Numinor> La imagen en la poesía, según Alberto Blanco

Ángel Agustín Almanza Aguilar

10 / Abril / 2018

Alberto Blanco es un poeta que nos ofrece un excelente ensayo sobre las formas que ha tomado la imagen en la poesía como in medio hacia una aprehensión de lo que, como humanos, vemos y decimos en este mundo. Nuestra fuente es la ‘Revista de la universidad de México’, no. 121, marzo 2014.

La imagen lleva consigo el fenómeno de la visión, ya física como mental; la imaginación como instrumento, ya del arte como de la ciencia. En la poesía hablamos de una ‘alquimia del Verbo’, que transforma la ganga de la verborrea en oro de visión, llena de colores y movimientos. Para los poetas la imagen ha sido siempre algo más que un recurso literario: un verdadero ‘centro magnético’. Una palabra hace evocar una imagen, siempre recordando que existe un mundo invisible y otro visible, éste entendido como reflejo de aquél. La poesía dá fé de ello. En esta actividad, la de experimentar la presencia de esa especie de ‘otra orilla’, del lugar de donde partimos para estar acá, en lo concreto, se mueve la esencia de una especie de ‘revelación’, y muchos grandes poetas lo saben muy bien. Pensar en imágenes

Nos metemos –con precaución– en los terrenos del símbolo, del signo, de la analogía, de la metáfora. De esta –nos dice Blanco– afirmó Aristóteles que no hay cosa más grande que ser un maestro en el uso de la metáfora y ésta es la única cosa que no se puede aprender; es la señal del genio. Y Alberto complementa: La metáfora es la herramienta del lenguaje que nos ha permitido aprehender, y al mismo tiempo expresar, la esencial identidad de las criaturas.

Se nos hace memorizar que la etimología del término ‘metáfora’ es de origen griego y se deriva de ‘meta’, que quiere decir ‘más allá’, y ‘phéro’, es decir ‘yo llevo’, y en ese ‘llevar más allá’ es donde radica el verdadero arte de la poesía, la esencia de ella.

Se nos habla de una ‘unánime unidad’, sin lo cursi del sentimentalismo. Crear conlleva la idea de Unidad, y al parecer la obra surge una dualidad, que dá equilibrio a las operaciones de todo arte, al arte en sí. La poesía nos conduce, individualmente, y hay que saber cantar ante ello para tratar de comprender ‘eso’. El poeta sabe acercarse a lo desconocido a través de lo conocido, ver lo invisible por lo visible.

La Naturaleza está llena de lecciones –es un gran libro–, de imágenes, de símbolos, y la unidad se adivina ante lo múltiple. Es un descubrir lo oculto lo secreto, un ‘levantar el velo’; es un privilegio ser Poeta. No se olvida que se nos urge conocer muy bien esa ‘imagen y semejanza’ de lo Eterno Sagrado De que detrás de esta común y cotidiana realidad existe la única y verdadera realidad. El secreto de toda Buena Poesía radica en el Fuego, en el Espíritu Universal – (uni=uno; versal, de verso) (¿?) Creo que me fui de paso) –.

Un filósofo árabe, Muhyi-Din Ibn ´Arabi, escribió lo siguiente: El mundo de la Naturaleza consiste en múltiples formas que se reflejan en un único espejo; nó, más bien en una forma única que se refleja en múltiples espejos. Novales por su parte afirmaba que un una imagen no es una alegoría ni un símbolo de otra cosa; es un símbolo de sí misma. Toda la poesía está llena de imágenes. Por su parte Edgar Degas decía que, en el Arte, no es cuestión de lo que puedes ver, sino de lo que puedes hacer ver. La poesía nos habla también con silencios o con páginas en blanco