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Numinor: Goethe: Genio de la Literatura (Parte Primera)
Ángel Agustín Almanza Aguilar
12 / Julio / 2016
Un 28 de agosto, del año 1749 (siglo XVIII), vino a este mundo un gran ser humano, de origen alemán, considerado como un genio de la Literatura Universal: Johannes Wolfgang Goethe Textor, el autor de esa gran obra llamada ‘Fausto’.
Releyendo su ‘Werther’ –novela que, en lo personal, había desdeñado en mi juventud –me topo con textos como los siguientes: Siento la presencia del Omnipotente que nos creó a todos a su imagen, y percibo el soplo del amor divino que nos sostiene, flotando en un océano de delicias eternas. ¡Oh amigo mío! Lo infinito ¡Ah! ¡Si tú pudieras expresar, estampar con un soplo sobre el papel lo que tiene en ti una vida tan fuerte y tan ardiente; si tu obra pudiese hacerse el espejo de tu alma, como tu alma es el espejo de un Dios infinito! Hay en mí una multitud de facultades latentes que me veo obligado a ocultar con el mayor cuidado No ser comprendido, ¡tal es nuestro destino!...
Goethe tenía al cuerpo como prisión del alma y la vida como sueño. Pero es en su ‘Fausto’ donde –según lo cuenta y expresa el poeta, en una carta a su amigo Zelter- se hace referencia a un estado sublime, épico, desde el principio al fin, obligando al lector a remontarse por encima de sí mismo. Creo sinceramente que una inteligencia despejada, un entendimiento recto y lúcido, tendrán que trabajar no poco para hacerse dueño de todos los secretos que he involucrado en mi poema.
En una conversación con Eckermann (enero 5 de 1830) manifestaba: El ‘Fausto’ es un tema inconmensurable, y vanos serán todos los esfuerzos que haga el ingenio para penetrarlo del todo.
Algo pedante y soberbio, ¿no se vé así? Empero un amigo suyo, ocho años mayor, Johannes Christian Kestner, cuando su estancia en Wetzel, dejó para la posteridad una descripción del entonces joven poeta, en una carta: No es un hombre vulgar; tiene mucho talento, es un verdadero genio y un hombre de carácter. Posee una imaginación extraordinariamente viva, por cuya razón se expresa en general por medio de metáforas y símbolos. Dice a menudo que no puede evitar el uso del lenguaje cifrado, que no puede hablar literalmente; pero confía, cuando sea mayor, poder captar y expresar las ideas como son en realidad es, en resumen, un individuo notabilísimo.