Numinor: ¿Conoce usted a los Rosacruces?

Ángel Agustín Almanza Aguilar

04 / Abril / 2018

No estamos hablando de aquellos de AMORC, con los cuales tuve alguna correspondencia hace ya años, nó; me refiero a los verdaderos, a esos serse que han logrado altos niveles de conciencia, que han dejado huellas de sus pasos aquí en la Tierra, y que han obtenido curiosos cambios genético. ¿Existen? ¿Por qué no? Y creemos que son infinitamente más superiores que cualquier ‘Gran Maestre’ de la masonería y la francmasonería, que trato y conozco a algunos.

Así nos decía aquél extraño hombre esa tarde supe lluviosa en esa vieja cafetería de la Avenida México, donde había yo acudido a una cita periodística con un conocido galeno, muy culto y curioso investigador, que fue quien tocó el tema sobre aquellos seres. Estaban presentes, rodeando la mesa –que estaba al exterior del negocio, frente a un jardín-, un antiguo jefe mío, y un libanés.

-Otro charlatán, otro payaso más, como los ‘mentalistas’ y sanadores espirituales que salen en la televisión-. Me dije.

-El verdadero adepto rosa cruz es poseedor de admirables secretos y conocimientos, -comenzó a exponer aquél extraño hombre-.

Y es muy importante saber discernir las dos ‘rosacruces’, a fin de no confundir la verdadera con la falsa. La cofradía mística de aquél Valentín Andreae, sólo fue una fábula y nada más. Eso es lo que contiene su opúsculo, impreso en Frankfurt del order, en 1614, es decir, el ‘fama fraternitatis rosae-crucis’. Así la pretendida ‘fraternidad de la rosa cruz’ jamás ha tenido existencia social. Los adeptos que llevan título son sólo ‘hermanos por el conocimiento’ y el éxito de sus trabajos. Ningún juramento los liga, ningún estatuto los vincula entre sí y ninguna regla influye en su libro arbitrio, como no sea la disciplina hermética libremente aceptada y voluntariamente observada. Los verdaderos rosacruces viven aislados en su austero retiro, y no temen ser conocidos jamás, ni siquiera por sus hermanos de cofradía. Algunos han ocupado brillantes cargos, disfrazados de gentilhombres. La tradición les atribuye la facultad de la ‘invisibilidad’, pero lo son, sí, porque son ‘desconocidos’, imposibles de identificar; son seres que se nos parecen, pero son, sin embargo, muy distintos, pasan junto a nosotros y ni en cuenta. Son modestos, simples y tolerantes, virtudes generalmente menospreciadas en nuestra vanidosa civilización, llevada a la exageración ridícula de la personalidad. Casi no hablan, sólo observan, ¡y mucho que observan!... ellos poseen aquél ‘Donum Des’, del que hablan los viejos textos medievales. Así pues, es necesario dejar asentado claramente lo que es la verdadera y tradicional rosa cruz hermética, aislarla de otros grupos vulgares que utilizan la misma denominación y permitir que se distinga a los raros iniciados de los impostores que se vanaglorian de un título cuya adquisición no serían capaces de justificar, -sentenció de lapidaria manera, y, levantándose y acomodando su silla, farfullando algo así como un ‘sic itur ad astra’, se despidió amablemente de todos nosotros, perdiéndose bajo la agreste lluvia y el cobijo de los continuos relámpagos y rayos, sobre esa avenida principal de la ciudad.

-¡No pagó! ¡No pagó!-, dijo uno de nosotros.

-¿Por qué iba a hacerlo, si no consumió nada?-, contestó otro, agregando: ¿De quién es amigo?

NOTA: El grado rosacruz es el octavo del rito masónico francés, y el decimoctavo del escocés. Ahora, el simbolismo de la cruz no lo ignoramos, pero, ¿por qué la ‘rosa’?...