Numinor: ¿Somos máquinas biológicas o almas enceradas en cuerpos?

Ángel Agustín Almanza Aguilar

26 / Abril / 2018

Considero que las preguntas primordiales que no dejan de rondar, como carrusel, por nuestra mente con las siguientes: ¿Somos una especie animal aparecida por casualidad en la lucha por la vida? ¿Somos máquinas biológicas? ¿Somos almas encerradas en un cuerpo? ¿Somos imagen de Dios?... ¿Quiénes somos en realidad? Toda respuesta topa con lo espiritualista o con lo materialista.

Platón nos dice (S. IV a. C.) que somos almas encerradas en un cuerpo, que este mundo material no es el único existente, que existe otro, el de las ideas, un universo inmaterial, eterno e inmutable, al que podemos tener acceso por medio de la razón. Lo material sería un reflejo de su correspondiente modelo en el mundo de las ideas. Así, nuestra persona (recordemos el significado etimológico del término ‘Persona’: ‘Sonar a través de’; Per-sonare) sería una de las realidades que forman parte del mundo, pero una realidad muy especial con posesión de una constitución muy peculiar, como el estar formada por dos sustancias completamente diferentes y perfectamente separables la una de la otra: el cuerpo y el alma. Pero el comentarista que nos apoya, nuestra fuente, nos dice que el cuerpo es de lo material y que el alma de lo inmaterial Entonces, luego, se deduce que somos seres dotados de dos naturalezas, una visible, física y material, y ora invisible, espiritual –aquí en lo del plano existencial de las ideas–. El alma dá vida al cuerpo y viene del mundo de las ideas para ‘encarnarse’. Al morir el cuerpo ella vuelve donde vino, a su ‘patria’. Nosotros como almas no moriríamos, pues, pero volveríamos a otra ‘prisión’ de carne, huesos y sangre, nuestro cuerpo material, del que es posible liberarse

Descartes opinaba que el ser humano puede compararse a una máquina, un artefacto construido con materiales biológicos (1596-1650), pero acepta la existencia del alma, la cual se comunicaría con el cuerpo mediante una glándula del cerebro, la pineal o epífisis. Los animales no tienen almas, son sólo máquinas Y Dios existe para él.

Luego, ante la pregunta de cómo surgió esa máquina biológica sobre el planeta la respuesta la daba el darwinismo, que reducía a nuestra humanidad a la condición de una especie más, que gracias a la selección natural se ha configurado tal y como es.

Pero luego nos surge otro tema en la mente: ¿es real lo que percibimos?... Volvemos a Einstein y el Misterio de la Existencia del Universo.

Si Dios –entendido como el Todo Único y Absoluto, el Ser Supremo– existe, o si no hay tal, hay que demostrarlo. Y aquí andan rebote y rebote la Ciencia y la Religión, la Fé y la Razón, aparte del Agnosticismo. ¿Usted de qué lado está?...