Numinor: Prohibido pensar por sí mismo, el pueblo debe continuar dormido

Ángel Agustín Almanza Aguilar

11 / Julio / 2017

Estaba leyendo ayer un trabajo de Serge Hutin, sobre el esoterismo masónico, el cual viene en el volumen ocho de la colección ‘Historia de las Religiones’ (ed. siglo XXI,l98l) , y que, en su capítulo VII trata sobre la francmasonería (la especulativa y moderna, que surgió después de la operativa, en l717). Allí estaba cuando me detuve en un párrafo que cobró singular importancia, pues tocaba el prurito mental que como tábano ya me trepanaba los escasos sesos que de milagro aun me funcionan (ya mis pobres neuronas andan, unas, en muletas, y otras, de plano, en silla de ruedas): Lo característico de la formación masónica es que sugiere, muestra, hace vivir a sus miembros, pero no impone. Es totalmente adogmática, no constituye una enseñanza didáctica propiamente dicha. Se comprende entonces que los regímenes totalitarios de todas las tendencias hayan prohibido la masonería: no pueden admitir –ellos que imponen a sus fieles lo que deben pensar– una formación iniciática que enseñe a los hombres a pensar, y a pensar libremente.

En efecto, a la gente en el poder ,tanto político como religioso, nunca le ha convenido que los pomposamente llamados gobernados tengan acceso a un conocimiento ya no superior sino básico, fundamental, una cultura que les abra los ojos, que los despierte de la modorra ancestral, que los levante del sueño a un estado intelectivo, mental, digno de la esencia humana, ya que han venido siendo tratados peor que bestias, manipulados –borregos acarreados– con el único fin de servir como carne de cañón para la satisfacción de las ansias de poder y ambiciones económicas de la clase gobernante.

El pueblo, al que han hecho creer que es el verdadero patrón del gobierno, sigue nadando en la ignorancia, a diario trasquilado y esquilmado, y pisoteado en sus elementales derechos humanos, aparte de tenerlo muerto de hambre y en la miseria, sin empleo decente, mientras esos adoradores del Becerro de oro, exultan sus malhabidas riquezas gracias a sus protervas exacciones y concusiones, y siguen en su galopante complot lacerante de corrupción, impunidad y complicidad.

Nada dan gratis. Lo que presumen dar a la jodida gente es una forma de devolverles, de manera miserable, lo que le están robando a cada instante.

Bien; si lo expresado líneas atrás es lo que piensan los francmasones, estoy con ellos –aunque no me inviten a su cofradía, ni pretenda yo el grado Kadosch, o el 18 Rosacruz, según el rito escocés aceptado, y Las Constituciones de James Anderson, ese viejo pastor protestante del Gran Oriente Británico–.

FINIS TERRAE: Tres leves toques de dedo en la palma de la mano NUTRI ETIAM RESPONSA FERUNTUR (Desentraña también los oráculos anunciados).