La literatura, el arte, un espacio cultural contra la violencia: Magaly Sánchez

18 / Abril / 2018

Por Oscar Verdín Camacho


Designada hace más de año y medio como titular de la dirección de Publicaciones y Fomento Editorial de la Universidad Autónoma de Nayarit (UAN), Magaly Sánchez Medina se encontró una oficina prácticamente en ruinas.

- Si usted se sienta frente a la computadora y escribiera un sueño para en esta oficina, ¿cuál sería? –se le pregunta al atardecer del viernes 13-.

- Yo quiero que se consolide. La idea es hacer libros que en muchos sentidos sean valiosos; es decir, libros que sean válidos disciplinarmente, que pasen por la dictaminación y alguien experto diga: ‘sí, este libro contribuye a la ciencia, al arte o a lo que tenga que contribuir’.

Esa parte a mí directamente no me toca, yo no puedo dictaminar un libro disciplinarmente porque no sé todas las cosas, entonces si me traen un libro sobre una investigación de hongos, yo tengo que promover que todos los libros que se editan en la Universidad pasen por dictaminación disciplinar y eso garantiza una calidad, para después entrar en lo que es el libro-objeto: toda la revisión editorial, ir leyendo con mucho cuidado el texto, detectar faltas de ortografía, pero también algún error estructural y no hablo del contenido, sino del lenguaje, de la legibilidad.

Ese es el concepto, que el libro sea legible, que el lector lo tome y entienda perfectamente lo que el escritor quiere decirle porque está bien estructurado semánticamente y en lo que llamamos la mancha tipográfica. Todo eso tiene que ver con el diseño del libro.

Creo que la producción editorial tiene un pie en el arte y otro pie en cosas más estructuradas, por ejemplo el conocimiento del lenguaje.

- ¿Qué había aquí cuando usted llegó?.

- En realidad, no había equipo de trabajo. La oficina no tenía personal, estaba trabajando una persona que conocía muy bien los procesos ante Indautor (Instituto Nacional del Derecho de Autor), pero la parte editorial no había nadie que la hiciera en ese momento.

Mi primer trabajo fue armar un equipo, hablar con algunas personas de la Universidad y preguntarles si podían incorporarse. Con la situación económica que vive la Universidad no podemos contratar gente. En ese sentido tuve muy buena respuesta, con gente muy comprometida que sin descuidar sus otras actividades, porque somos docentes y estamos frente a grupo y no podemos dejar eso porque estamos convencidos que la función más importante de la Universidad es formativa. Yo disminuí mi tiempo frente a grupo, pero no dejo de dar clases, que es para lo que fui contratada y me gusta.

Magaly Sánchez estudió en la facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM); es maestra en la carrera de Comunicación y Medios de la UAN, donde imparte las materias de Literatura, y Comunicación.

- Los mexicanos tenemos fama de que leemos muy poco, algo tenemos que hacer en ese sentido.

- Creo que en realidad en todas las artes ese es el problema: ¿cómo vamos formando público?, en este caso públicos lectores y creo que la literatura es la clave. Ha habido muchas campañas, muchos intentos en diferentes niveles por formar lectores desde el deber ser; es decir, ese discurso de si lees tienes buena ortografía o sabes de muchas cosas, es cierto, no digo que no lo sea, pero no engancha.

Yo creo que el discurso que más engancha tiene que ver con lo placentero que es leer y en ese sentido creo que la literatura es la puerta de entrada, pienso que tenemos que apostarle mucho a ‘lectura en voz alta’, cuestiones que tengan que ver con el acercamiento de la literatura y también con comprensión lectora; es decir, yo no puedo disfrutar nada que no comprendo.

Por ejemplo, si yo le digo a mis estudiantes ‘tienen que leer esto para la siguiente clase’, si no lo comprenden, difícilmente lo van a leer, y si lo leen sin comprenderlo realmente, para empezar no nos va servir, pero en segundo lugar va ser una lectura que no es significativa para ellos.

Entonces para poder sentir placer por la lectura, hay que comprender. Estoy convencida que es más fácil ir desarrollando esas estructuras de comprensión lectora a partir de la literatura.

