CON PRECAUCIÓN: Se tenían que acabar el presupuesto

Por Sergio Mejía Cano

14 / Abril / 2016

Las oficinas del departamento de personal de la entonces Sub-Gerencia de lo que había sido el Ferrocarril del Pacífico (FCP) y que en 1987 pasó a denominarse Nacionales de México, siempre fueron de libre acceso para todas las personas que tuvieran que hacer algún trámite en dicha oficina, y además, contaba con mostradores de no más de 1.20 metros de altura, por lo que se podía observar a todos empleados que ahí laboraban, excepto los privados en donde despachaban los oficiales o empleados de confianza que, por la naturaleza de sus funciones tenían que contar con oficinas privadas, así como el mismo jefe del departamento.

Así permanecieron dichas oficinas hasta principio de la década de los años 90, porque en adelante se llevaron a cabo reformaciones que consistieron en elevar los mostradores tapándolos dejando nada más una que otra ventanilla para atender a quien lo requiriera sin que pudiera ya pasar al interior de las oficinas como se acostumbraba hasta antes de que amurallaran el departamento en cuestión.

A lo largo de la existencia de la sub gerencia que se había inaugurado a principio de la década de los años 60, el inmueble sufrió varias remodelaciones, sobre todo el departamento de Procesos Mecanizados que constantemente se tenía que transformar al llegar las máquinas perforadoras antecedentes de las computadoras que en un principio también eran de tamaño considerable; y desde luego reformar otras oficinas o abriendo nuevas e incluso hasta eliminar unas escalera intermedias para construir en su lugar otra nueva oficina, así como cambiar el mosaico de todo el edificio, así como la construcción de una especie de fuente en medio del patio principal, fuente que por cierto jamás funcionó, pues desde su inicio hasta que todo acabó permaneció seca. Estas remodelaciones a la sub-gerencia del FCP se llevaban a cabo cada determinado tiempo considerable y desde luego, cuando fuera necesario.

Sin embargo, ya siendo Nacionales de México, comenzaron a llegar jefes de esta línea con nuevas ideas y las remodelaciones entonces fueron más constantes, pues a cada rato se remodelaba una oficina que apenas se había reformado; y esto creció aún más porque en poco tiempo cambiaban a estos jefe y cada uno de éstos al llegar, decidía cómo quería su oficina y desde luego su entorno.

A principio de los años 90, le habían cambiado el mosaico a una escalera intermedia; pero a los dos meses cuando mucho ya se lo estaban cambiando nuevamente, así como los interiores de todos los departamentos quitando ventanillas de un lado para ponerlas a uno o dos metros de donde estaba la anterior; y en ese tiempo, en menos de un año por lo menos, se pintó todo el edificio por fuera y por dentro mínimo tres veces.

Al comentar esto con un oficinista que había entrado a trabajar casi al mismo tiempo que yo y que por lo mismo nos teníamos cierta confianza, me dijo que todo ese gasto era necesario porque se tenían que acabar el presupuesto, porque ya estaba en ciernes el nuevo y que para justificar los gastos se tenía que agotar el anterior para que el nuevo presupuesto llegara más gordo; y además, porque a los próximos concesionarios se les tenía que entregar todo en óptimas condiciones tanto de servicio como de vista. Y sí, pues así sucedió también con las vías férreas que se tuvieron que rehabilitar con durmiente de concreto porque el ferrocarril iba a ser concesionado nuevamente a la Iniciativa Privada.

En la oficina de patio, hubo un Jefe de Trenes al que le había sido asignada una camioneta para que la utilizara de acuerdo a las necesidades del servicio, esto es como para ir de su oficina a la casa de máquinas, al taller de reparación, a la sub-gerencia para recibir instrucciones, etcétera. Los demás oficiales de dicha oficina de patio tenían otras camionetas a su servicio que el mismo ferrocarril renovaba cada dos años, pero el Jefe de Trenes, jamás quiso que se la cambiaran aunque fuera una de último modelo, pues estaba muy acostumbrado a la que tenía asignada: la FCP-17; sin embargo, llegó el momento en que se la quitaron, y tan apegado estaba a la vieja camioneta que el jefe de trenes movió cielo y tierra para que se la dejaran o en última instancia se la vendieran, pero los directivos se negaron y se la quitaron a cambio de una nueva. ¿Y para qué se la quitaron y no se la quisieron vender? Pues para que la FCP-17 fuera a parar a un baldío al lado del taller de Fuerza Motriz y Maquinaria, quedando ahí abandonada hasta que se desbarató.