¡Parque, liga o ligazo!

11 / Septiembre / 2018

FRANCISCO JAVIER NIEVES AGUILAR

La joven aquella se volteó furiosa y, restregándose la mejilla reclamó: ¿Quien fue el idiota que me golpeó?. Todos nos quedamos pasmados, asustados, ninguno optó por articular palabra.

Nos miramos entre sí y todos agachamos la cabeza. Después de unos segundos y ante el silencio de nosotros la mujer siguió su marcha.

El autor de ese incidente había sido un servidor. Cosas de niños. Y es que así es como solíamos divertirnos los chamacos y adolecentes de aquellos tiempos, usando una liga y un trozo de cáscara de lima o naranja que usábamos como proyectiles.

Cada 08 de septiembre, cientos de niños nos encaminábamos presurosos hacia la calle Guerrero, entre Ismael Zúñiga y 20 de Noviembre en la cercanía del Monumento a la Bandera; porque ahí sobre una finca, mirando al oriente, tenía y tiene lugar la celebración de la Virgen de la Natividad. Cada ocho de septiembre ocurría lo mismo.

Los adultos y la comunidad religiosa le llamaban el festejo de la Virgen de la Natividad, cuya imagen se resguardaba en un inmueble propiedad de Don Rito. Sin embargo, la muchachada en esa época -hablando de los años 60´s, 70´s, y 80´s- la conocíamos mejor como La Virgen de los ligazos.

Desde días antes los chavalos comprábamos en la tienda de los Partida, con Ramiro Llamas, con las Delgado, con las Chentonas o en cualquier tienda de la esquina, mínimo media docena de ligas, las cuales utilizábamos como armas de defensa y ataque.

Fue en aquel tiempo cuando se hizo famosa la frase Parque, liga o ligazo; esto era como una manera de amenaza, porque al sorprender a otro muchacho apuntándole a su cuerpo con la liga y parque. El chavalo en desventaja tenía que elegir entre entregar su liga, entregar su parque, o exponerse a un doloroso ligazo.

Este era uno de los juegos más comunes de aquellos tiempos, pero la fecha más propicia era justamente el ocho de septiembre, es decir el día de la Virgen de la Natividad, o Virgen de los ligazos.

Todos los niños nos armábamos con liga y parque y allá vamos ¡A perseguir chiquillos! Detrás de los pilares, escondiéndonos entre unos y otros jugando al parque, liga o ligazo, que era un juego un poco cavernícola infantil: Lanzar con la liga la cascara de naranja que se utilizaba como parque.

Por cierto, seca la cáscara era más dura y el golpe doloroso. Peligroso si nos pegaba en un ojo, pero siempre dolía al cuerpo. Parque, liga o ligazo, era soltar la prenda. O sea un asalto a quemarropa con el ligazo frontal o por la espalda.

Después dejamos las cáscaras de lima o naranja, para utilizar pequeñas tiras de agave. Éstas eran aún más dolorosas que las primeras, ¡Nomás pajuelaban en el cuerpo!; y además era muy fácil conseguir el parque. Sólo era cuestión de ir al cerro aquí cortito y cortar cinco o seis pencas para abastecerse.

Una ocasión, andando en bola, a mi amigo Chicho se le ocurrió tirarle un ligazo a una muchachita, pegándole en un ojo. La chamaca tuvo que ser hospitalizada porque le dañó la vista. Pero generalmente los tiros iban dirigidos a las sentaderas.

Así nos las gastábamos en aquellos tiempos. Ahora el parque liga o ligazo forma parte de la historia de la celebración de ésta virgen. Los chamacos de hoy prefieren textearse o jugar con sus celulares, con sus ipads, sus tabletas, y en fin.