Numinor: ¿Realmente combatirá la corrupción y la impunidad el nuevo gobernante?

Ángel Agustín Almanza Aguilar

01 / Junio / 2017

Lo dudo, así de plano y de entrada; tal promesa es ‘atole con el dedo’, demagogia y populismo, burla al pueblo. Porque, ¿meterían a la cárcel a los que hoy en día están robando a manos llenas de las arcas del erario público? Lo más probable es que los dejarán irse con sus riquezas malhabidas y hacernos creer que la historia ‘sagrada’ del universo, de su ‘mundo’, comienza con la llegada de él y su gente y –como dice la canción– ‘ya lo pasado pasado, no me interesa’.

No, no habrá honradez en sus promesas, no cumplirán sus palabras –como debería ser– y lo que harán es conformar un nuevo objetivo, egoísta en plenitud, donde la vanidad, las redes de complicidad, las simulaciones volverán a estar en ese trono de la ignominia.

México es uno de los países más corruptos del mundo, según informes a nivel internacional, y de los más inseguros y violentos. En ese pírrico combate a la corrupción y a los demás vicios políticos –que ya apestan, es la verdad– ganará el sistema imperante de ‘gobierno’, la insaciable sed de oro (Auri Sacra Fames), el apego enfermizo a los bienes materiales: el amor al dinero y al poder político.

El nuevo ‘príncipe’ –acordémonos de Maquiavelo– estará rodeado de lambiscones, aduladores, de enemigos ocultos, y él les creerá todas sus lisonjerías, para desgracia recurrente del jodido, ignorante, hambriento y pobre pueblo.

Por lo pronto ya están a la puerta las votaciones y – ¡gracias a Dios! – ya no habrá por ningún lado esa peste aborrecible de agresiones y contaminación política, con los ruidajos, spots, y demás insalubres manifestaciones proselitistas de los y las candidatos decididos ‘heroicamente’ –como hércules con los establos de Augías– a salvar a la doncella llamada ‘democracia’, hoy en día tan violada y escupida.

Finalmente: el grabado que acompaña esta colaboración señala a un país lleno de corrupción y al pueblo pidiendo ‘auxilio’, pero a unas ratas, una en la cárcel y a su familia que llora –una de rodillas– ante esa ‘injusticia’