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Líneas: Recordando al Maestro Agustín Yáñez
Por: José Ma. Narváez Ramírez.
01 / Septiembre / 2014
Pueblo de mujeres enlutadas. Aquí, allá, en la noche, al trajín del amanecer, en todo el santo río de la mañana, bajo la lumbre del sol alto, a las luces de la tarde –fuertes, claras, desvaídas, agónicas-; viejecitas, mujeres maduras, muchachas de lozanía, párvulas; en los atrios de iglesias, en la soledad callejera, en los interiores de tiendas y de algunas casas –cuán pocas- furtivamente abiertas.
Gentes y calles absortas. Regulares las hiladas de muros, a grandes lienzos vacíos. Puertas y ventanas de austera cantería, cerradas con tablones macizos, de nobles, rancias maderas, desnudas de barnices y vidrios, todas como trabajadas por uno y el mismo artífice rudo y exacto. Pátina del tiempo, del sol, de las lluvias, de las manos consuetudinarias, en los portales, en los dinteles y sobre los umbrales. Casas de las que no escapan rumores, risas, gritos, llantos; pero a lo alto, la fragancia de finos leños consumidos en hornos y cocinas, envuelta para regalo del cielo, con telas de humo.
En el corazón y en los aledaños, el igual hermetismo. Casas de las orillas, junto al río, junto al cerro, al salir de los caminos, con la nobleza de su cantería, que sella dignidad a los muros de adobe.
Y cruces al remate de la fachada más humilde, coronas de las esquinas, en las paredes interminables, cruces de piedra, de cal y canto, de madera, de palmas; unas, anchas, otras, altas; y pequeñas, y frágiles, y perfectas y toscas.
Pueblo conventual. CANTINAS VERGONZANTES. Barrio maldito, perdido entre las breñas, por entre la cuesta baja del río seco. Pueblo sin billares, ni fonógrafos, ni pianos. PUEBLO DE MUJERES ENLUTADAS
Esta es una parte del Acto Preparatorio del libro AL FILO DEL AGUA del escritor mexicano Agustín Yáñez, nacido en Guadalajara, Jalisco, el 4 de Mayo de 1904. Director de Educación Primaria en el Estado de Nayarit y rector del Instituto Nayarita (1930-1931) y entre otros altos cargos, Gobernador del Estado de Jalisco (1953-1959), jefe de la Delegación a la XI Asamblea general de l UNESCO (1960), Sus secretario de la Secretaría de la Presidencia de la República (1962-1964) y Secretario de Educación Pública (a partir del 16 de diciembre de 1964).
Cuando ocupó los cargos en Nayarit, fue amigo de don Luis Castillo Ledón –santiagueño distinguido, gobernador de su estado- y de otros muchos nayaritas que destacaron por su brillante trayectoria.
Y viene al caso esta cita, por la fútil cabida que le da el actual sistema gubernativo de la entidad, a las dizque hazañas que va grabando en los anales de la historia de mi pueblo, olvidando o desconociendo las hermosas páginas que nuestros antecesores escribieron con letras de oro, en la historia de esta bella entidad plena de cultura y arte y de actos heroícos que aún sigue plasmando en el diario acontecer de la lucha por la vida.
Ya adentrándonos en la lectura del libro, en la sección El Cometa Halley se lee lo siguiente:
24.- Propuesto a enriquecerse y liquidado el problema de las elecciones, el director político había perdido el celo: Ni atendía ni reimportaba lo que favorecía sus intereses. Condescendía con los vecinos de relieve social o económico y con los levantiscos que pudieran poner en peligro el sosiego indispensable al desarrollo de sus aspiraciones, lo que con éstos era blando y obsequioso, tenía de duro con los pobres desvalidos. En forma turbia se hizo de un pequeño rancho que prosperaba y crecía con rapidez, antes del año era propietario de doscientas cabezas de ganado; casa, caballerizas, establo, cebadero, camino y cercados eran obra de rancheros puestos presos cuando los domingos venían a misa y al mercado, ya porque no trajeran pantalones, porque hicieran basura, porque dejaran en la calle las acémilas, porque les hallaran cualquier vasija con vino, porque cumplieran alguna necesidad en algún rincón del poblado, porque los placeros discutieran lo que les cobraban por impuesto de piso cada vez más gravoso, hasta porque gritaran fuerte o porque tropezaran con alguien
Aquí pudiera citarse que cualquier semejanza con la época actual es mera coincidencia Pero en el supuesto y muy lejano caso de que las autoridades leyeran este libro, que fue editado por Purrúa en 1971, Al filo del agua es una expresión campesina que significa el momento de iniciarse la lluvia, y en sentido figurado- la inminencia o el principio de un suceso.
Barruntamos que es oportuno señalar la caída de éste en sus inicios Y Control Señores Control Estamos en eso
311 145-18-81.