¡Dos veces 30!

FRANCISCO JAVIER NIEVES AGUILAR

13 / Agosto / 2018

Doña Chole la partera del pueblo dormía plácidamente cuando fue despertada por unos toquidos. Alguien se había apersonado en su casa del barrio del Chiquilichi para solicitarle que acudiera de urgencia al domicilio de don Agapito Nieves, el sastre. Doña Geña Aguilar, mi madre, estaba en apuros. El nacimiento de un nuevo miembro de la familia estaba en ciernes; ¡y ese era yo!

Creo que no hubo mayores problemas y fue así como miré por primera vez la luz de este mundo matraca. Fue entre las cinco y seis de la mañana del miércoles 13 de agosto de 1958 cuando pegué el primer berrido.

Una vez que las aguas se tranquilizaron, mi padre fue revisar el calendario: Día de San Hipólito, decía el Santoral. A partir de entonces empezaron a llamarme con el apócope y aún hasta la fecha la gente adulta de Ahuacatlán me conoce como Poli; pero ante el Registro Civil fui inscrito como Francisco Javier; sin embargo, son muy pocos los que se dirigen a mi citando mi nombre oficial. O me dicen Poli o Nieves, aunque de cualquier forma les entiendo. En fin.

El asunto es que justamente hoy estoy llegando a los 60. No obstante yo pienso que es como tener dos veces 30 años o cuatro veces 15. Hoy danzo al compás de la música que me ha traído hasta este hoy –hablando en sentido figurado-.

Los primeros 15 años de los 4 que hoy cumplo fueron soñadores, dueño del mundo, con la convicción de que se cumpliría mi voluntad, mis sueños. Vestía pantalón acampanado, de terlenka o de Topeka, pelo largo y nadie tenía razón más que yo. Con el tiempo me di cuenta que un sueño puede ser algo lejano y se puede convertir en realidad, pero, jamás se hará nuestra voluntad, sino la voluntad de Dios.

En mis primeros dos veces 15, llegó la madurez que entró triunfante por la puerta para sorprenderme al ver el mundo real y me mostró su singular rostro. Ocho años después vislumbré mi futuro inmediato. Tiempo para crear, crecer, prosperar, trabajar, diseñar, criar a mis hijos.

Fue en ese lapso, cuando cursé mi carrera profesional como licenciado en turismo. Satisfacciones enormes como cuando fui nombrado gerente del hotel Corita, después jefe de recepción del hotel Tropicana en Puerto Vallarta y luego vino aquella época de inquietudes políticas.

A los 28 me convertí en secretario del Ayuntamiento, a los 29 en regidor y a los 32 en candidato a presidente municipal, del naciente PRD –por cierto, ¡Qué chinga me arrimó Nacho García Bueno, el candidato del PRI!.

En los 30´s me preguntaba: ¿Qué será de mi vida cuando tenga 60? Tendré mi casa, mis hijos, mis nietos, viajaré, habré muerto?... Ahora sé que el tiempo siempre ha sido sabio, conciliador, fiel y honesto y lo seguirá siendo. Él te ayuda a conocer, a descubrir, aprender, a leer cada página escrita en nuestra vida; pero escrita con tinta indeleble que jamás podrás borrar.

Lo vivido es lo vivido e imposible de cambiar u olvidar. Dios siempre tiene un propósito para nuestras vidas, sólo que lo vamos descubriendo día a día, nunca antes ni después, sino en su justo momento.

Desde hoy reconozco el ayer implacable e imagino el futuro muy frágil y débil. Comienza una nueva década en mi vida que quizás sea la última; o la última que viviré intensamente con pequeñas dolencias propias de los años acumulados. Quiero vivir y morir con dignidad mis últimos años.

Yerros he tenido muchos; ¡Muchisimos! No sé en qué momento llegue el final. A veces quisiera hacerme sordo ante el espejo, pero irremediablemente veo a un Poli –o Nieves- con grandes ojeras, pelo cada vez más cano. Me acuesto en la cama a descansar pero amanezco con el buche torcido, dolencia de pies y me levanto dos o tres veces al baño.

Mi tiempo se acorta y tengo muchos pendientes. Quizás no me ve a alcanzar para solventarlos. Hoy digo que el misterio de la vida es la muerte. Así que querida familia y amigos, utilicen sus invitaciones a la fiesta de mi vida. Esos afectos que conmigo comparten espero me acompañen hasta esa estación del tren donde debo bajar.