- ¿Hay suficiente creación de académicos en la UAN?.

- Sí, sí tenemos muchas solicitudes. No es secreto para nadie que la Universidad tiene problemas económicos y no contamos con un techo financiero para la editorial que nos permita avanzar más rápido, pero llega un trabajo aquí y se comienza con un proceso y ahí vamos avanzando, pero sí hay mucha gente que está escribiendo.

- ¿Una meta, maestra?.

- Algo que falta, en lo que tenemos que trabajar es en ordenar los procesos editoriales; cuando llegamos aquí no había un manual de normas para ver cuál es el proceso que debe seguirse. Si no hay reglas claras, no se puede trabajar; es decir, si aquí llega un docente, un investigador que quiere publicar un libro y yo no tengo claridad de cuál es el proceso, éste no puede iniciar. Entonces hemos trabajando mucho en eso, cuál es el camino ideal para ir dando el primer paso, el segundo, cuándo es el momento para firmar documentos legales o en qué momento podemos solicitar el registro del ISBN (el Número Internacional Normalizado del Libro).

La otra cosa son los documentos normativos, la Universidad no contaba, ya los tenemos pero tienen que aprobarse y demás. Eso hace que los libros tengan uniformidad. Armar las normas editoriales ha sido un trabajo muy arduo, nos basamos en el Fondo de Cultura Económica porque es la editorial con más trayectoria en el país y en muchos sentidos en América Latina.

- ¿El libro que se está haciendo en la Universidad, se lee?.

- Sí se está moviendo, aunque es otro de los desafíos que tenemos en la editorial, no tenemos, digamos, una red de distribución de nuestros libros; ahorita también estamos trabajando en eso y, en realidad, tengo muchos frentes abiertos, vírgenes y difíciles.

Nuestros libros están en la librería de nuestra biblioteca con la idea de que alguien los compre; estamos trabajando en pequeños spot –que aún no salen- sobre los libros que tenemos. La biblioteca Magna tiene una librería donde tienen de todo, desde libros para niños y jóvenes, de diferentes editoriales y también hay libros de nuestra Universidad, libros de todo, como cualquier librería, incluso se pueden pedir libros si no se tienen en existencia.

- ¿Hay un vínculo de usted con lo musical, con los Jueves de Concierto?.

- En realidad no es un vínculo formal como tal; conocemos a la gente de la escuela de Música de la Universidad, que está en Xalisco, de hecho el maestro que coordina los Jueves de Concierto también trabaja aquí, es uno de mis editores, Omar Sánchez, y está contribuyendo para hacer el manual de las normas.

Los Jueves de Concierto tienen mucho que ver con lo que estábamos hablando de la formación de públicos lectores; la idea también es la formación de públicos, es decir, ofrecer a la sociedad desde la Universidad otro espacio musical.

En una edición pasada del festival Amado Nervo, la cartelera estaba llena de bandas pero sacaron toda la música académica y creo que fue un error. Creo que desde las instituciones se tiene que equilibrar esa formación de públicos.

Los Jueves de Concierto demuestran que sí hay públicos porque está lleno; sí, los lugares no son enormes, no son plazas donde caben miles de personas, pero la apuesta es generar otro espacio cultural en contraposición de toda la violencia que estamos viviendo, toda esta crisis que se vive no sólo en nuestra ciudad, sino en el país.

Creo que el arte abre posibilidades de hacer otras lecturas de la realidad. Por eso también nos metimos a Cinefilia; ahí hemos estado desde sus inicios, que es otro espacio cultural para pensar el mundo.

La idea es ir buscando espacios para cuestionarnos qué está sucediendo. El filósofo mexicano Adolfo Sánchez Vázquez lo decía de una forma bellísima:

‘este mundo merece ser criticado porque merece ser cambiado’.

Y yo creo que el arte, la literatura, la música, el cine, nos da posibilidad de crítica para cambiar. No es solamente criticar, sino desde donde estoy, sintiéndome indignada por lo que está sucediendo, qué puedo hacer.