CON PRECAUCIÓN: Inconformidad cíclica

Por Sergio Mejía Cano

01 / Diciembre / 2015

Como siempre, cada vez que se da ciclo del cambio de placas surgen los clamores de inconformidad entre los usuarios de vehículos automotrices, pero no tanto como el tener que volver a pagar la tenencia vehicular; y ahora no se han hecho esperar las redes sociales para dar paso a todo tipo de inconformidades, desde ofensivas hasta cómicas; pero las más, apegadas al razonamiento de que ese impuesto debió desaparecer en cuanto terminaron los juegos olímpicos de México 68.

Si bien como se dice que no porque ya en otros países también se cobre un tipo de tenencia, esto tenga que ser una justificación, ya que si se cobra en otras partes como España, Chile y Holanda, es más bien como un permiso de circulación y nada más, pero no es tan caro como en nuestro país. Y todavía peor, porque no conforme el gobierno con el cobro de tenencia a los vehículos automotrices supuestamente nada más para los gastos de que generarían las olimpiadas, a principio de los años 80 se amplió dicho impuesto a motocicletas, yates y toda clase de vehículos de tracción motriz; dando pie con esto a que buena parte de la ciudadanía recordara aquel dato histórico referente a Antonio López de Santana que se dice, pretendió cobrar impuesto hasta por puertas y ventanas.

Está documentado que la tenencia vehicular se comenzó a cobra por primera vez en nuestro país desde el 1º de enero de 1962, en el gobierno del entonces presidente de la República don Adolfo López Mateos; pero ya estaba justificado por la posibilidad de que México fuera la sede de los XIX juegos olímpicos, hecho que se confirmó en diciembre de ese mismo años; sin embargo, desde su implantación se dijo y afirmó que el cobro de la tenencia sería única y exclusivamente para paliar los gastos que generarían esos dichosos juegos olímpicos. Y vaya que ayudó el dinero recaudado a sostener el gasto de esos juegos, porque según se ha documentado se cubrieron todos los gastos y hasta sobró parte del dinero generado por la tenencia, así que esto dio pie para que en vez de derogarlo, mejor se hiciera permanente, porque cómo se iba a despreciar tan buena entrada de dinero a las arcas nacionales, y menos si la ciudadanía no decía nada, así que había que aplicar la ley no escrita de que todo lo que sube en México ya no vuelve a bajar, y ahora con la tenencia, todo impuesto que se implante jamás desaparecerá; al contrario: se incrementará su cuota, como el IVA, que ya una vez implantado, en vez de permanecer en la misma tasa, mejor se aumentó.

Hoy en día se alega que si bien algunos estados del país ya derogaron el cobro de la dichosa tenencia vehicular, es porque encontraron otra entrada de dinero al erario para contrarrestar la falta del dinero que se recaudaba por la tenencia; pero otras entidades alegan que sigue siendo necesario su cobro y que no se puede derogar en lo absoluto. Y es aquí donde surge la pregunta de por qué se dice que hace falta ese dinero si antes de 1962 no existía; y si antes no existía este impuesto, quiere decir que no hacía falta el dinero que ahora se recauda por el mismo.

Lo malo del asunto es que de acuerdo a algunos analistas, sí hace falta ese dinero de la tenencia debido a que las arcas nacionales cada día están más vacías a causa de tantas privatizaciones de industrias y empresas que antes eran las que engordaban esas arcas, ya que ahora el dinero que fortalecía las arcas nacionales hoy en día van a parar a los bolsillos de los grandes inversionistas que se han apoderado de muchos bienes antes nacionales; y si a esto se añade el que los gobiernos en turno cada día gastan más y más en imagen, que los salarios de funcionarios y políticos cada día son más ostentosos y que con la existencia de tantos partidos políticos que son prácticamente barriles sin fondo que en realidad ningún beneficio le han aportado en sí a la nación, pero que aun así se llevan buena parte de los dineros del pueblo, pues de ahí que se siga requiriendo el cobro de la tenencia, quedando de manifiesto que quien en realidad sostiene a nuestra nación es el pueblo en sí cautivo en los impuestos que no tiene la forma de cómo evadirlos tal y como lo hacen las grandes compañías que sangran al país y que aparte de condonarles impuestos obligatorios, se les regresa parte de ellos por eso de los juegos de números que hacen a la hora de aportar supuestas sumas a favor de la filantropía, como eso del famoso Teletón y otros programas sociales que a fin de cuentas viene a pagar la población con sus impuestos.