Numinor: SOBRE EL VERDADERO TEMPLO DEL ESPÍRITU

Ángel Agustín Almanza Aguilar

14 / Marzo / 2018

Sí, sí, sí, ya sabemos que existen muchos ateos y ateas que no creen en la existencia del Ser Supremo, Creador de todo lo visible e invisible del Universo Cósmico, pero, para la gente que si cree en ello, y no sólo para los religiosos sino para ciertas mentes científicas que aceptan muy en su interior la presencia del enigma del misterio en nuestro entorno y en nosotros mismos, es la pregunta del tema elegido hoy: ¿es necesario y obligatorio el acudir a confesar la fé en Dios a un edificio de piedra, material, al cual se le ha dotado la idea de que allí mora el Dios Eterno?

Nos referimos a todos esos ‘recintos de lo sagrado’ que pregonan las innumerables congregaciones religiosas que existen hoy en día, bajo la amenaza, ya directa o subliminal, de que de no hacerlo el adepto y fiel creyente ser irá, irremediablemente al asqueroso, terrible y hediondo ‘infierno’. Y hay que aceptar, ‘a güevori’, tales anatemas de los líderes y pastores religiosos, los cuales bajo su voz estentórea y dramática señalan en alto con su flamígero y ‘santo’ dedo índice un no se olvide que nosotros tenemos la verdad única y suprema del cosmos y de Dios y Cristo y del Espíritu Santo.

Bien, nosotros creemos que tales templos de piedra –que son perecederos-, lo mismo que esos intermediarios entre la creatura y el Creador, son ya innecesarios. La verdadera religión es la que nos pone en contacto directo con la Divinidad, por medio de Cristo, único camino, verdad y vida.

Nuestro Señor Jesucristo fue muy claro con la samaritana, en su encuentro en aquél pozo: Mujer, creéme, que a hora viene, cuando ni en Jerusalén adoraréis al Padre. Vosotros adoráis lo que no sabéis; nosotros adoramos lo que sabemos la hora viene, y ahora es, cuando los verdaderos adoradores adorarán al Padre en Espíritu y en Verdad; porque también el Padre tales adoradores busca que le adoren. Dios es Espíritu, y los que le adoran, en Espíritu y en verdad es necesario que adoren.

Luego el gran apóstol Pablo –sí, ése, el de la sabiduría secreta, oculta y misteriosa, dice también muy claramente: ¿No sabéis que sois templo de Dios, y que el Espíritu de Dios mora en vosotros?... glorificad, pues, a Dios en vuestro cuerpo y en vuestro espíritu, los cuales son de Dios llevamos un tesoro en vasos de barro ya es tiempo de dejar el sueño, ya es tiempo de despertar.

El Gran Maestro –y único-, Jesucristo, afirmó que el ‘Reino de Dios’ está dentro de nosotros. Debemos ser, consecuentemente, ‘Templos Vivos’, siendo Cristo nuestro –único y verdadero sacerdote y pastor, y no inclinarnos ante los ídolos humanos, tan llenos de errores y miserias. Adoremos a Dios y no a la creatura.

Con verdadera lástima vemos a diario cómo son esquilmados, despojados agrestemente de sus pocos bienes, los pobres creyentes, que aceptan de buena fé las consignas y dogmas, al par de absurdos, tales como el afirmar cínicamente que su iglesia es la verdadera y la fundada por Jesucristo y que de no pertenecer a ella el alma del feligrés, de la ‘oveja’, se perderá para siempre, ardiendo y sufriendo eternamente en los infiernos de Satanás –que se vé así nunca será destruido-

¡Ah, esa ‘industria de la fé’! ¡Esas cuevas de ladrones, que han convertido así la Casa de Oración! ¡El ‘becerro de oro’!... Es necesario predicar pero no con soberbia.

Textos consultados: Juan IV, 21-24; I Corintios, II, 7, III, 16, VI, 19-20; II Corintios IV, 7; Romanos XIII, 11.

Por último: ¡Aguas con los falsos apóstoles y el lavado de cerebro!