Salvador Lazarini, el garrotero de trenes que leía 8 horas diarias

* La pasión por la literatura empezó a los cinco años, cuando una de sus hermanas le leía cuentos de Walt Disney.

20 / Junio / 2018

Por OSCAR VERDÍN CAMACHO

Salvador Lazarini Oliveros fue llamador de tripulaciones, portero de trenes, garrotero, maquinista, conductor. Y ha sido un lector como pocos: hubo años que leía hasta ocho horas diarias, por gusto.
Es suyo el puesto de revistas y periódicos Mafalda, que ha atendido en los últimos 20 años en la esquina de la avenida México y calle Abasolo, casi frente a Palacio de Gobierno. Voltear al interior del negocio o detenerse a leer los titulares de los periódicos es común en todos los peatones.
Solidario, recibió con el mejor de los gustos ‘La Generación del Cacahuate’, el libro de relatos literarios de este reportero que muestra en su establecimiento.
Estas son sus palabras:
Aquí, el negocio primero fue una zapatería y se llamaba Niza, que empecé el 10 de diciembre de 1968. Tuve la suerte de que en aquel tiempo trabajaba en el ferrocarril y en lugar de irme en las tardes al cine, cuando llegaba el tren pasajero me iba a Guadalajara a la zona zapatera, a buscar fábricas, hasta que dí con una que también comenzaba: se llamaba Fábrica de Calzado Pati´s. Hallé unos zapatos magníficos en su diseño.
Yo viajaba en el tren de pasajero. Vivía aquí y en ese tiempo las corridas que había de Tepic a Guadalajara eran ‘La Bala’ y ‘El Burro’.
- ¿Usted qué hacía en el ferrocarril?.
- En 1959 comencé de llamador de tripulaciones, que se encargan de ir en bicicleta, moto o a pie, para avisar a la tripulación en sus casas la hora en que el tren tiene que salir. Después era portero de trenes, que se encargaba de hacer el aseo. Cuando ascendí me hice garrotero.
- ¿Por qué le atraía la cuestión de la zapatería?.
- Me atrajo para aumentar los ingresos. Yo me decía: ‘bueno, los niños son muy enfadosos cuando les prueba uno el calzado; los caballeros nomás usan dos pares de zapatos durante años, cafés y negros; y las damas tienen uno de cada color y si son muchachas de posibilidades se compran tres, cuatro, cinco pares. Entonces opté por especializarme en calzado de dama y no me falló porque en aquellos tiempos era otra la economía, había muy buenos salarios. Con cinco pesos que le echaba de gasolina al carro se andaba turisteando por Tepic todo el día.
Aquí tenía la zapatería y como está chiquito el local, tapicé de zapatos las paredes y nada más tenía dos sillas para que se los probaran. Lo que importa es el zapato, no el local.
Estuvo muy bien el negocio por unos 30 años, pero cuando empezaron a llegar los gobiernos neoliberales ahí se echó a perder la cosa.
La economía de México iba muy boyante, la deuda que tenía el país era casi nada comparada con la de ahora que es una barbaridad. Total que vinieron los gobiernos de Luis Echeverría, López Portillo, De la Madrid y el acabose fue con Carlos Salinas de Gortari y la economía se vino por los suelos, acabaron con un país boyante.
Entonces llegó un momento en que ya nadie me compraba de contado, sino fiado y después no podían pagar. La situación llegó al grado que de aquel entonces me debían 200 mil pesos y por fin perdoné las drogas a todas las clientas y rematé lo que me quedaba. En ese tiempo aquí a la vuelta estaba el restaurante y tienda de revistas Ritz y cuando dejaron el local aproveché la oportunidad y como ví que era buen negocio, porque en ese tiempo en Tepic se vendían todos los periódicos y por eso le cambié al giro.
- ¿Cada vez se vende menos periódico?.
- En la actualidad, en Tepic se vende lo que antes se vendía en todo Nayarit. En muchas ciudades del norte del estado ya no es negocio tener un puesto de revistas, aquí se sigue vendiendo el periódico, deja buena ganancia, pero lo que realmente sostiene el negocio es la chatarra: los cigarros, dulces. Yo digo que llevo 20 años vendiendo revistas, periódicos y chatarra.
Yo a mi edad no debería estar trabajando, pero todos los ahorros que hice durante 50 años los pulverizaron las devaluaciones: en el 76 la de Echeverría, y luego la de López Portillo cuando dijo que defendió el peso ‘como un perro’, y por último la de Ernesto Zedillo. Si tenías ahorros en el banco para vivir toda tu vida, ya no alcanzó más que para un mes. Y por eso seguimos trabajando en esto y aparte me gusta porque soy muy aficionado a la lectura. Precisamente ahorita estoy leyendo sobre los comanches y apaches, relatos e historia de México.
- ¿Qué es lo que más le gusta leer?.
- Al principio, cuando joven leía novelas, pero de buenos autores como premios Nobel o autores reconocidos. Un sinnúmero de autores muy buenos; total que llegué a tener una biblioteca como de dos mil ejemplares de puras obras buenas. Pero mi error fue llevarlos a mi casa paterna en Celaya, Guanajuato, y mis hermanos empezaron a prestar los libros y ya no volvieron (se ríe).
En la actualidad tendré unos mil 500 volúmenes, pero ahora principalmente me he enfocado a la filosofía hermética, a grandes autores.
- ¿Qué es la filosofía hermética?.
- La filosofía viene siendo ‘amigo del conocimiento’, y hermética, ‘cerrado’.
Te decía de tu afición a leer El Kalimán, y creo que el autor debió tener un poquito de esos conocimientos porque supo sacar ese personaje, que junto con Chanoc, La Familia Burrón y Los Súpersabios hicieron época en México.
