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CON PRECAUCIÓN: Polvo eres y en polvo te convertirás
Por Sergio Mejía Cano
31 / Enero / 2025
En el entendido de que no es muy ético que digamos escribir en una columna de opinión sobre datos personales o en primera persona, podría ser entendible en el caso de tratar de dar un contexto a algo o a determinado tema.
Me comenta un camarada si en lo personal me siguen causando risa las películas de terror, pues me hizo recordad que, cuando se estrenó la película de El exorcista, casi me sacan de cantarito del cine al que acudí a verla, en la perla tapatía, debido a la escena de cuando la niña poseída vomita una sustancia de color verde encima de uno de los sacerdotes que está ayudando a otro a exorcizarla.
Al mirar esta escena me dio un ataque de risa tan severo que no podía dejar de reír, por lo que los espectadores que estaban en mi entorno se incomodaron a tal grado que comenzaron a gritar que me callara o me sacaran de la sala, lo cual no fue necesario, pues yo mismo me levanté de mi asiento y me salí al pasillo de las dulcerías. Por más que jalaba aire no podía detener mi risa, la que tal vez se me calmó poco a poco debido al dolor de estómago que me empezó a dar. Ya más calmado, me introduje a la sala de proyección, pero ya no volví a mi asiento, sino que me quedé en el pasillo que dividía la planta baja de la planta alta.
El ataque de risa me dio posiblemente porque recordé una escena similar en una de las primeras francachelas a las que comencé a asistir una vez rebasada la adolescencia y entrar a mi juventud física. En una de esas reuniones de barrio, uno de los asistentas ya muy de madrugada y evidentemente pasado de copas comenzó a dar malas señas en su comportamiento, pues había puesto una cara de malestar que asustaba al mirarlo, una de las muchachas con las que el ebrio comenzaba a tener una relación de noviazgo se le acercó alarmada preguntándole que tenía, si se sentía bien o qué, el muchacho estaba manoteando sin ton ni son y como si estuviera nadando, pues hacía con las manos como si estuviera haciendo a un lado una imaginaria agua para avanzar, pero en realidad, en su casi inconsciencia lo que estaba tratando de decir con sus señas era que la muchacha se apartara, ya que estaba enfrente de él, pero como la chica no se apartó sucedió lo inevitable: el muchacho indispuesto se vomitó encima de la muchacha.
Mi camarada recordó cuando en cierta ocasión recordamos las películas de vampiros que nuestros padres nos llevaban a mirar al cine cuando niños, sobre todo las que interpretaba el actor de origen español, Germán Robles y, desde luego la de Santo contra las mujeres vampiro, la que se estrenó a principios de los años 60 del siglo pasado. Y recordamos estas y otras películas extranjeras en donde por coincidencia, los vampiros le temían a la imagen de un crucifijo.
El recuerdo en cuestión se debió a que mi camarada no había olvidado lo que le dije en cierta ocasión, cuando se publicó que John Lennon dijo que los Beatles eran más populares o conocidos que Jesucristo; palabras que en su momento causaron mucho furor sobre todo en los países en donde rige más el cristianismo, sin tomar en cuenta de que existen otros países en donde las religiones dependientes del judaísmo son más de referencia y de estudio que de creencia. Así que, por ejemplo, en La India, China y el Tíbet y otros países en donde el cristianismo no tiene mucha presencia que digamos, los Beatles sí eran, fueron y tal vez siguen siendo más conocidos que Jesucristo.
Así que, al estar hablando de los vampiros que se asustan o le temen a un crucifijo o a una cruz, aunque en algunas películas la forman hasta con espadas o cuchillos, le comenté a mi camarada que de existir los vampiros la estaban regando al desperdiciar su tiempo en los países en donde impera el cristianismo, pues en aquellos países que creen en otras deidades tendrían infinidad de clientes por no saber cómo con una simple cruz se podían deshacer de los chupasangre. Caso contrario si los vampiros se asustaran con imágenes de Shiva, Brahma, Vishnu, Krishna, Buda, etcétera, pues los vampiros harían su agosto en los países en donde por lo regular aquellas deidades prácticamente no son conocidas.
Lo que sí es un hecho, es que resulta increíble que en pleno siglo XXI sigan muchas de esas antiguas creencias tan arraigadas, sin que los avances tecnológicos y de la ciencia hayan hecho mella en esas creencias que siguen encadenando a mucha gente; de ahí que se sigan asustando hasta de un simple esqueleto dizque porque representa a la muerte sin llegar a ser polvo.
Sea pues. Vale.