Por Sergio Mejía Cano

Se dice y se entiende que la mayoría, si no es que todas las profesiones, ya sea que requieran título universitario o no, cuentan con sus obligaciones, derechos y responsabilidades, pero, sobre todo, riesgos, claro que unas profesiones más que otras; sin embargo, riesgos, al fin y al cabo.

Un carpintero podría resultar herido con las herramientas que maneja, un albañil puede caer de un andamio o que se le caiga una barda encima o una pila de ladrillos, caer en donde está haciendo mezcla con cal y arena. Un repartidor o un cobrador puede sufrir un accidente automovilístico o una agresión por parte de quien le van a entregar un pedido que no le gusta o que le van a cobrar, respectivamente, un carnicero cortarse con los cuchillos y sierras que tiene que ocupar para partir la carne; en sí, riesgos existen en todas y cada una de las profesiones, lesiones ya sean menores o mayores.

Aunque también se dice que un médico podría tener problemas con una posible o probable negligencia médica o por amagos o venganzas de familiares de una persona que intervino quirúrgicamente y la operación no salió bien; un ingeniero o un arquitecto podrían correr riesgos por parte de quienes los contratan si no cubren las expectativas o ideas de quien los contrata tiene en mente sobre determinado inmueble o también por dar un presupuesto que, por equis razones se eleva en su costo económico, un contador público al no salirle las cuentas numéricas; pero, donde más riesgos se han visto últimamente es en la abogacía, sobre todo, entre quienes se especializan en el Derecho Penal, aunque, obviamente, en el civil, laboral, mercantil, etcétera.

Sin embargo, si hay una profesión de alto riesgo, es la de periodismo y más, el de investigación, pues si se mira en retrospectiva, hoy la información periodística ha bajado en cuanto a investigación de fondo se refiere, ya que no es por nada que en la última década se ha incrementado el asesinato y desaparición de periodistas de ambos sexos y más, ente quienes se han dedicado a investigar respecto los llamados grupos criminales y sus integrantes, así como de personajes, tanto empresarios como políticos y funcionarios de los que según se ha documentado, han tenido su qué ver con estos llamados grupos del crimen organizado; verbi gracia, Felipe Calderón Hinojosa y su secretario de Seguridad Pública, Genaro García Luna, hoy preso en los Estados Unidos.
Cierto día en una reunión informal oí decir a una persona decir a unos alumnos de Derecho, que entre las ramas más productivas económicamente para ejercer la abogacía era el Derecho Laboral, pues ahí un abogado podría recibir dividendos de ambas partes en litigio: el patrón y el trabajador, pero más por parte de la clase patronal que es la que tiene más dinero que la clase trabajadora.
Queda claro que en cualquiera de las ramas de la abogacía se podrían dar manejos turbios en donde algunos abogados, no todos, desde luego, podrían involucrarse ya sea por convicción o bajo amenazas, bajo la consabida frase de plata o plomo o también, por qué no, por así convenir a sus propios intereses y ver la posibilidad de que al andar chueco podría subir en su estatus laboral y de relaciones; aunque en algunos casos esa satisfacción sea más efímera de lo que piensa, claro que en caso de caerse del alambre o no cubrir las expectativas de sus aliados o para quienes trabaja; pero, si se presta a todo tipo de maniobras sucias, pues podría darse el caso de que hasta políticamente llegara a destacar, pues se dice que, de que los hay, los hay; hubo y seguirá habiendo, posiblemente.
Recientemente se ha informado sobre el asesinado de un abogado en las afueras de la denominada, Ciudad Judicial, en la alcaldía Cuauhtémoc, de la hoy Ciudad de México. Obvio que de inmediato cuando asesinan a algún abogado de inmediato hay quien piensa que andaba en malos pasos o que ya la debía; sin embargo, también surge la sospecha cuando se informa que había trabajado o trabajaba como abogado defensor de determinados personajes de dudosa reputación.
Todo mundo tiene derecho a buscar su sustento, por lo que los abogados no están exentos de esta disposición, el problema, tal vez, es cuando se ve obligado o porque no hay más, a defender a determinados personajes ya cuestionados y, lo malo de este asunto es que por lo regular, a estos abogados defensores les va como a los coheteros: si prende le chifan y si no, también. O en su caso, si pierde un litigio defendiendo a un personaje peligroso, malo.
Sea pues. Vale.