- ¿A qué edad le empezó atraer la lectura?.
- Una hermana mía que sabía leer, en 1947 me leía los cuentos de Walt Disney. Nos acostábamos de panza en el prado de la casa y de tanto oírla, aprendí a leer a los cinco años. Resulta que en ese tiempo tenía dos amigos y en el cumpleaños de uno, una de sus madrinas le regaló el libro Viaje al Centro de la Tierra, de Julio Verne, pero mi amigo no sabía leer y yo se los leía. Al año siguiente le regalaron De la Tierra a la Luna y así fue como comenzó mi afición a la literatura.
- Me dice que tiene un dilema en cuanto al futuro de sus libros, de su biblioteca.
- Tengo un librero muy grande con una colección de más o menos 500 selecciones y ahí tengo los libros que leí al principio, novelas, y tengo otro donde tengo los libros esotéricos, que quiere decir ‘lo oculto’. Si algún día llego a saber si alguno de mis hijos, nietos o bisnietos tienen alguna inclinación hacia la filosofía hermética, pues a ellos se los voy a dejar.
Tengo dos hijos y otra muchacha que la considero mi hija porque se crió junto con la mía, viene siendo sobrina de mi esposa. Son tres. Dos hijas y un hijo varón. A todos les gusta la lectura, pero no tan apasionado como a mí. Yo era una persona que leía ocho horas diarias, ahora no lo puedo hacer porque la vista se me cansó pero sigo estudiando, enfocándome en la filosofía hermética.
- Me dice que cuando trabajaba en el ferrocarril, llegó a ser garrotero, ¿es el que va arriba?.
- El que va arriba del furgón, cuidando el rodaje de los carros, que no se peguen o se arrastren, porque si se arrastran acumulan metal en las ruedas y si acumulan metal puede ocurrir un descarrilamiento.
El garrotero vigila el tren, un tren de 90 vagones tiene tres garroteros; vigila el rodaje, que todo marche bien y son los que se encargan de ir dejando los furgones en las estaciones, los que hacen las maniobras junto con el conductor.
- ¿Nunca se cayó del tren o algo así en esa época?.
- Tuve dos accidentes: uno de ellos al arreglar una muela que se había roto de un furgón y en Plan de Barrancas no se dieron cuenta que no me había trepado al tren, y me fui colgado de una plataforma que no tenía de donde asirse y opté mejor por dejarme caer, me fui a pie hasta Ixtlán del Río y ahí agarré un autobús y alcancé el tren llegando a Tepic; traía luces de bengala y lámpara, prendí una luz de bengala y se paró el chofer y ya que le expliqué, me trajo a Tepic.
Otro percance más bien chistoso ocurrió en Estación Roseta, andaba haciendo movimientos en un puente de madera y venía caminando y en sentido contrario al mío un enorme jaguar. Él se paró y yo me paré. Ví que todavía tenía peluchito, yo creo que era de unos seis o siete meses y se dio la vuelta y corrió, y yo también corrí y me trepé en la primera escalerilla de un vagón.
- ¿A qué edad se retiró de ferrocarrilero?.
- Comencé a trabajar a los 16 años y me retiré a los 42 por mi problema de sordera. Me retiré como conductor. El maquinista es el que opera la máquina, pero el conductor es el mando del tren completo: el maquinista va a la orden del conductor, que es el jefe de todo el tren.
- ¿Usted pasó antes por maquinista?.
- Supe y manejé trenes, pero físicamente cuatro o cinco veces en emergencia. El conductor maneja las órdenes. En aquel tiempo había 15 trenes corriendo por la misma vía y de acuerdo con el horario había que librarles sus tiempos.
Es un poco complejo. Muchos creen que un tren es una máquina y furgones, y no. Si no lleva un aditamento, es sólo material rodante. Ese aditamento es lo más importante del tren y se llaman ‘los marcadores’: son los dos farolitos que van atrás y que cambia a luz verde cuando está la vía libre y cuando está bloqueada se cambia a rojo, para prevenir algún accidente. Si se ve la luz roja el tren que viene se para. Hay otros sistemas de protección, no solamente ese.
Las ordenes de tren son todo un arte, los horarios y el reglamento. Cuando llega uno a esa etapa es como si fuera a una universidad de trenes.
- ¿Tuvo que ver su trabajo con su problema en el oído?.
- Vamos a decir que un poco, pero en realidad no era tanto, sino que una vez me explotó un cartucho de dinamita muy cerca y estábamos por llegar a una estación e iban a dinamitar un pilote de concreto, reparar un puente. Me explotó muy cerca y ahí fue donde me afectó.
En su establecimiento, Lazarini se da tiempo para atender a varios clientes y continúa analizando sobre la filosofía hermética:
Hay mucha tela de donde cortar, porque por ejemplo, con mi experiencia en esto para mí ya no hay secretos, muchos se preguntan ¿dónde quedó situada la Atlántida?, ¿por qué la civilización Egipcia se cubrió con las arenas?, ¿por qué fue la conquista de México?, ¿por qué 300 españoles dominaron a millones de indios?, ese fue un plan para salvar a Europa.
Podemos también decir que conocemos cuál fue la misión de Judas Iscariote, que no fue un traidor con Jesús. Sabemos que Jesús no murió en la cruz, sabemos la misión que tuvo María Magdalena, sabemos cuál fue la misión de Claudia la esposa de Poncio Pilato y que fue la que realmente salvó de morir a Jesús en la cruz, y un sinnúmero de cosas que uno va aprendiendo del labio-oído a través de casi 45 años que tengo en la filosofía hermética.