Numinor: Arthur Machen y la Golden Dawn

Ángel Agustín Almanza Aguilar

27 / Enero / 2017

¿Ha leído usted algún texto de Arthur Machen? Lo más probable es que no; es muy difícil encontrar documentación alguna sobre este escritor, y menos en los locales donde venden y compran libros usados o en las llamadas ‘ferias del libro’.

Pero, ¿quién fue Machen? Bueno, pues un novelista inglés del siglo XIX, que escribió obras como ‘The Great God Pan’, ‘The Bowmen’, ‘The Secret Glory’, ‘Strange Roads’, ‘The Immoste Light’, ‘Poudre Blanche’, Tales of Horror and The Supernatural’, total, cerca de 30 volúmenes.

Había nacido en 1863, en el país de Gales, en Caerlson-on-Usk, pueblito que fue sede de donde partieron –se nos cuenta– los caballeros de la Mesa Redonda de la corte del Rey Arturo, en busca del Santo Grial Fue dependiente de una librería, en Londres, y sobrevivía, cuando joven, como traductor de libros, obteniendo unos 30 chelines a la semana durante dos años. Su padre, al morir, le heredó una pequeña suma de dinero; aquél era pastor protestante.

En sus primeras obras (Pan, Immost) escribe, afirmando, que las ‘Fuerzas del Mal’, en el mágico sentido de la palabra, esperan constantemente a algunos de nosotros para llevarnos al otro lado del mundo.

Vive ignorado y en la miseria. A los 39 años, desanimado y con el corazón destrozado (había perdido a su esposa), renuncia a la literatura y se hace actor ambulante: Me he convertido en cómico, escribe a Paul-Jean Toulet, un admirador suyo. Se mete un poco al periodismo para poder seguir subsistiendo.

Para nuestro escritor invitado no existía duda alguna en que lo sobrenatural constituye la verdadera realidad: El hombre está hecho de misterio –decía a cada momento-, y para los misterios y las visiones. Estaba profundamente convencido de que el mundo exterior contenía muy pocas enseñanzas, a menos que se mire como un depósito de símbolos y de significados ocultos. Solo las obras de la imaginación, productor de un espíritu que busca las verdades eternas, tiene posibilidad de ser reales y realmente útiles. Pero ya no escribía. La segunda guerra acababa de estallar y urgía literatura de carácter heroico. A vuela pluma escribe, para el diario ‘The Evening News’, un artículo –pero a su manera, como siempre-: ‘The Bowmens’ (Los Arqueros), donde San Jorge, con los ángeles, ayudaba a los soldados ingleses en su retirada de Mons. Al respecto, muchas cartas llegaron al periódico, redactadas por docenas de militares británicos, donde hacían énfasis en el hecho de ‘Eso’, lo descrito por Machen; lo habían experimentado y presenciado Arthur nunca se cansó de repetir y repetir que todo fue invención literaria suya.

A los 60 años redactó una biografía, muy especial, en tres volúmenes. Padecía mucha hambre y moriría en 1947, en una humilde casita de Buckinghamshire, en dulce paz.

En una carta recibida por una persona que señala como Sub Rosa (Rosacruz), ésta le reconoce un grado de conocimiento, de iniciación, independientemente de las ‘Ordenes y de las organizaciones. Esto se lo comunica a su amigo Toulet; era el año de 1900; tenía 37 años.

Aquí es donde vamos a anclar nuestro ‘Argos’, pues en ésta isla nos estamos topando con una sociedad supuestamente inspirada por la Rosacruz, y nos referimos a la ‘Golden Dawn’ (Amanecer Dorado), fundada en 1887, en Inglaterra, y que con otro personaje, uno de sus fundadores, Robert Wentwort Little, tocamos los dinteles del tema de la Masonería. Lo dejamos para futuras entregas. ¡Ah! Arthur Machen perteneció a ella.