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NUMINOR: El agua de Tlacote
Por Agustín Almanza Aguilar
13 / Noviembre / 2018
¿Oyó usted hablar de un tal Jesús Chahín Simón, un ingeniero que aseguraba que la profecía del Libro de Ezequiel (¡?) se había cumplido en un pueblito de Querétaro, donde apareció (sic), allá por el año de 1992, el único manto de agua, en todo el universo (resic), que hace hablar a los niños disléxicos, levanta a los desahuciados como a Lázaro y cura el Sida en tres semanas; el agua del rancho El Tlacote?...
Estamos en las páginas de la revista Proceso, número 784, enero 20 de 1992, ante el trabajo de los periodistas Manuel Robles y Armando Ponce: ¿Jesús Chahín, Charlatán, Milagroso Excéntrico enloquecido? El Tlacote: Santuario sin Santo, Sanatorio sin Médico...
Chahìn, un millonario industrial, originario de Orizaba, tenía a la sazón, entonces 51 años, cuando ese fenómeno de sanación sucedió, en su rancho, ya citado; Veracruzano, allí acudieron, a diario, millares de gentes, enfermas o esperanzadas, formando colas hasta cerca de dos kilómetros, en el polvoriento costado de la carretera, en su mayoría humildes, noche y día, ya con lluvia o con ardiente sol, para llenar sus recipientes hasta tambos, e esa agua maravillosa, de gratuita manera. Es un agua ligera que pesa, en el litro, 44 gramos menos que cualquier cosa... ¿Un nuevo bálsamo de la naturaleza?
Los médicos no creen, lo que no le hace mella al ingeniero, ni se inmuta. Los japoneses -cuenta- buscaron comercializar el líquido, para ofrecerlo a sus clientes en los grandes hoteles. Dice nuestro personaje que este venero, este lugar único, le ha sido dada por Dios la fuerza desde abajo de la tierra y la energía desde más allá de nuestro planeta... No recibe dinero, porque el agua es patrimonio de México, y por algo así lo quiso Dios. Y la gente acude con la fé de que vá a ser curada, y gente aún del extranjero, hasta de los EUA. Era el mes de Mayo. Más del millón de personas han estado allí, por el agua y la cura.
Llegó a exclamar -¿ya bien loco?-: Nosotros podremos conquistar al mundo con este líquido... Aquí el cáncer lo curamos con la mano en la cintura, sobre todo la leucemia, el lupus en cuatro (...) o, a más tardar en 30 días. Aquí los enfermos de Sida, que llegan agonizando, salen caminando. Se cura la diabetes... todo.
Estamos viendo, en la citada revista, imágenes de cientos y cientos de gente, haciendo cola con garrafones; Increíble. Pero... contra esa agua tronaría el entonces obispo de la diócesis, Mario Gasperín Gasperín, afirmando que no tenía nada de milagrosa, que era simple agua. Y, para el director de Salud del gobierno del estado, René Martínez Gutiérrez, agua potable, según los análisis de la Universidad Autónoma de Querétaro, y de los laboratorios nacionales del sector. Cosa que tampoco le importó al descendiente de una familia de Siria, billetudo de nacimiento, que fué sanado de una lesión de su ojo izquierdo, producida por una piedra que le perforó la córnea, gracias al agua del Tlacote...
Terminamos este artículo con el párrafo primero del trabajo de los reporteros de Proceso: ¿Es un charlatán que se aprovecha de la endeble psicología, un hombre de buena fé pero equivocado, un excéntrico enloquecido que no sabe cómo gastarse las millonadas de dinero que ha ganado en la industria?
¿Vive aún -tendría 77 años-? ¿Qué ha sido del agua del rancho El Tlacote?... Muchos nayaritas fueron -(me cuentan)- por su agüita.