Tepic, una ciudad envuelta en novenarios

* Ya no es matar por matar y tal parece que también ahí, en esa escenografía macabra, las bandas criminales se disputan la idea original.

19 / Diciembre / 2017

Por Oscar Verdín Camacho

En el despiadado lenguaje de los grupos criminales, ahora no basta matar por matar, sino cómo matar y exhibir los cuerpos con el mayor espectáculo de terror: despojarlos de sus ropas, colgarlos de un puente, quitarles la piel, cortarlos en pedazos y meterlos en bolsas. Pero el homicidio, cuando debe ejecutarse a la de ya, sigue siendo a balazos, de día o de noche y en cualquier lugar, dejando esa huella de terrible poder.

Tal parece que también ahí, en esa escenografía macabra, se disputan la idea original. Ahora se les ha ocurrido quemar casas de los enemigos, prenderles fuego. Miren lo que hacemos, parecen decirnos, y además se escriben narcomensajes para que quede la certeza de quién mató a quién.

Si se presentan días de aparente calma y dejan de sonar los disparos, en breve regresan con mayor furia, dejando cadáveres por todas partes.

En los últimos meses ha habido tantos asesinatos así en Tepic, que con frecuencia un crimen es opacado por otros en el mismo día, como ha acontecido entre el fin de semana y este lunes, resultando evidente la programación de escuadrones que literalmente salen de cacería. Y si no matan a las víctimas, se las llevan y desaparecen. De día o de noche, la misma situación.

Prácticamente resulta innecesario contabilizar el número de víctimas que ha dejado esta guerra, porque son cientos y además quedaría en eso: un número, cuando atrás de cada cadáver hay una familia que sufre la pérdida.

Tepic se ha convertido en una ciudad donde todos los días se rezan novenarios, producto de esta ola de violencia que nos hace vulnerables porque han sembrado miedo.
Y a quién recurre y reclama la sociedad si no al gobierno, llámese federal, estatal, municipal.

Pero la tarea es complicada: esos policías estatales y municipales que vemos en operativos, en patrullajes de varias unidades, no dejan de ser agentes que viven en colonias de Tepic o poblados cercanos y son fáciles de ubicar.

Con ese escenario, ¿quién quiere firmar un informe de policía sobre la detención de matones?, ¿quién?, si en el sistema de justicia oral se tienen que revelar los nombres de los agentes que participan en alguna detención y todo queda grabado en audio y video.

Así, tal parece que continuará la racha de extrema violencia por un tiempo hasta que una de las bandas domine a la otra, o lleguen a un acuerdo y se repartan las zonas de distribución de drogas.

Y mientras tanto, continuarán esos cuadros de inmenso horror, como sucedió la tarde de este lunes con la ejecución a balazos del abogado litigante y maestro en la escuela de Derecho de la Universidad Autónoma de Nayarit, Roberto Huerta Ávila.

Roberto falleció cuando habría intentado subir a un automóvil color blanco, por la calle Lisboa en el fraccionamiento Ciudad del Valle. En esa zona tenía su despacho.

En marzo del 2014, su hermano Segundo Huerta, entonces comandante de la Policía Nayarit, murió ahogado cuando intentaba rescatar a un policía, que también falleció.

Roberto Huerta llevaba la defensa legal de uno de los vigilantes de la Universidad Autónoma de Nayarit (UAN), a quien se le imputa el delito de peculado por más de 323 millones de pesos.

En una de las audiencias que se han llevado a cabo, Huerta resumía ante el juez que el peculado lo comete quien desvía recursos, no quien los recibe.