Los indómitos tecoxines, señores del Río Ameca

 A parte de que eran unos fieros guerreros, se sabe muy poco sobre los tecoxines. Don Lázaro Blanco en su calidad de teniente de Alcalde mayor de la provincia de Compostela, fue la persona que más datos recopiló sobre este misterioso pueblo. Dicha información está contenida en la Relación de la ciudad de Compostela, escrita en el año de 1584.
 Sección del capítulo Las raíces prehispánicas del libro titulado: Monografía histórica de Zapotán, Nayarit (En proceso).

08 / Julio / 2014

Por: Rodolfo Medina Gutiérrez


Compostela, Nayarit—La antropóloga, Marina Anguiano nos explica en su libro Nayarit, costa y altiplanicie en el momento del contacto, la situación general de los pueblos indígenas de Nayarit para cuando arribaron los españoles entre los años de 1524 y 1532.

Por la zona norte de Nayarit y sur de Sinaloa y Durango dominaban los tepehuanos, tecuales, nayeris (coras) y totorames. La región serrana de Jalisco y Nayarit pertenecía a los nayeris, tepehuanos, zayahuecos y wixaricas (huicholes).


El centro de Nayarit estaba habitado por los tecuales y los nayeris, el sureste era señoreado por los coanos; y finalmente, gran parte de los actuales municipios de Compostela, Bahía de Banderas, San Pedro Lagunillas, Guachinango, San Sebastián del Oeste, Puerto Vallarta, Talpa de Allende, Mascota, Mixtlán y Atenguillo estaban poblados por indios de la tribu Tecoxin.

A parte de que eran unos fieros guerreros, se sabe muy poco sobre los tecoxines. Don Lázaro Blanco en su calidad de teniente de Alcalde mayor de la provincia de Compostela, fue la persona que más datos recopiló sobre este misterioso pueblo. Dicha información está contenida en la Relación de la ciudad de Compostela, escrita en el año de 1584.


El documento constituye uno de los numerosos informes y relaciones geográficas enviados a la corte española con miras de que las autoridades supieran la situación general de los bastos dominios del Imperio. Además de la escueta pero interesante descripción de Lázaro Blanco, se anexó un mapa que muestra la jurisdicción compostelana a finales del siglo XVI.

El contenido de este documento señala que el término tecoxin se traduce como descabezadores o cortadores de cabezas, ya que acostumbraban decapitar a los prisioneros que capturaban en batalla. Por medio de la tradición oral, el autor también se dio cuenta de que dichos indios guerreaban constantemente con sus vecinos, sobre todo contra los del valle de Ciutla (Valle de Banderas). Por los comentarios del alcalde Blanco se infiere que el cerro de Ziutepetl (actual cerro Vallejo) era una especie de territorio en disputa.


El Alcalde Blanco presenta la siguiente descripción sobre estos belicosos pueblos:

Todos estos indios, los tecozquines y del Valle, dicen que cada pueblo tenía un señor a quien obedecían y servían y los señores sucedían por valentías de guerras / f. 4r/ que el que era valiente era señor. Y lo que le daban a sus señores en reconocimiento y tributo era azelle la cementera del maíz, algodón y las otras semillas de su sustento, hazelle la casa y servirle de lo que les mandase. Todos en general adoraban al diablo por dios, y en sacrificio le traían los cuerpos muertos que mataban en la guerra y bailaban a su usanza y modo, lo cual hacían por adoración y ofrecían mantas al ídolo que tenían en cada barrio de señor e pueblo.


Que todos en general, los unos y los otros pueblos, los señores los mandaban cada uno a su gente, y la gente conocía cada uno a su señor a quien obedecía. Dicen que los tecoxquines traían guerra con los del valle y de la costa, y los de la costa con ellos, así mismo los tecoquines con la gente de Camotlan, que les está al salir del sol y los del valle con los coronados que es gente que está al medio día del valle de Banderas, en tierras muy altas y agras, en otro corregimiento, conforme a la pintura. Su pelear de todos dicen era /v/ con dardos, arcos y flechas, rodelas y macanas y algunas hachas pequeñas, y al pelear enbixados y desnudos con algunos plumaxes de papagayos e otras plumas. Dicen que andaban todos en general desnudos todo el año, en cueros, las mujeres cubiertas desde la cintura hasta las rodillas, lo demás desnudo.


