EL RITMO DE LA VIDA: Nayarit, el patito feo de la nación

Por Pepe Reyna

20 / Marzo / 2018

Hace unos días, en un convivió entre periodistas locales y candidatos del PRI a senadores y a diputados federales, lamentaban los asistentes la poca importancia que parece tener Nayarit para el resto del país.

Encerrado como está entre colosos como Jalisco y Sinaloa y junto a pujantes entidades como Zacatecas y Durango, y más arriba el poderoso estado de Sonora, y más abajo el extendido y vigoroso Michoacán, la desventaja de Nayarit podría ser su limitada superficie geográfica, su nula industrialización y su muy escaso progreso urbano, entre otras tantas cosas que hacen aparecer a nuestra tierra como un estado insignificante y, más que eso, ignorado por los propios mexicanos de otras tierras prósperas y en constante ascenso.

Hasta las chicas del clima en la televisión muestran ser obedientes a una consigna de sus superiores de brincar a Nayarit en los pronósticos del tiempo; desde la frontera

noroeste se habla del estado del tiempo en las dos baja californias, en Sonora, en Sinaloa y de ahí se continúa con Jalisco y hacia los estados del sur.

Una de las candidatas mencionaba que en una ocasión le preguntó un visitante accidental que cómo se llamaba esta tierra. Al contestarle que se trataba de Tepic, aquel expresó: que si era algún poblado de Colima.

Yo mismo, en otra ocasión, escuché a un sujeto que había descendido del transporte para buscar algo para cenar en la Central Camionera y que le preguntaba a uno de los maleteros o aseador de baños: oiga, ¿en dónde estamos? A lo que el otro contestó: en Tepic, señor, sólo para que el visitante volviera a la carga: ¿Tepic? Ah, caray, jamás había oído hablar de él?

Qué lejos están aquellos tiempos del famoso granero de la República como se conocía a Nayarit, en tiempos del gobernador Gilberto Flores Muñoz; de su poderosa industria cigarrera La Moderna , de sus tabacaleras de fama internacional como lo fueron Tabaco en Rama, S.A., la Santa María del México, y la industria fabricante de piezas electrónicas que se ubicaba frente al Parque Juan Escutia, todas estas generadoras de cientos y cientos de empleos, y la famosa Costa del Oro en las tierras santiaguenses de donde salían grandes riegos de dinero en la época grande del Nayarit pujante.

Actualmente se deja escuchar el nombre de Nayarit solamente por sus escándalos políticos y por tanto muerto a manos de la delincuencia organizada. Los proyectos industriales han sido sólo bandera de campañas políticas; Tepic sigue siendo un rancho grandote que ni a los promotores del futbol profesional les interesa.

Eso sí, Tepic con su zona roja, sus cantinas y su prostitución en pleno centro de la ciudad; ya pasó aquel tiempo cuando los gobiernos se fajaban los pantalones y mandaban a los llamados bules de la parte céntrica de la calle Ures al entonces apartado barrio de la ahora avenida P. Sánchez y de las calles Guadalajara y Zaragoza, y más tarde hasta la zona de Los Metates de donde otro gobierno permitió el regreso de esas instalaciones a la zona a centro de la calle Veracruz de donde nadie quiere sacarlas.

El Nayarit actual, un simple pedacito de tierra ignorada, aunque digna de mejor suerte, fue tema de ese convivio donde, por la veda intercampañas que prohíbe todavía de aquí al próximo día 29 hacer promoción política, quedó en fugaz comentario y sin que las grabadoras reporteriles lo pudieran captar. Todo a causa de la tan ridícula e inútil veda preelectoral, salida de los brillantes cerebros que padecemos los mexicanos.