NUMINOR: ¡AH EL INSACIABLE DESEO DE VANA NOTORIEDAD!

Por Agustín Almanza Aguilar

20 / Mayo / 2015

Todo hombre que tenga experiencia del mundo, se cubre gustoso la cabeza y las orejas con el capuz, que le asemeja a los locos extravagantes, mientras debajo es cuerdo hasta donde puede pues, al fin y al cabo, después lo mismo que antes, el mundo, con sus cien mil bufonadas, no es más que un loco.

Cada cual escoge al fin algo para sí. Quien aporta mucho, aportará un poco a varios, y todos () satisfechos. Si dáis una pieza, dadla desde luego en piezas. Semejante guiso debe saliros bien; tan fácilmente es servido como imaginando. ¿De qué sirve presentar un todo?
Meted la mano en plena vida humana. Todos la viven, pero pocos la conocen, y dondequiera que la toméis, allí ofrece interés No busquéis sino aturdir a la gente; el contentarla es cosa difícil Pero, ¿qué sentís: entusiasmo o dolor? Aquel que sabe comunicarse con agrado, no se inquietará con el capricho del público A menudo no parece la obra en su cabal forma sino con el transcurso de los años. Lo que deslumbra vive solo un instante; lo que es bueno de veras, permanece intacto para la posteridad Verdad que ellos –los espectadores del gran teatro- no están habituados a obras primorosas, pero han leído atrozmente. ¿Cómo haremos para que todo sea nuevo y original, y sin carecer de interés, al par sea ameno?... Dejado que se oiga la fantasía con todos sus coros, razón, inteligencia, sentimiento y pasión; más, advertidlo bien: no olvidéis la locura.

Estos textos son fragmentos de la gran obra literaria de Goethe, el Fausto –Preludio en el Teatro y del acto primero de la segunda parte, Vasto Salón-. El poeta alemán siempre señaló, sarcásticamente, a esos críticos de arte que veían defectos en los trabajos ajenos pero que eran sumamente incapaces de crear algo digno y admirable en ese universo del saber, como la mayoría de los actuales jueces de los concursos literarios o de otros desaguisados eventos. Y, a fuer de sinceridad, es lamentable y tristemente palpable el observar en algunos diletantes de la pluma y el tintero un enfermizo deseo de ser notados, casi adorados, por la sociedad, pues se auto juzgan unos Non Plus Ultra de su oficio y profesión. Son los que ven a los demás por debajo de sus hombros y caminan por las calles apoyados en zancos de pedantería; tienen sus neuronas en silla de ruedas y yano les funcionan los procesos de sinapsis. ¡Ese afán de notoriedad!...

La fama aparece muy bien dibujada por los viejos poetas griegos, en su elocuente mitología o un diccionario nos dice que tal término significa voz pública, y es hija de la Tierra. Fue representada con numerosas bocas y oídos, con grades alas que ocultaban un grannúmero de ojos. Se desplazaba volando rápidamente para llevar a todos los lugares tanto la mentira como la verdad. Vivía en un palacio de sonoro bronce, ubicado en medio del mundo, y allí sus atentos oídos escuchaban todas las voces, por quedas que fueran. Las puertas de su gran mansión permanecían constantemente abiertas, recibiendo y devolviendo, ampliados, todos los sonidos. En los pórticos de tal morada deambulaban multitudes de humanos que esparcen tanto los rumores infundados como las noticias verdaderas. Fama vive rodeada de la Credulidad, del Error, la Falsa Alegría, el Terror, la Adulación, la Vanidad y la Soberbia, entre otras curiosidades.

¡Ah, el insaciable deseo de notoriedad! ¡Vanitas Vanitatum! El lector (a) se preguntará (¡Já! Ni mis familiares me leen) que qué tiene que ver el texto inicial con el final ya descrito; toda esa disgresional diatriba de pedante bachiller cervantino y desfacedor de entuertos quijotesco. Pues bien, porque se critica que no se escribe tratando de agradar al gran público, que siempre estará insatisfecho, sino que se hace de manera casi egoísta, con términos y latinajos sangrones, que a veces ni el que redacta comprende pero –y en ese afán de notoriedad-, insiste en su carnavalesca y anquilosada máscara de ‘intelectual’: pobre loco, tan sabio como antes

Así, uno escribe de manera sumamente popular –y alburera-, dirán los eruditos de la crítica: ¡mira nada más, y presume de docto!. Si correctamente se usan las palabras en su elevado y congruente estilo académico: ¡qué pedante y creído ese escritorzuelo!.

Es el paso de la escila y Caribdis; es el canto de las sirenas: es la mirada de la Gorgona Medusa. O el clásico hacerle caso a p es engrandecerlos. Sin embargo todos somos peregrinos a le Meca de la algarabía, tomando este término como la confusión de pláticas en un mercado entre árabes y judíos. Y el asunto es ser uno mismo. El querer agradar a todos es un lamentable error que muchos cometemos, es verdad. De allí lo difícil de ser original, pues nada hay nuevo bajo el sol (Salvo que se me haya olvidado).

Bitácora de Vuelo: El comal le dijo a la olla Y como diría El Mapache, Marco Antonio Martínez Velázquez: esa palabra no existe, porque yo no la entiendo. Era paradigma tal término.

Fé de Erratas: En el artículo Cajón de Sastres se cometió un grave error de dedos, al salir una palabra fuera de contexto, e impensable para el que esto escribe: ‘mierda’. Esto en lo relativo a lo de las observaciones del físico Heisenberg. La palabra correcta era ‘mirada’. Mil disculpas al lector (a), por favor.

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