El Caso de los Magistrados no ratificados ¿Sevicia, dolo o simple coincidencia en la unanimidad de los Diputados?

Segunda de tres partes

02 / Octubre / 2009

Uno de los más grandes ideólogos mexicanos, Don Jesús Reyes Heroles, expresó en relación con la política que: "la forma es fondo". Pero no sólo en el plano de lo político, sino en todos los órdenes de la vida, quien no cubre las formas terminará errando en lo fundamental.

A guisa el ejemplo del perverso y ambicioso general Félix María Calleja, hombre sin escrúpulos al que el veredicto de la historia lo hundió, no por haber combatido a los insurgentes, ni por el hecho de haber fusilado al padre Hidalgo, a Allende y Aldama, lo que condena a este cruel verdugo peninsular, es que haya escarnecido a nuestros mártires independentistas, pues no se le perdona la vejación en vida y muerte que hicieron de ellos, ajusticiándolos por la espalda como a los traidores y decapitándolos para luego  exhibir en jaulas sus despojos.

Nuestra historia está plagada de sucesos en que sus protagonistas por no cumplir las formas, acabaron en un rincón del festín republicano y terminaron con el epíteto de traidores.

Tales son los casos de Agustín de Iturbide y Victoriano Huerta. El primero al que no se le puede negar ser uno de los artífices de la independencia nacional, pero que actuó con doble moral y con argucias se  erigió emperador, acción reprobable que terminó por lapidar sus méritos anteriores.

Huerta es un ejemplo aún más patético ya que pese a haber cubierto las formas cuando Pedro Lascurain, -entonces Presidente de la Suprema Corte- es Presidente de México por 45 minutos y transmite el poder a Victoriano, cumplimentando todos las reservas de la ley, pero el cobarde y artero asesinato de Francisco I. Madero y José María Pino Suárez, lo convirtieron en el chacal de la revolución mexicana.

Estas tres pruebas fehacientes, sólo son ejemplos que la historia, maestra insobornable ha escrito, para el conocimiento de las generaciones del porvenir, ejemplos que comprueban lo que sucede a quienes desdeñan las formas y terminan sin lograr los objetivos y metas fundamentales.

A semejanza de lo anterior expuesto, los Diputados que integran la XXIX Legislatura del Congreso del Estado, no han cubierto la forma, y sin el menor recato, han incurrido en una descortesía de tal magnitud, que desde ahora los coloca como individuos carentes de probidad y sensatez.

Porque veamos y sigamos la misma ruta consignada por los Diputados en la exposición de motivos del voluminoso dictamen, que sometieron al Pleno de la Cámara, en donde explican diccionario en mano lo que significan las expresiones usadas en el resolutivo:

Por ello, de manera somera referiré porque califico a los Diputados de descorteces, ímprobos e insensatos.

La cortesía es la demostración o acto con que se manifiesta la atención, respeto, o  afecto que tiene alguien a otra persona. En las cartas son las expresiones de obsequio y urbanidad, en tanto que la urbanidad es el comedimiento y el buen modo, por su parte el comedimiento es la moderación y ésta a su vez es cordura, sensatez, templanza en las palabras o acciones y la cordura es la prudencia, el buen seso, el juicio, la reflexión.

Cuando nos referimos a la prudencia estamos hablando de la templanza, de la cautela, de la moderación, de la sensatez y el buen juicio, porque la prudencia es una de las cuatro virtudes cardinales que consiste en discernir y distinguir lo que es bueno o malo para seguirlo o huir de ello.

Y ya que hablamos de virtud, habremos de distinguir entre las virtudes cardinales que son además de la prudencia, la justicia, la fortaleza y la templanza, que son principio de otras en ellas contenidas, y las Teologales en las que se encuentran la fe, la esperanza y la caridad.

Inserto aquí de nueva cuenta las conclusiones del dictamen que el pleno de la Legislatura acordó por UNANIMIDAD, para no ratificar a los Magistrados que culminaban su período.

“De conformidad con el artículo 116, fracción tercera de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, no se ratifica en el cargo de magistrado del Tribunal Superior de Justicia al licenciado Javier Germán Rodríguez Jiménez, por lo siguiente:

a) No cumplió en sus términos la obligación principal que se les encomendó en el año de 1999 de impartir justicia pronta, completa, imparcial y gratuita.

b) No acreditó haberse desempeñado con sujeción a los atributos de diligencia, excelencia profesional y honestidad invulnerable.

c) Durante diez años que fungió como magistrado y de ellos cuatro como presidente del Tribunal Superior de Justicia y del Consejo de la Judicatura, no existen elementos que lo coloquen como un funcionario que fuera más allá de lo que la ley expresamente le obligaba para eficientar la administración e impartición de justicia y en general que lo posicione como una persona que ha alcanzado el atributo de excelencia y en consecuencia como el mejor para seguir desempeñando el cargo”.

E insisto en mi pregunta del escrito que conforma la primera parte de este artículo: ¿Sevicia, dolo o simple coincidencia en la unanimidad de los Diputados? (Continuará) campabonilla@hotmail.com