La descripción sobre este pueblo también abarca su dieta, constituida principalmente por maíz, frijol, ají, calabaza, haba de la tierra, carne de venado, conejo, culebra y otras sabandijas que cría la tierra.

A pesar de que esta tribu no constituía un Estado, si eran numerosas sus poblaciones. Matías de la Mota Padilla sugiere que el epicentro tecoxin estaba ubicado en Ostotipac, sitio donde los españoles explotaron minas argentíferas a principios del siglo XVII. Actualmente, ese lugar lleva el nombre de Real alto y pertenece al municipio jalisciense de San Sebastián del Oeste.


Para cuando Lázaro Blanco escribió estas informaciones, solo quedaban 10 pueblos tecoxines en la jurisdicción compostelana, pero solamente destacan en el mapa los pueblos de Zapotlán y Mazatlán. Precisamente esta es una de las referencias más antiguas que se tiene de estas comunidades, ubicadas en el municipio de Compostela.

La conquista de los actuales Nayarit, Jalisco y Sinaloa se llevó a cabo entre los años de 1524 y 1532. En una primera etapa, los españoles comandados por Francisco Cortés de San Buenaventura viajaron de manera pacífica desde la Villa de Colima hasta las márgenes del río Lerma-Santiago, al norte de Tepic.


A partir del año de 1529 el capitán Nuño Beltrán de Guzmán entró en plan de guerra a las distintas poblaciones que Cortés de San Buenaventura había visitado tiempo atrás. La empresa conquistadora de Guzmán termina con la fundación de la ciudad de Compostela en el valle de Tepic, evento formalizado el día 25 de julio de 1532.


Los ataques procedentes del área tecoxin afectaban la incipiente economía de la capital de la Nueva Galicia, ya que en palabras de Mota Padilla estos guerreros andaban malos, y asaltaban á los indios de servicio que ocurrían á Compostela. A raíz de eso, el Gobernador Francisco Vázquez de Coronado encomendó al orgulloso conquistador Álvaro de Bracamonte someter a los pueblos de la zona de Atenguillo, Mascota y Ostotipac; empresa de la cual salió victorioso.

Poco después, estalló la gran rebelión indígena en la Nueva Galicia, misma que traería profundas repercusiones políticas, sociales y culturales en este basto territorio. En ese contexto, los indómitos tecoxines y los indios de Guainamota constituían una seria amenaza para la primigenia Compostela.


Por ello, en el año de 1540 el capitán Cristóbal de Oñate (en su calidad de Gobernador provisional) decidió formalizar el traslado de la ciudad capital hacia un paraje conocido como Caquetlán (actual Compostela), dentro de la zona de influencia tecoxin. Todos los cronistas de antaño coinciden en que este cambio se llevó a cabo para poder someter con mayor facilidad a la tribu de decapitadores, y así contener su avance hacia las posiciones españolas, haciendo de las intrincadas serranías que se erigen en los márgenes del río Ameca el único reducto de estos aborígenes.


Este fiero pueblo guerrero finalmente aceptó la presencia española gracias a los efectos de la guerra, las enfermedades y la evangelización. Para finales del siglo XVI incluso vestían a la usanza española y tenían un trato aceptable con sus vecinos europeos.


A pesar de que se han perdido la mayoría de las informaciones relacionada con los tecoxines; una parte significativa de su folclor aún se encuentra presente en las leyendas (como la de Tata Marmaya), prácticas y costumbres (por ejemplo, la brujería) de algunas comunidades establecidas en la sierra de Zapotán y ambas márgenes del río Ameca.


(Fotografía: Piezas arqueológicas chinescas de la tradición Tumbas de tiro, encontradas en el sitio Las cebollas, municipios de Compostela y San Pedro Lagunillas. Afiche de la exposición en el Museo regional de Tepic, INAH. Año de 1985)