REDESCUBRIENDO: Los Miedos Más Comunes en el Ser Humano.

Por: José Miguel Cuevas Delgadillo

13 / Mayo / 2015

Seguimos tratando el tema del miedo. Es importante que usted considere que el miedo bloquea la plenitud de la existencia del ser humano. El miedo es parte de la existencia y es provocado, en la mayoría de los casos, por la inseguridad. Situaciones de estrés, como un examen de la escuela o la pérdida del empleo, provocan reacciones normales de temor. Por otro lado, existe el ataque de pánico que se caracteriza por síntomas fisiológicos que repercuten directamente en reacciones en nuestro cuerpo, con una duración corta de tiempo. Los síntomas pueden ser: dificultad respiratoria, vértigo, palpitaciones o ritmo cardiaco acelerado, sudor, náuseas, dolor de estómago, sensación de irrealidad o de adormecimiento, y miedo a morir o a perder el control. El ataque de pánico es parte de los cuadros psiquiátricos como la psicosis y las depresiones, además de enfermedades orgánicas como las cardiacas y hormonales. Pero si dichos síntomas aparecen en individuos orgánicamente sanos, estamos frente a un ataque de pánico secundario, es decir, sin motivo aparente.

En este sentido, encontramos diferentes clases de miedos. La variedad puede ser demasiado amplia, sólo nombraremos algunos: miedo a la muerte, al dolor, a la soledad, al rechazo, al sufrimiento, al futuro, a la incomprensión, miedo al castigo, a lo desconocido, a las restricciones, miedo a la escasez, hablar en público, a relacionarnos con personas desconocidas. Lo importante es identificar cuáles son nuestros miedos y liberarnos de ellos. El asunto de la identificación puede tener una utilidad práctica: el miedo tiene aspectos positivos que nos ayudarán a tomar medidas precautorias. Por ejemplo, estar ante la posibilidad de un daño corporal o la advertencia de situaciones de inseguridad social o de cualquier otra índole nos permite alertarnos y prevenirnos. El aspecto positivo que ejercen la ansiedad y el miedo, no siempre son negativos. Frente a hechos reales que en sí mismos son amenazantes, la persona debe defender su integridad física o psicológica, y es el miedo el que activa la acción. Únicamente cuando los miedos cumplen funciones desadaptativas, como los temores excesivos y persistentes, serán patológicos y deberán ser tratados con algún profesional de la salud mental (Terapeuta, psicólogo, psiquiatra, etc.). De esta manera logramos prevenirnos y prepararnos antes situaciones futuras. Estudiar para presentar un examen, tener el tiempo preciso para ordenar el equipaje y no extraviar el boleto de viaje, obteniendo la tranquilidad de una confortable excursión o evitar el recorrido por lugares donde no existen condiciones de seguridad, son algunos de los innumerables ejemplos que activan el miedo y la ansiedad, que en este caso se presentan como mecanismos de defensa para evitar tragedias. En este contexto, el miedo es sano, nos previene de tomar acciones peligrosas.

DIFERENCIAS ENTRE ANGUSTIA Y MIEDO. Según el psicólogo Juan de Castro es necesario distinguir entre miedo y angustia. El miedo es una acción defensiva de tipo psico-afectivo frente a una situación que se percibe como amenazante, y activa sentimientos vinculados directamente a la sensación de temor frente a peligros observables del mundo exterior: un accidente, un precipicio cerca de donde vamos conduciendo el auto, una lluvia excesiva que nos impide ver la carretera, eso es miedo; el miedo que cumple la función preventiva de alertarnos y que es parte del mecanismo de defensa de nuestro organismo para evitar situaciones que afecten nuestra integridad física y emocional, en este sentido, sería un sentimiento natural al captar una amenaza. La angustia es difusa, es más bien una reacción que se queda en lo interno y tiene que ver con sentimientos de temor difíciles de relacionar con cosas notorias, sus orígenes son subjetivos y abstractos. El miedo presenta un mecanismo parecido frente a una situación entendida y conocida, generalmente de origen externo, y de alguna forma se puede neutralizar con acciones específicas, sin generar mayores conflictos. El temor, espanto, pavor y terror pertenecen más bien al miedo; la inquietud, la ansiedad y la melancolía; a la angustia. El primero lleva hacia lo conocido, el segundo hacia lo desconocido. La tensión de alerta causada por el miedo es necesaria para vivir, sirve para superar los peligros reales y además nos ayuda a defendernos de nuestra angustia. Debemos aprender a identificar nuestros miedos, y posteriormente aprender a saber cuándo es un miedo natural y cuando uno patológico. Hasta la próxima. Terapeuta Familiar y Conferencista. Consultas Celular 311 136 89 86.