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Numinor: Noches y Despertares Ahítos de Bostezos e Insomnios ‘Creadores’
Ángel Agustín Almanza Aguilar
13 / Octubre / 2017
¿Tiene el cerebro rincones tenebrosos que duermen desnudos y en cuclillas, cobijando en silencio esas criaturas de fantasía que angustiosamente esperan la irremediable visita del Arte? ¿Es la Palabra tan firmemente trascendental para que tales criaturas se manifiesten en la escena del Gran Teatro de manera decente?
La musa del poeta se encuentra en gestación, a punto de parir más hijos que las madres en sus lechos de miseria, y que serán muy difíciles de alimentar; el santuario de la cabeza del artista se puebla de imágenes, de sonidos, de colores, de movimientos sin fin, de tal guisa que los tiempos que le restan a ese navegante del silencio aullador del atormentan.
En esa confusión de bocetos y pergeñeces, tales criaturas nadan en su arabesco ‘Modhallam’, en ese mar oscuro y tenebroso, caótico, en busca de formas y sentidos propios para con sus entrañas, anhelando de desgarrante manera eclosionar a la palestra del orden cósmico, para ofrecer su mensaje ancestral.
Puras noches sin sueño; puros despertares angustiosos: siempre al borde del abismo. Esas formas exigen no ser condenadas a la Nada –esa enigmática ‘Nada’– antes de haber tocado carne, huesos y sangre.
De allí que este poeta combatía consigo mismo para dar solidez a esos espectros imaginarios, que ya lo tenían al filo de la demencia con sus muy cotidianas apariciones –noche y día, día y noche–, ahítas de groseros gestos, vulgares contorsiones, y extravagantes peregrinaciones, en aquél rincón del Verbo. De allí –insistía tenazmente– que no deseaba dejarlos en tan lánguido y oscuro lar sin darles el hálito de la Palabra, antes de que su armazón, cual desvencijada arpa eólica, se desgarraba en tristes melodías bucólicas.
Y lo logró: nació la Gran Obra (‘Sic Itur Ad Astra’).