CON PRECAUCIÓN: El fin del directorio telefónico

Por Sergio Mejía Cano

21 / Julio / 2016

Este inicio de semana llegó un señor a casa para hacer el cambio del directorio telefónico, el que al entregarlo mutuamente me doy cuenta que está muy delgado y le pregunto al amigo que los anda repartiendo que si no falta la parte de las páginas blancas, a lo que me responde que ya tiene tiempo que ya es pura sección amarilla, que mínimo unos tres años que así lo reparten. Ah, jijo, y cierta vez yo andaba peleando por el directorio porque quería buscar el teléfono de un conocido y se me había extraviado mi agenda, y por más que me decían que ya no venían los nombres y domicilios particulares, siempre me quedé con la duda hasta que hoy lo comprobé de bien a bien.

El amigo repartidor de directorios me dijo que posiblemente se había suprimido la sección de páginas blancas debido a las extorsiones, porque tal vez de ahí sacaban los malandrines nombres y domicilios para hacer llamadas fuera de orden. Entonces busco en internet y encontré páginas en donde señalan que se puede preguntar por un número telefónico y por más que intenté no pude ni con mi propio nombre y domicilio, porque después de anotarlos en los lugares indicados y pulsar el botón de buscar, las casillas se ponían en blanco y así por el estilo en las demás páginas que entré a través de internet. Entonces llamo al 040 de la telefónica más antigua en el país, y me contesta una voz de mujer identificándose como Margarita, a la que le pregunto sobre el directorio y me responde lo mismo que el repartidor: que ya hace tres años que se suprimió la entrega del directorio de teléfonos fijos, precisamente debido al mal uso que se hacía con nombres y domicilios que ahí aparecían, porque hasta el código postal tenía, y que esto se llevó a cabo después de una investigación a fondo; pero que si quería un número me lo podía proporcionar siempre y cuando me identificara plenamente y también para darme una clave de uso cotidiano, y desde luego, también dar los datos completos de la persona por la que iba a preguntar su número telefónico. Le di las gracias, porque nada más era para quitarme la duda del porqué ya no había directorio telefónico tradicional.

Así que pasé tres años de mi vida sin saber que ya no había directorio telefónico tal y como los había conocido. Bueno. Lo raro es que por ejemplo, a mediados del mes de junio pasado, al estar en casa en Guadalajara, Jalisco, sonó el teléfono fijo, contesta una hermana y me pasa el auricular diciéndome que es para mí. Ah, caray, si se supone que yo no vivo ahí, pero el teléfono está a mi nombre. Contesto y una voz varonil me dice que si soy fulano y al responderle que sí, de inmediato se suelta diciéndome que tenía a mi hija secuestrada y para que comprobara que era cierto en ese instante se oye a través de la bocina un llanto femenino y una voz lastimosa que decía papi, papi, por favor haz todo lo que te diga el señor, me están maltratando mucho, ya no aguanto. Y luego de nuevo la voz varonil pero ahora como con acento norteño que me dice que esto es para que vea que no estaba jugando. Ah, ta güeno compa, enterao le digo, le doy las gracias por el aviso y cuelgo. Y ya no volvió a llamar.

Esto viene a colación porque cómo sabía el que llamó preguntar por determinada persona, en este caso el titular de la línea telefónica, pues se supone que tal vez lo habrá sacado precisamente de un directorio, de dónde más, porque de algún sobre que llega con propaganda, con cuentas o recibos equis, etcétera, pues como que no, porque nada más muestran el nombre y domicilio, pero no el número de teléfono. Y en mi caso no podría ser ya que al tirar dichos sobres o recibos, les arranco nombre y dirección, no por paranoico, sino por aquello de no te entumas y que a alguien se le ocurra dar mi nombre al ser detenido y nada más porque vio un nombre en la basura. Esto de arrancar nombre y domicilio a los sobres de las cartas que llegan a casa, es un consejo que me dijo mi abuelo hace muchos ayeres, porque alguien podría hacer mal uso del nombre ajeno.