EL ITACATE: Y Dios dijo: ‘Hágase la Luz’, y la Luz fue – (Génesis)-

Por Agustín Almanza Aguilar

11 / Marzo / 2015

En el prólogo sobre la serie de artículos contemplados a aparecer, hablamos de la importancia de la Luz en el Universo; continuamos con el tema, sin olvidar nuestro marco de referencia: Cuaresma, Semana Santa y Pascua: Un Viaje al Interior de Tierra santa. Aquí la parte primera.


En primer lugar, ¿qué se entiende por ‘Misterio’, y –por ende- ‘Enigma’?... Consideramos que tendremos una aproximación de respuesta al final de ésta exposición.

En el origen de los tiempos se distingue un principio del mundo, el cual se manifiesta por la Luz, la cual progresivamente se condensa hasta transformarse en densa materia, pero, a su vez, ésta se desagrega para transformarse, poco a poco, en Luz. Así, el proceso cósmico consistiría en un paso de la Luz a la Materia, y luego de la Materia a la Luz. El Universo entero estaría –y de hecho lo está- envuelto en Luz; es, también, Luz, aún en su aspecto material.

La Física Nuclear (Einstein: E=MC2) ha demostrado muy bien que la Luz es Energía, y que ésta es masa, o sea, materia: sinónimos. Pero todo revierte en energía. Aquí es congruente colocar la idea de ‘Luz-Piel-Luz’; imaginemos lo que pasaría si nuestro cuerpo físico-carnal-material se trasformará en energía-luz El Maestro Jesucristo (‘si no creéis en mis palabras, creed en mis obras’) se transfiguró en Luz en aquel monte, ante tres de sus discípulos, y ya antes había dicho que lo que él hiciera ellos lo podrían hacer es como transmutar el plomo en oro (‘Nuestro Oro’).


No hay sino Luz por todas partes, incluso en donde menos es perceptible (¿se podría ver a través de los poros de la piel?)

La Luz se manifiesta, primero, como un punto, luego como una línea que dá, que sigue, un movimiento rotativo; se concentra y se despliega, retrocede y avanza, así siempre hasta la formación de un Universo circular, al que nutre y sin cesar renueva. Estáse hablando de una ‘doble naturaleza’, corpuscular y ondulatoria. En el espacio –insístese- la curva es la que domina; la Luz es esférica, pero no se pude preveer su trayectoria. La física nos habla aquí del ‘Principio de Indeterminación’ (Werner Heisenberg).

Hablamos de un equilibrio existente –a nivel cósmico- entre dos fuerzas opuestas entre sí; de una ‘bipolaridad’ universal. Aquí brotan las ideas del antimundo, de la antimateria, de la dimensión invisible de la realidad de nuestro otro yo.

La vida es energía antes de ser sustancia; es ‘compuesto’ energético. Y todo se reduce a un punto único: la Luz.

En algún momento, en algún lugar, hemos sentido la extrañeza de estar viviendo, moviéndonos, en un mundo sumamente enigmático; que somos creaturas enigmáticas: no nos conocemos verdaderamente. Las cosas como que encierran otra realidad, como que están ‘disfrazadas’ -¿adrede?-; como que existe una realidad más profunda, insondable. He aquí el ‘Misterio’.

El ser humano es único entre todas las criaturas, su originalidad es sorprendente, aparte de su creación. ¿Qué somos? ¿Almas corporales o cuerpos animados? ¿El espíritu humano también está hecho de ‘tierra’?... Alma y Cuerpo: ¿dos mundos? ¿Es necesario el cuerpo físico, las ‘vestiduras de piel’?

No se nos olvida; lo tenemos muy bien grabado: Y la Luz se hizo carne, y habitó entre nosotros.

Finalicemos esta jornada: ¿es el ser humano un compendio del Universo Cósmico? ¿No sería ello vanidad y soberbia?...


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