sí es difícil y con esta lluvia peor, comenta, esbozando una ligera carcajada, matizada de fina ironía.

Son las 10 de la mañana con diez minutos, un grupo de muchachos irrumpe en la sala, ocupando buena parte de las butacas dispuestas para el público. Minutos antes, había aparecido Ricardo Becerra, autor del libro Fidela, ojos que te ven partir. Una voz masculina anuncia por el micrófono, la primera llamada, para comenzar.

Diez minutos después, el maestro de ceremonias arranca el programa, anunciando a los patrocinadores, Gobierno de Nayarit, Ayuntamiento de Tepic, Universidad Autónoma de Nayarit. Se dan la bienvenida a las personalidades, entre otros a Gabriela Gutiérrez, directora del Centro de Arte Contemporáneo (sede del evento), la pintora Corina Ramírez, Catalina de la Cruz, directora del CEDAC y otros nombres vinculados al Festival Amado Nervo y por supuesto, el maestro Ricardo Becerra Pérez, del cual se vierten datos de formación académica, su experiencia como migrante y quien se autodefine como pícaro con suerte; también se escucha información de María de Lourdes Torres, licenciada en Economía, realizó estudios por el COLEF y la UABC y de Felipe de Jesús Álvarez Lozano nacido en Villa Hidalgo, formado académicamente en la UAN y en el Centro de Investigación y Docencia Económica (CIDE) y labora como investigador en la UAN, que han de comentar la obra de Ricardo Becerra.

Fidela, ojos que te ven partir, de Ricardo Becerra, una obra basada en hechos de la familia del autor, en un relato que teje entrañables anécdotas familiares con hechos históricos. En su peregrinar por la vida, Fidela una muchacha bonita, rubia, de ojos claros como se le describe en la obra, que ha vivido en la Ciudad de México, arriba a la ciudad de Tepic y ahí comienza una historia de amor: Francisco se dedicó a conquistar a la niña bonita del barrio El relato hilvana el drama de la vida de una mujer.

En el uso de la palabra, Felipe Álvarez recuerda que fue maestro de Ricardo en la Escuela de Economía, refiere otros títulos de la autoría del autor, quien en su libro en comento presenta un cuadro de la vida del México de la época. En su trabajo, Ricardo maneja el tiempo, advirtiendo que en la obra no se presenta en forma lineal, sino superpuesto, entreverando situaciones y momentos. Los personajes toman la palabra y dialogan entre sí, como en el episodio de la despedida entre Diego Rivera y Frida Kahlo, en cuya casa Azul trabajó Fidela.

Los hechos narrados en la obra inician en la ciudad de Guadalajara, lugar de migración, a la que confluyen personas de diversos rumbos del estado de Jalisco. Se presentan estampas de la Ciudad de México de los tiempos de Fidela, aquella ciudad con sus tranvías, su intensa vida social y desde luego, centro nacional de la política y la economía. La obra tiene la singularidad de que reflexiona en forma profunda sobre los diversos roles de un ser humano, como hijo, nieto o padre de familia y a través de su prosa encontramos una reflexión muy profunda sobre la vida en sus diferentes facetas. La obra deja muchas preguntas. En los capítulos finales encontramos una especie de instructivo para cruzar la frontera; pleno de pasajes de la azarosa vida de aquellos que se aventuran a cruzar la frontera en forma ilegal. El libro, ameno y emotivo de principio a fin, fue escrito con una gran riqueza de lenguaje y concluye con una serie de reflexiones sobre la vida familiar y personal que cada uno construimos, desde nuestra específica experiencia entrelazada con las circunstancias históricas.

Ricardo toma la palabra y en tono desenfadado, casi informal, como chacoteando con los cuates, asegura: Casi me había decidido a decir un disparate grande, pero decidí que no. Yo no soy escritor, pero intento transmitir un mensaje a las nuevas generaciones. Afirma que desea llamar la atención acerca de los libros, como un enorme esfuerzo que por desgracia suelen habitar en la esfera de lo que es la mera intrascendencia y enseguida reconoce que como me estoy haciendo viejo, siento que la lumbre me anda comiendo las uñas y siento que debo decir algo, así que decidí hacer un libro y el primero salió porque quise regañar a mi hijo y el cabrón se enojó. Cuando me puse a escribir, mi señora me reprochó que no la dejaba dormir.

El libro se mueve en el territorio de la emoción, de la entrañable y permanente presencia de los seres amados y por momentos arranca las lágrimas, es la historia de mi mamá, afirma un visiblemente emocionado Ricardo, de ese ser humano maravilloso que marcó mi vida. En su mensaje lanzó un llamado: Quiero decirle a este montón de muchachos de una secundaria que trajeron a fuerzas y no quiero desaprovechar el momento para hacerlos pensar. Los invito a leer este libro y que me digan qué les pareció. Quiero dejar mi testimonio.

En un momento de su intervención, Ricardo, reprocha a la radio de la UAN por recomendar la visita a los antros. Con vehemencia, refiere los ayeres en los que se luchaba en México por construir un país soberano, a diferencia de la vida de hoy en el que hasta el lenguaje es despreciado. El trabajo del escritor, asevera, es recoger su propia historia familiar, plena de héroes anónimos: El libro en comento es el número 47 de la Enciclopedia de Nayarit, que recomiendo leer, al igual que el resto. Ricardo llama a una revolución con el lápiz y el papel y se despide, arrancando un aplauso de la audiencia.