NUMINOR: Javier Sicilia, el Eterno Viajero

Por Ángel Agustín Almanza Aguilar

19 / Mayo / 2016

No había leído a Javier Sicilia, y sólo sabía de él que insistía en que había que respetar los acuerdos de San Andrés, y que un hijo suyo había sido asesinado, creo en un secuestro, y que era autor de aquella lapidaria frase –expresada ante tanta impunidad y corrupción ‘oficial’-: ¡Ya estamos hasta la madre!. Bueno, me lo encuentro colaborando en la vieja revista ‘Siempre!’, de José Pagés Llergo, allá por el año 2000. De tales textos quise rescatar lo que creí era lo mejor, y que en este espacio participo con el lector (a).

Ricardo Muñoz Munguía (Rev. Cit., No. 24 31, enero 20) nos comenta algo sobre el poeta y escritor, en una entrevista, con el pretexto de su novela ‘Viajeros en la Noche’, donde se enfatiza la presencia y necesidad del ‘Viaje interior La vida es ese viaje y cada obra un atisbo a su misterio

Existen esos exploradores de Dios mediante la acción; seres apasionados por las situaciones límite, movidos por una sola preocupación: darle sentido a su sinsentido a la luz de la oscuridad de la fé que los lanza a lo desconocido.

Sicilia se muestra orgulloso de la herencia espiritual dejada por su padre: el misterio de Cristo y la luz de la poesía. Con esos dos tesoros me he orientado en la noche del mundo para descubrir su sentido Creo que sin Cristo y sin la poesía el mundo que privilegia la mayoría de los seres humanos () sería sólo un absurdo que no valdría la pena de ser vivido () Por la luz de la poesía uno descubre la belleza, el resplandor ontológico que se expresa en la materialidad de la vida, y que no es otra cosa que la impronta del Verbo con el que Dios creó. El trayecto hacia esa luz no es fácil, hay que arreglárselas a través de la fé para que la noche del mundo no te oscurezca.

Para Javier la literatura no pretende decir nada ya que ese es el territorio de la filosofía y la ciencia: el único objetivo que persigue la literatura es mostrar el misterio de la vida (), el misterio de la presencia de Dios en un mundo en el que aparentemente está ausente. Dios () está presente en la fé en el viaje que emprenden (los) personajes y que termina por conducirlos a su orilla (Dios) se experimenta, aparece como misterio, como una realidad multifacética e indefinida como la vida misma, que es Dios.

Subrayemos que él es católico y amante del futbol Y, en esa entrevista expone algo polémico: El amor de Dios es una paradoja: te acoge destruyéndote Afirma que es necesario e total ‘despojamiento’ del alma si se quiere experimentar la presencia divina. De allí parte su idea del viaje ‘por el desierto’, donde hay que ir más allá de lo que creemos ser, encontramos aquella luz sagrada que ilumina al mundo, pero también calcina.

Siempre buscando la unidad del espíritu en la multiplicidad de la materia, con la intuición de que aquello que solicita su atención como poeta, a través de la naturaleza de las cosas, tiene un rostro que habla de lo trascendente, que es descifrable en virtud del desbordamiento hacia la otredad, abismándose en la realidad, descifrando sus signos, jeroglíficos y símbolos.

Nos habla –en su estudio del poeta Gerard Manley Hopkins- del vislumbre de lo eterno en lo fugaz. Y así, lo vemos lleno de misticismo, y ahora de dolor por la muerte de su hijo.

GARAJE: Cuando la luz se mira de frente, ciega.